La molestia del Gobierno con el INE por el Producto Interior Bruto (PIB), que desde finales de septiembre no evidencia una recuperación tan boyante como el empleo, ha llegado incluso a provocar que el Ministerio de Hacienda restrinja la información que proporciona al organismo autónomo para sus cálculos. En concreto, la Agencia Tributaria dejó de proporcionar al INE los datos adelantados de Ventas, empleo y salarios de grandes empresas y pymes para el avance del PIB tras la revisión a la baja en 1,7 puntos del segundo trimestre de 2021, según ha podido saber Vozpópuli.
La revisión fue tan acusada, fundamentalmente, por la diferencia en el avance y la confirmación de los datos de la Agencia Tributaria (AEAT). En la nota de prensa difundida el 23 de septiembre, el Instituto explicaba que "en las revisiones que se observan en el segundo trimestre respecto al avance de resultados de julio ha influido particularmente la actualización de la información sobre ventas de grandes empresas y PYMES societarias debida a la incorporación de los datos definitivos de la estadística Ventas, Empleos y Salarios en Grandes Empresas y PYMES (AEAT)". Una explicación que, según ha podido saber este periódico por fuentes conocedoras, no agradó a Hacienda.
Desde entonces, la Agencia Tributaria sólo proporciona al INE los datos definitivos que, de hecho, son públicos en su página web, tal y como explican las mismas fuentes. El INE evidencia esta falta de información en las notas de los siguientes trimestres. "El volumen de información adelantada del que se ha dispuesto en este avance ha sido menor que en ocasiones anteriores", señalaba en el avance del tercer trimestre. "Por diversas razones relacionadas con el calendario de disponibilidad de algunas de estas fuentes en el último trimestre del año, el volumen de información adelantada del que se ha dispuesto en este avance ha sido menor que en ocasiones anteriores", repetía en el avance del cuarto, publicado el pasado 28 de enero.
Preguntados por este cambio INE y AEAT, desde el Instituto Nacional de Estadística remiten a sus notas de prensa, y desde la AEAT trasladan que habría que preguntar al INE. Fuentes de la Agencia explican que no informan de los datos que puedan proporcionar a otros organismos, información que además tratan estos.
Más ataques al PIB
Éste es un capítulo más en los ataques que el Gobierno ha realizado al INE y, concretamente, al PIB. Todo empezó en septiembre, con la revisión a la baja en 1,7 puntos del segundo trimestre que provocó que todos los analistas y organismos económicos salieran en masa a empeorar sus previsiones, truncando el mensaje de que España lideraría la recuperación gracias al buen ritmo de vacunación y a la pronta recepción de los fondos europeos. En este sentido, la revisión del INE cayó como jarro de agua fría al Gobierno, que preveía un crecimiento del 6,5% para 2021 y del 7% para 2022, unas cifras que, de hecho, no ha revisado y ha intentado defender contra viento y marea.
Después de ese suceso, los intentos de desacreditar el PIB han sido numerosos. Por un lado, tanto Economía como Hacienda crearon nuevos indicadores que, frente a la Contabilidad Nacional, mostraban una recuperación total de los niveles precrisis ya en noviembre. De hecho, el Informe semanal de ventas diarias que ideó Hacienda daba en su primera publicación mejores resultados que los de 2019, cuando el tradicional de Ventas, empleo y salarios de las grandes empresas, el que llevó al INE a rebajar previsiones, no lo hacía.
De hecho, en esas semanas en las que se fraguaba la cascada de revisiones a la baja tras el hachazo del INE al PIB del segundo trimestre, Calviño organizó un seminario denominado Más allá del PIB/Beyond GDP y convocó una rueda de prensa en el Ministerio junto al comisario europeo Paolo Gentiloni y al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para abordar la necesidad de desarrollar nuevos indicadores económicos y aseguró que el PIB es un indicador útil pero insuficiente para dar la medida exacta de los recursos y la capacidad de la economía de un país, instando a revisar y ampliar las métricas.
Finalmente, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, también ha contrapuesto los datos de empleo y recaudación "completos" frente a los del PIB, "sometidos a revisión constante", un discurso que el presidente del Gobierno luego ha hecho suyo. En el balance del año que hizo el pasado 29 de diciembre, Sánchez destacó los datos "reales" de afiliación a la Seguridad Social frente a las "estimaciones" de los distintos organismos, que oscilan "al alza y a la baja" en un contexto de "extraordinaria incertidumbre" por la pandemia.
La ofensiva contra el INE por el PIB se ha dirigido a principios de año también al IPC, otro indicador molesto para el Gobierno, y servicios de estudios y fundaciones afines al Ejecutivo cuestionan su cálculo. El servicio de estudios de CaixaBank ha asegurado en un artículo que "el IPC ha estado claramente sesgado al alza en 2021".
El 'choque' de indicadores llega al FMI
El choque entre las cifras del Gobierno y el principal indicador que elabora el INE ha llegado ya al Fondo Monetario Internacional (FMI). Los expertos del organismo internacional se reunieron con las autoridades españolas el pasado diciembre para analizar el pulso económico del país y recogieron en su informe que el Gobierno mantenía unas previsiones de crecimiento más altas que el resto defendiendo que algunos indicadores económicos como el empleo o la recaudación están reflejando una recuperación más vigorosa que el PIB.
El Ejecutivo trasladó al FMI que este choque exigía "un análisis más profundo" de la coyuntura, según consta en el citado informe, restando valor a las previsiones de crecimiento y las revisiones a la baja que la mayor parte de los organismos han realizado en los últimos meses, conforme el INE ha ido publicando los datos de Contabilidad Nacional. Sin embargo, la 'letra pequeña' del empleo desmonta la recuperación que la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, vendió en estas reuniones, puesto que tanto el PIB como las horas trabajadas se situaban a cierre de 2021 un 4% por debajo de los niveles precrisis.
En concreto, en el último trimestre del año, el total de los ocupados trabajaron 616 millones de horas a la semana, frente a las 640 millones de horas semanales registradas en el mismo periodo de 2019, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE. Esto significa que aunque el número de trabajadores haya recuperado los niveles precovid tras registrar en el cuarto trimestre la mayor creación de empleo desde 2005 (840.700 empleos nuevos), las horas de trabajo aún se sitúan un 96% por debajo.
Una de las razones es que la EPA incluye como ocupados, por ejemplo, a los trabajadores afectados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERTE), que aún superaban las 100.000 personas. "Los suspendidos de empleo se clasifican como ocupados cuando existe una garantía de reincorporación al puesto de trabajo" y "una serie de Reales Decretos publicados durante la pandemia establece dicha garantía", ha señalado el INE en sus notas de prensa. "Por su parte, los trabajadores afectados por un ERTE con reducción de jornada son ocupados, reflejándose dicha reducción en las horas de trabajo realizadas", ha puntualizado igualmente en sus informes.
Lo mismo ocurre con el PIB, que tras crecer un 2% en el cuarto trimestre de 2021, aún se situaba cuatro puntos por debajo de los niveles registrados en el mismo periodo de 2019. En los datos del cuarto trimestre se observaba un pinchazo en el consumo de los hogares, con una caída del 1,2% respecto al trimestre anterior, probablemente relacionado con el impacto de ómicron. La elevada inflación, la falta de suministros por los cuellos de botella y la incertidumbre económica son otros problemas a los que se enfrentan las familias. Además, la demanda externa apenas contribuyó con un 0,4%, lastrada todavía por la lenta recuperación del turismo extranjero.
Finalmente, los economistas han planteado otras hipótesis que explicarían este desacople entre el número de ocupados y el Producto Interior Bruto: los colapsos en las cadenas de producción, el exceso de optimismo por parte de las empresas en la contratación y reincorporación de los ERTE, la creación de empleo en sectores con poca productividad, la incertidumbre de las familias sobre la pandemia y su impacto en el consumo y el ahorro, o la lenta recuperación del turismo internacional -todavía en la mitad de los niveles precovid- por la inseguridad y las restricciones de los distintos países. En cualquier caso, los expertos esperan una ralentización del mercado laboral este año y un mayor crecimiento del PIB, corrigiéndose el citado desacople.
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