Del amor a la guerra en 151 días. El divorcio entre Pedro Sánchez e Ignacio Sánchez Galán es un viaje que arranca en una imagen y concluye en otra, ambas captadas en un museo. La primera fue tomada el 20 de mayo en el auditorio del Reina Sofía de Madrid. La segunda, hace sólo cinco días, en una sala privada del Science Museum de Londres.
En las dos instantáneas, el presidente de Iberdrola aparece contento y comparte protagonismo con un líder político. En la más antigua, el gesto jovial se adivina tras la mascarilla de Galán, quien saluda con un choque de puños a Pedro Sánchez. En la más reciente, el directivo mantiene una charla afable y relajada con Boris Johnson en un sofá verde.
Al Reina Sofía acudió para arropar el presidente del Gobierno en la presentación del informe España 2050, una guía encargada por Moncloa para marcar el camino hacia un país mejor y más 'verde'. Al Science Museum fue para transmitir al primer ministro británico su compromiso de invertir 7.000 millones de euros en Reino Unido. Y, de paso, o sobre todo, para enseñar los dientes a Sánchez tras su mejor sonrisa.
Más que un globo sonda, la imagen del sofá verde ha tenido en Moncloa el efecto de un torpedo de gran calibre, dirigido a la línea de flotación del Gobierno. No es para menos. La misma mañana que Galán prometía cuantiosas inversiones a Johnson, Iberdrola decidía hacer el vacío a Teresa Ribera, ausentándose de la subasta de nuevas licencias de potencia renovable. El plantón inquieta a la ministra, que necesita el capital y la buena disposición de las empresas para avanzar en la prometida transición ecológica.
Hasta hace apenas cinco meses, el Gobierno contaba con el compromiso firme de Iberdrola, líder mundial en energías renovables. A Galán le interesa el 'futuro verde' tanto o más que a Ribera, por las perspectivas de beneficio que genera. Y más en un momento como el actual, con una millonada de fondos europeos en camino que servirá, entre otras cosas, para financiar proyectos energéticos.
Por eso, acudió sin dudarlo el 20 de mayo al Reina Sofía. La convocatoria no tuvo el éxito deseado por el 'promotor', Iván Redondo, que pretendía dar un empujón a la imagen de Sánchez, ensombrecida por la crisis sanitaria y económica. Junto a Galán se dejaron ver José María Álvarez Pallete (Telefónica), Carlos Torres (BBVA) y Josep Oliu (Sabadell), pero pasaron de la cita el resto de los 'VIP' del Ibex, como Pablo Isla (Inditex), Isidro Fainé (La Caixa), Ana Botín (Santander) o Antonio Brufau (Repsol).
La presencia de Galán junto a Sánchez certificaba lo que había él mismo había anunciado seis meses antes. El 5 de noviembre, Iberdrola comunicó un plan de inversión récord de 75.000 millones, con un horizonte temporal de cinco años (2025) y en el que España se llevaba una tajada suculenta. En total, el mercado español absorberá el 21% de la inversión: 14.300 millones. Del total, 7.000 millones irán destinados a potenciar las energías renovables y 4.500 a mejorar las redes de transporte. Oro puro para la ministra más 'verde'.
El plan de Iberdrola contemplaba otros hitos que hacían salivar a los mandamases del Ministerio de Transición Ecológica. Servirá para incrementar en 7.500 megavatios la capacidad instalada renovable, la mayoría fotovoltaica (6.500). También para desarrollar la mayor planta europea de hidrógeno verde para uso industrial (en Puertollano) e implantar 150.000 nuevos puntos de recarga para coches eléctricos de aquí a 2025.
Las bases de una colaboración más que prometedora quedaron fijadas al concluir 2020. Prueba de ello es que, tres meses después, el Ministerio de Industria anunció a bombo y platillo la creación de un consorcio público-privado, para construir la primera fábrica española de baterías de vehículos eléctricos. Al frente estaría la Iberdrola de Sánchez Galán, coordinada con Seat y Volkswagen.
Iberdrola y el primer PERTE
La inversión se realizaría a través de un PERTE, el mecanismo estrella del Plan de Recuperación con el que Pedro Sánchez pretende transformar la economía y captar los fondos europeos (72.000 millones). El propio presidente del Gobierno se encargó de celebrar la firma del primer PERTE en una tribuna publicada el domingo 7 de marzo en El País. "Continuamos explorando las vías óptimas de colaboración público-privada para configurar un auténtico ecosistema de apoyo al vehículo eléctrico, incluyendo centros de innovación y desarrollo propios", prometía Sánchez.
El sol comenzaba a brillar para el líder socialista, confiado en que el descenso progresivo de los contagios y la llegada de la época estival levantarían el ánimo de los hogares y, por ende, el PIB y el empleo. Nada hacía presagiar entonces que el recibo de la luz volvería a cubrir de nubarrones La Moncloa.
Con la opinión pública encima y los sondeos de Ferraz en caída libre, Sánchez maquinó una estrategia contra las eléctricas. Logró un chivo expiatorio, pero también un enemigo: Galán
El precio de la electricidad comenzó a subir a mitad de la primavera y se desbocó al arrancar el verano. Pese a las señales de alarma que emitían los mercados de futuros, Ribera no supo anticiparse a la crisis. El Gobierno tampoco pudo -o quiso- sentar a los empresarios energéticos en una mesa del Ministerio. La presión de Unidas Podemos, enemigo confeso de las eléctricas, pesó a la hora de buscar acuerdos e inclinó la balanza hacia el lado más duro de la coalición.
Con la opinión pública encima, con los sondeos internos de Ferraz en caída libre, Sánchez maquinó una estrategia que podría reportarle incluso réditos electorales. El 13 de septiembre, en una entrevista en TVE, anunció que el Gobierno iba a "detraer los beneficios de las eléctricas" para rebajar la factura de la luz. Un día después, mientras el sector energético se hundía en bolsa, el Consejo de Ministros materializó la amenaza firmando un 'decretazo', que implicaba un recorte de 2.600 millones a los ingresos de las empresas.
El real decreto incluía medidas mucho más drásticas de lo que pretendía Ribera. Como avanzó en su día Vozpópuli, fue el propio Sánchez quien obligó a la ministra a retorcer la normativa para 'vender' a la opinión pública una promesa: que el recibo eléctrico acabará el año por debajo de los niveles de 2018.
Sánchez ya tenía un inmejorable chivo expiatorio, pero también un nuevo enemigo: Ignacio Sánchez Galán. Aunque la 'campaña' de Moncloa salpicó a todas las eléctricas, Iberdrola se llevó la peor parte, por su condición de líder nacional y, sobre todo, por el polémico vaciado de los pantanos.
Los puentes quedaron rotos. Se notó en el último viaje de Pedro Sánchez a Nueva York, con motivo de la Asamblea Anual de la ONU. También dormía en Manhattan aquellos días el empresario salmantino, invitado a uno de los paneles de debate organizados. No hubo encuentro en la Gran Manzana, ni público ni privado.
Cuando el Gobierno asumió que se había pasado de frenada, en Iberdrola ya se habían colocado el casco de guerra. La contratación del socialista Antonio Carmona fue un movimiento puramente ofensivo
Durante semanas, Iberdrola mantuvo un perfil bajo de comunicación. Pero sus abogados, propios y externos, trabajaban en los recursos contra el real decreto. También los 'lobbies' a sueldo de la eléctrica, en busca de apoyos políticos. Iberdrola no tardó en obtener la 'comprensión' del PNV, clave para sacar adelante los Presupuestos de Sánchez. Si hay algo que genera pavor en la sede bilbaína del partido es la posibilidad de que la eléctrica saque algún día la sede social del País Vasco. Su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, instó a Sánchez en el Parlamento a "retocar y reorientar" el decreto, por la amenaza que implicaba para la industria y el empleo.
Cuando el Gobierno asumió que se había pasado de frenada, en Iberdrola ya se habían colocado el casco de guerra. La contratación del socialista Antonio Carmona -muy crítico con Sánchez- fue un movimiento puramente ofensivo. Mientras el Ministerio de Transición Ecológica se replegaba y admitía que el 'decretazo' necesitaba retoques, la eléctrica se preparaba para sacar pecho públicamente en Reino Unido, mientras enfriaba sus expectativas en España.
El trallazo final lo propinó este mismo jueves. En una nota de prensa oficial, prometía congelar los precios energéticos a la industria si el Ejecutivo anulaba los puntos más dañinos del decreto ley. Con la jugada, la compañía intenta sumar a la causa a los empresarios industriales, atosigados por el encarecimiento de la luz y la grave falta de suministros. Si el Gobierno no cede, también podrían hacer piña otros damnificados por el 'hachazo', como Endesa y Naturgy. A estas alturas, la mecha que prendió Galán en el insípido sofá verde londinense ya no es fácil de apagar.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación