España es cada vez más un país de servicios. Un camino que aumenta su dependencia tanto por lo que se produce como de lo que se fabrica en el exterior. Mientras el sector primario lucha por la rentabilidad y adaptarse al cambio climático, la industria española busca salir a flote dos duros golpes: la crisis financiera de 2008 y el shock de la pandemia.
Dos golpes que debe afrontar en tiempos de inestabilidad energética, de lo que depende gran parte de sus gastos, y con una producción obligada a reducir sus emisiones. El presente es complejo y el futuro lo parece más. Aunque algunos lo ven como una oportunidad con los nuevos impulsos que Europa pretende dar al sector.
“Sin duda es una oportunidad, siempre y cuando sepamos aprovechar adecuadamente los Fondos Next Generation de la UE y se de la seguridad jurídica necesaria para atraer a inversores tanto locales como extranjeros”, asegura Ramón Masip, socio responsable del Sector Industrial en EY. “Actualmente, hay grandes oportunidades de captación de capital para la inversión, pero tenemos que ser capaces de favorecer un ecosistema que de seguridad a largo plazo a los inversores y les permita visualizar un horizonte de crecimiento y de una rentabilidad razonable”, añade Masip.
El sector es más sensible a los golpes vividos en la economía. Como recoge el VI Barómetro Industrial del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España (COGITI), durante el año 2020 la recesión de la industria manufacturera fue casi el doble que la del PIB nacional y los años posteriores la recuperación no ha sido mucho mayor.
“La evolución histórica de la salud de la industria española en los últimos años ha mostrado una cierta evolución y crecimiento de la misma de 2018 a 2019”, apunta el Barómetro. “Sin embargo, el paso a 2020 ha llevado a una caída generalizada para todos los indicadores, un fuerte retroceso de nuestra industria, también de la europea, y que, en cifras de 2021 y avanzadas de 2022, aún no ha recuperado las cifras pre-pandemia”, señalan.
Este crecimiento de la industria por debajo del experimentado por la economía nacional ha dado como resultado que la industria española pierda peso respecto del conjunto de sectores de la economía nacional, pasando de suponer el 20,6% del valor añadido bruto (VAB) en el año 2000, al 16,94% en 2021.
En relación al peso del total de la industria en el PIB español, en el año 2000 era el 18,7% y en el 2021 el 15,31%, cifra aún lejana del 20% previsto por el Horizonte 2020.
La crisis energética acrecentada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia dificulta aún más su recuperación. Pero los más positivos del sector industrial español ven ingredientes que, si la Administración les respaldan, podrían llevar al sector a su época dorada.
Energía barata para la industria
El sector industrial es el más castigado por esta subida de precios energéticos. En muchos casos, los costes energéticos de este tipo de negocio suponen cerca del 60% del total. Y, en plena crisis energética, España logra precios eléctricos más competitivos que sus vecinos.
El precio final que pagan los grandes consumidores en España se sitúa de media 118,67 euros megavatio hora (MWh) en 2023. Un nivel que supera en un 83% lo que paga el sector en Francia y en un 21% el precio eléctrico de la industria de Alemania. No obstante, los datos que facilita la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), en su Barómetro Energético en España del 30 de abril, muestran que los precios del mercado son similares en los tres países y la diferencia reside en costes regulados o impuestos.
Las diferencias residen en el precio que pagan en el mercado. Pero no en el precio final. La industria francesa cuenta con un coste sin incluir impuestos ni tasas de 76,64 euros y 111,26 euros en el caso alemán, frente a los 107,87 euros megavatio que paga la industria española.
La crisis deja al descubierto la importancia vital para el país de la industria gasintensiva y su competitividad, por lo que conviene reflexionar sobre su peso en la economía de España y la necesidad de impulsarla y volverla más competitiva si queremos crecer en PIB, empleo y estabilidadVerónica Rivière, presidenta ejecutiva de GasINDUSTRIAL
“España tiene una oportunidad derivada del crecimiento de la generación de electricidad con energía renovable y del impacto que esto va a tener para reducir los costes de la energía y facilitar la descarbonización de la Industria, bien directamente a través de la electrificación de procesos o a través del uso de hidrógenos en procesos que hoy usan gas natural”, comenta Marta Sánchez Álvarez, socia responsable de Estrategia y Consultoría para el sector de Energía de EY.
Porque el gas es otro factor clave y determinará el futuro del sector industrial español. Como recuerdan los expertos de Bruegel, España está en el grupo de Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos, Polonia y Bélgica con el mayor uso industrial de gas natural y electricidad. En estos siete países, las cuatro industrias con mayor consumo energético representan entre el 62% y el 71% de la demanda total de gas industrial y entre el 43% y el 66% del consumo industrial de electricidad.
“La crisis deja al descubierto la importancia vital para el país de la industria gasintensiva y su competitividad, por lo que conviene reflexionar sobre su peso en la economía de España y la necesidad de impulsarla y volverla más competitiva si queremos crecer en PIB, empleo y estabilidad”, recuerda Verónica Rivière, presidenta ejecutiva de GasINDUSTRIAL, asociación de los consumidores industriales gasintensivos.
Sueldos competitivos
Al analizar la aportación de la industria española al empleo nacional, los datos del tercer trimestre de 2022 muestran que el total de ocupados en el sector industrial ascendió a 2,8 millones de personas, lo que supone un aumento del 9,35% con respecto a los datos del tercer trimestre del año anterior, crecimiento superior al experimentado por el empleo nacional (2,6%).
En cuanto a la calidad en el empleo, el Barómetro Industrial apunta que el sector aporta un empleo más estable que el resto de sectores de la economía española, tal y como se desprende del análisis de los datos de empleo a final del tercer trimestre de 2022. Así, al analizar la jornada laboral, el porcentaje de jornadas completas supone el 95,28% sobre el total, frente al 87,23% registrado para el total de empleos de la economía nacional.
Unos datos que son atractivos para captar mano de obra y, con salarios medios menores que los países vecinos, ofrece a España otro argumento para captar firmas industriales internacionales. “El hecho de localizar las plantas productivas fuera de las grandes ciudades favorece la posibilidad de obtener salarios más razonables, ya que el coste de vida en estos entornos es inferior al de las zonas muy pobladas. Ambos factores: el menor coste de las energías renovables y un coste salarial inferior son los factores que determinan que podamos ser más competitivos que otros países de nuestro entorno”, puntualiza Ramón Masip.
Una forma de llevar a las zonas despobladas trabajo de mayor calidad. Si se compara el tipo de contrato de los asalariados en España, si para el total de la economía española los contratos indefinidos suponen un 79,82% sobre el total, en el sector industrial esta cifra aumenta hasta el 87,61%.
Tecnologías verdes
Otro de los factores que animan a la recuperación industrial española es la capacidad de incorporar nuevas tecnologías que descarbonicen la producción. Porque contaminar es, y será, cada vez más caro y estará más penalizado en Europa. Uno de los motivos que ha provocado que se deslocalizara la industria en el Viejo continente frente a otras regiones que son más ‘permisivas’.
Una decisión que es lo que provoca que se considera que Europa ha decidido ‘importar’ emisiones de otros continentes como Asia o África y prohibirlo en su territorio. “Se necesita sensatez en el desarrollo de las tecnologías y competir todos con las mismas reglas”, reclama Verónica Rivière. “La tecnología y el consumo industrial se deben acompasar para poder alcanzar los hitos para evitar deslocalizaciones o las que las importaciones desplacen la producción nacional”, comenta.
La creciente preocupación por la descarbonización de la industria y la implantación de sistemas de producción de energías renovables hace de nuestro país un lugar atractivo para los inversores Ramón Masip, socio responsable del Sector Industrial en EY
El sector energético e industrial en España busca posicionarse a la cabeza de Europa en tecnologías como la biomasa, el biogás, el hidrógeno verde y las renovables. Todas estas alternativas bajarían considerablemente la huella de carbono del sector y multiplicaría su atractivo.
“La creciente preocupación por la descarbonización de la industria y la implantación de sistemas de producción de energías renovables hace de nuestro país un lugar atractivo para los inversores que cada vez más incluyen entre sus indicadores de rendimiento (KPI) para analizar una inversión las métricas sobre sostenibilidad”, afirma Ramón Masip. Un último factor que animaría a la recuperación del sector industrial español.
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