"Muchos hogares se están quedando ya sin capacidad extra de gasto por culpa de la inflación. El consumo de determinados bienes duraderos se va a resentir mucho en los próximos meses, sobre todo cuando empiece a notarse en la hipoteca la subida de los tipos de interés". La tendencia la ha detectado hace pocas semanas el equipo de análisis de una aseguradora con presencia nacional. Su amplia base de clientes y el conocimiento profundo de sus hábitos brindan un termómetro muy fiable del panorama económico. Hay síntomas claros de enfriamiento de la actividad, pero lo que empieza a preocupar a estas alturas es que ese parón acabe golpeando donde más duele a los hogares… y al Gobierno: en el empleo.
La salud del mercado laboral pende de un hilo demasiado fino. La mayoría de los servicios de estudios coincide en que el empleo crecerá tímidamente en 2023, pero no se destruirá. Sin embargo, las incógnitas que rodean a la economía europea son tantas que no se puede descartar un 'brote' imprevisto de paro. En el intenso año electoral que arrancará el próximo 1 de enero, Pedro Sánchez puede arreglárselas para justificar el retroceso del PIB (España entrará en recesión técnica, probablemente, en el primer trimestre de 2023). Pero lo tendría muy difícil para defender un cambio de las tornas en el empleo. El paro provoca descontento. Y el malestar social siempre ha restado votos a quien gobierna.
Son significativos los resultados de la encuesta que efectuó recientemente el Instituto de la Empresa Familiar. El 58% de los empresarios contemplan a medio plazo "un crecimiento frágil de la actividad sin creación neta de empleo". Y otro 40% augura un aumento "moderado con limitada creación de empleo".
La sensación de los empresarios familiares -hay 1,1 millones en España- se refleja con fidelidad en las previsiones de los servicios de estudio más reputados. Por ejemplo, BBVA Research pronostica un incremento del empleo demasiado débil en 2023 (0,6%, frente al 3,1% de este año). De hecho, el organismo augura un pequeño repunte de la tasa de paro, del 13% al 13,3%. Hablamos, siempre hay que recordarlo, de la tasa más elevada de la Eurozona, que duplica prácticamente la media de los países de la moneda única.
Las previsiones de Funcas, publicadas esta misma semana, apuntan a un descenso importante del empleo medido en horas trabajadas (en la Contabilidad Nacional). Del 3,3% de este año se pasará al 0,4% del que viene, tras sufrir un recorte de siete décimas en la última revisión. "Todo apunta a una agudización del debilitamiento que viene observándose en los últimos meses. Es posible que la actividad se haya estancado en el tercer trimestre tras la finalización de la temporada turística, lo que explicaría el debilitamiento en la evolución del empleo, que se ha acentuado en los últimos meses", añaden desde BBVA Research.
"El principal factor es la pérdida de poder adquisitivo de los hogares como consecuencia de la inflación", señalan los economistas de Funcas, en línea con lo que advierten desde la citada aseguradora. "La tasa de ahorro se ha reducido ya hasta niveles próximos a la media de los últimos años, lo que significa que muchas familias ya no disponen de un colchón de liquidez para compensar la pérdida de capacidad de compra de sus ingresos", añade el informe.
Con el agua casi al cuello, millones de hogares afrontan un 2023 con demasiadas incertidumbres. Las mismas que impiden a los empresarios familiares augurar un aumento de la contratación. Antes de que conocerse la subida de las bases máximas de cotización, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) pronosticaba ya una pérdida de 72.000 empleos el próximo año por culpa de las subidas de impuestos a las empresas. El organismo que dirige Gregorio Izquierdo cifra en 5.000 millones de euros (cuatro décimas de PIB) el "impacto contractivo sobre la actividad económica total".
Hasta el propio Gobierno -poco amigo de asumir en público la realidad- ha tenido que reconocer que el mercado laboral pierde algo de fuelle. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, avanzó este miércoles que octubre cerrará con 15.000 afiliados más a la Seguridad Social (en términos desestacionalizados). Se trata de un ritmo inferior al vigente antes de la pandemia, en 2019.
El Gobierno hará fluir los fondos europeos hacia las administraciones. Tienen capacidad para impulsar proyectos y, con ellos, el empleo que tanto necesita Sánchez para que Feijóo no use el paro como una letal arma arrojadiza
"Aunque ha crecido el empleo, como muestran las cifras récord de afiliación a la Seguridad Social, el número de horas trabajadas ha disminuido y estamos en niveles por debajo de antes la pandemia", recalcaba esta misma semana el vicepresidente de CEOE y presidente del IEE, Íñigo Fernández de Mesa. "El empleo se está recuperando de una forma importante pero los ritmos de crecimiento están desacelerándose: eran del 5,5% y ahora estamos en el 3%. Se está desacelerando notablemente la creación de empleo", advertía.
Que Sánchez pueda llegar a la campaña de las generales con unas cifras presentables de paro dependerá de dos factores. El primero es la evolución de la guerra de Ucrania. Como recuerdan los economistas de Funcas, "la crisis energética se percibirá con más intensidad durante el próximo periodo invernal". Golpeará con fuerza en industrias como la metalurgia o la producción de fertilizantes. Y -lo peor- en países receptores de las exportaciones españolas, con Alemania a la cabeza. Son, precisamente, esas exportaciones las que más han contribuido a la recuperación de la economía -y del empleo- tras el batacazo de la pandemia.
El segundo elemento es consecuencia directa del primero. Consciente de la que se avecina, aunque no lo admita públicamente, el Gobierno intentará movilizar todos los fondos europeos que permanecen hoy atascados en las tuberías de la administración. El objetivo es animar la inversión para revertir la tendencia que auguraban los empresarios en la encuesta del IEF. Las subvenciones comunitarias también tendrán como destino las administraciones, con capacidad de impulsar proyectos y, con ellos, el empleo que tanto necesita Sánchez para que Alberto Núñez Feijóo no use este indicador económico como una letal arma arrojadiza.
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