Los bancos lo han detectado: pese al espejismo del empleo en Semana Santa, la salud de infinidad de hogares se va deteriorando progresivamente. A la doble cita electoral de 2023 concurrirán dos Españas: una que ha mantenido el tipo pese a la larga cuesta de la inflación; y otra que se ha fundido el ahorro y que tira de crédito para mantener el consumo.
Nadie mide mejor el pulso de las familias españolas que las entidades bancarias, con su red de 19.000 oficinas y el desfile diario de usuarios en busca de financiación. Lo que están percibiendo en las últimas semanas es un "aumento de los riesgos". Y ese indicio tiene que ver, "fundamentalmente, con el deterioro de las perspectivas económicas y de la solvencia de los prestatarios". O sea, de las familias.
Este es el diagnóstico que hacen las entidades y está recogido en un documento con sello del Banco de España: la Encuesta de Préstamos Bancarios. El informe refleja fielmente la realidad económica que rodeará a las elecciones de mayo y diciembre: la de un sistema financiero que dará cada vez menos crédito y más caro; y la de un elevado porcentaje de hogares que ya renuncian directamente a pedirlo, a sabiendas de que no se lo van a conceder. Menos oferta y menos demanda, un círculo vicioso que puede salpicar al consumo y la actividad empresarial tras el verano.
“Hasta que se cumpla un año desde el cambio de la política monetaria, no aflorará con toda su intensidad el impacto de la subida de los tipos de interés en las familias”, recuerda un ‘alto mando’ del sector bancario. El 21 de julio de 2022, el Banco Central Europeo encareció el precio del dinero por primera vez en once años. Desde entonces, los hogares hipotecados (unos cinco millones) han ido sufriendo la revisión de sus cuotas anuales. Al concluir el año pasado, sólo un 30% había pasado por el aro. Queda, por tanto, otro 70% de hogares que ya han visto -o lo verán pronto- cómo se encarece su principal gasto fijo (la hipoteca).
La banca percibe un "aumento de los riesgos", por "el deterioro de las perspectivas económicas y de la solvencia de los prestatarios"
El problema es que los tipos de interés no han dejado de subir. Esta misma semana, el BCE sumó otros 0,25 puntos, elevando la tasa al nivel más alto en 15 años (3,75%). El Euribor roza ya el 4%, asfixiando las finanzas de los hogares con presupuestos más ajustados y expulsando del mercado a familias que necesitan dinero fresco.
“El porcentaje de solicitudes rechazadas aumentó en todas las modalidades” de préstamos, señala la Encuesta de Préstamos Bancarios. Las entidades confiesan al Banco de España que los criterios para conceder crédito y el coste de la financiación han sido “más intensos” para los hogares que para las empresas. “Para el segundo trimestre de 2023, las entidades financieras encuestadas esperan que se produzca, de nuevo, una reducción generalizada de la oferta”.
Resistencia del crédito al consumo
La oferta hipotecaria de la banca lleva cuatro meses seguidos con crecimientos negativos. En abril, de nuevo, según el Banco de España, sufrió una caída del 1,5%. En contraposición con este descenso sorprende la resistencia del crédito al consumo. En abril creció un 3,6% y el importe de las nuevas operaciones encadena incrementos consecutivos desde octubre de 2022. Se mantienen firmes todas las modalidades de financiación del consumo, incluidas las tarjetas de crédito y ‘revolving’.
Que este tipo de préstamos mantenga el tipo a contracorriente obedece a dos razones. La primera tiene que ver con el aumento algo menor de los intereses, en comparación con las referencias hipotecarias. La segunda enlaza directamente con otro indicador: la caída en picado de la tasa de ahorro de los hogares. Una vez agotado el colchón, con una inflación acumulada del 14% desde el inicio de la guerra, a miles de familias no les queda otra vía que endeudarse para seguir consumiendo.
La tasa de ahorro alcanzó un récord del 17,7% en 2020, por culpa de los confinamientos. Desde entonces inició un descenso progresivo que se ha precipitado en los últimos meses. Al concluir el pasado año estaba en el 7,2%, según el INE, 6,6 puntos por debajo del anterior. La estadística de Eurostat, un poco más atrasada (tercer trimestre de 2022), refleja que ningún país de la UE ha sufrido una caída tan brusca del ahorro disponible tras la pandemia: en España descendió un 3,2%, frente a un aumento del 10,3% en el conjunto de la Unión.
Las imágenes de playas llenas en Semana Santa y las brillantes cifras de afiliación en abril, de las que ha presumido Nadia Calviño, reflejan una realidad y tapan otra: la del que puede consumir y la de que no llega a fin de mes. Paradójicamente, en el último grupo está una parte importante de los nuevos afiliados. Lo ha publicado en Vozpópuli Beatriz Triguero: más de la mitad de los contratos firmados el mes pasado fueron fijos discontinuos. Esta modalidad contractual, cimiento principal de la reforma laboral de Yolanda Díaz, emplea ya a casi un millón de personas.
Son los empleos de campaña de siempre, de carácter temporal y mal remunerados, pero revestidos con otro ropaje aparentemente duradero. Es ese colectivo el que está obligado a mendigar crédito en las sucursales bancarias. Con pocas posibilidades de éxito. No extraña que la vicepresidenta económica esté preparando ya una vuelta de tuerca al pacto hipotecario firmado con la banca el pasado noviembre. El plan ha sido un fiasco… y se acercan las elecciones.
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