La banca desactiva, por ahora, la bomba de relojería en la que se habían convertido los créditos ICO. Este medio ha podido saber que la mayoría de los préstamos avalados por el Estado, que vencían entre abril y mayo, se están pagando con normalidad, por lo que la banca respira con cierta tranquilidad. Los primeros espadas de Banco Santander, BBVA, Caixabank o Banco Sabadell siempre se han mostrado muy prudentes y han marcado en el calendario la fecha anteriormente mencionada, pues era cuando espiraban la mayoría de los periodos de carencia de los ICO.
Ahora que ha pasado esa fecha, las entidades celebran que las empresas estén pagando con normalidad los préstamos. Había cierto temor en el sector que con los problemas de inflación la situación empeorase y comenzará a incrementarse la morosidad o se tuviesen que revisar las carteras de préstamo porque las empresas no iban a ser capaz de hacer frente a los créditos una vez acabara el periodo de carencia. No ha ocurrido. No obstante, esto no quiere decir que ya esté todo solucionado.
El Banco de España se muestra extremadamente cauto con este asunto, pues hay indicios de que el deterioro de esta cartera es cada vez más elevada. De hecho, ya hay más de 21.000 millones de euros en vigilancia especial y esta cifra no para de crecer.
El Banco de España ya alertó en la Memoria de Supervisión 2021 que los créditos ICO en vigilancia especial se elevaron al 21,1% en septiembre de 2021 y comenzaron a mostrar "signos de deterioro". El programa de avales ha otorgado a las empresas un total de 131,600 millones de euros, de los que un 73% ha ido a parar a autónomos y pymes y el 27% restante a grandes empresas. Del total del riesgo, la parte avalada del ICO se eleva hasta los 100.000 millones de euros.
Impagos más allá del ICO
El Banco de España (BdE) considera que el intenso aumento de los precios de la energía registrado en 2021 y en la parte transcurrida de 2022 podría comprometer la capacidad de repago de las deudas de los hogares de rentas bajas, ya que el gasto en esta partida supone una proporción más elevada de su consumo. Así, lo asegura en su último informe de Estabilidad Financiera, publicado este miércoles.
Las familias cuyo nivel de renta es más bajo dedicaron más de un 10% de su consumo al gasto de la energía en 2020 y fueron estos mismos hogares el gasto en energía más aumentó, en proporción a su consumo, en 2020 y en 2021.
El supervisor asegura que existe una clara desigualdad entre las familia para pagar sus deudas, dependiendo siempre de sus niveles de renta. "Los de menores ingresos dispondrían de menor margen para absorber por estas vías el incremento en los precios de la energía, ya que, por una parte, sus tasas de ahorro suelen ser más reducidas y, por otra, solo una proporción pequeña de estas familias ha podido acumular un ahorro extraordinario durante la pandemia".
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