El pasado año marcó registros en el precio de la electricidad nunca vistos en la última década, con un incremento medio del 10% en el recibo de la luz y superior al 30% en el mercado mayorista. Una circunstancia que se explica por una climatología caracterizada por la ausencia de lluvia y viento pero que, además, tuvo como motivo extra la consecución de otro récord, éste de talla mundial. En 2017, España fue el país de todo el mundo que más elevó, en términos relativos, su consumo de carbón. Ni más ni menos que un 28,5% en relación con el ejercicio 2016.
Se trata de uno de los datos más llamativos incluidos en el informe estadístico anual sobre el sector energético que publica cada año British Petroleum (BP) y que fue presentado este martes en Madrid por el presidente de BP España, Luis Aires. De acuerdo con las cifras recogidas en el informe, el consumo de carbón en España el pasado ejercicio fue de 13,4 millones de toneladas equivalentes de petróleo, frente a las 10,5 toneladas registradas en 2016. La evolución contrasta con el incremento medio del consumo registrado en el conjunto de Europa, que se situó en el 0,7%, que sí está en línea con el global de todo el planeta, del 1%.
Para encontrar cifras similares en el mundo hay que fijarse en casos como los de Pakistán, que disparó su consumo de carbón un 26,2%, o el de Uzbekistán, con un 20,8%.
La producción de electricidad a través de plantas de generación térmica eleva hace que los precios del denominado pool se eleven de forma considerable, toda vez que se trata de un de las fuentes más caras. El dato explica el porqué de la evolución de los precios mayoristas y su traslado al recibo, cuyo efecto fue atemperado por el hecho de que el Gobierno decidió congelar los denominados peajes (que incluyen los déficits de tarifa y los costes de las extrapeninsulares, entre otras partidas).
Caída histórica de la hidroeléctrica
La sequía que se produjo en 2017 provocó un descenso también histórico en el consumo de energía hidroeléctrica, que el informe de BP cifra en un 49%, lo que hizo que su peso en el total de energía consumida en España apenas alcanzara el 3%. "Se trata del nivel de demanda más bajo desde que se iniciaron los registros en 1965", apunta BP.
Una circunstancia que explica en parte el hecho de que el sistema tuviera que recurrir con más intensidad a las plantas de generación térmicas, aunque no que lo hiciera de forma tan radical. Sin ir más lejos, el informe también recoge que el consumo de gas natural en España también se incrementó de forma significativa, un 10,2%, hasta 27,5 millones de toneladas equivalentes de petróleo.
Sin embargo, la comparativa con la media europea (5,5%) no tiene nada que ver con el caso del carbón. Con el añadido de que el gas, aunque también es una de las fuentes de generación consideradas como caras, emite menos CO2 que el carbón, con lo que una mayor utilización de los ciclos combinados hubiera hecho que las emisiones no se hubieran incrementado tanto en 2017 (casi un 7% en relación con el año anterior, el más alto desde 2012).
La apuesta por el carbón
Desde el antiguo Ministerio de Energía, dirigido por Álvaro Nadal, se apostó por el carbón y la nuclear como fuentes de energía de respaldo a las renovables, cuyo empleo se vio lastrado por la adversa climatología. Hasta el punto de lograr el registro antes mencionado: en ningún lugar del planeta se quemó tanto carbón para generar electricidad como en España.
En este sentido, el presidente de BP España aseguró que el gas natural tendrá un papel importante en la transición energética como energía de respaldo, para cubrir el hueco de las renovables. Luis Aires recordó que en el pasado se hicieron inversiones considerables en unas plantas de ciclo combinado "que actualmente están funcionando al 20%. Sin apenas inversiones adicionales se podría cubrir perfectamente el hueco térmico".
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