Las aguas bajan mucho más calmadas en la industria nuclear tras el acuerdo alcanzado entre las propietarias de las plantas y el Gobierno para fijar un calendario de cierre progresivo de las centrales. De un plumazo parecen haberse disipado las múltiples dudas que atormentaban al sector, hasta el punto de que algunos de los operadores, especialmente Iberdrola, pusiera en cuestión su continuidad debido a la imposibilidad de hacer rentables las inversiones. Además del mencionado pacto, la subida de los precios de la electricidad ha sido determinante para el cambio de escenario.
La propia industria reconoce que los elevados precios registrados en el mercado mayorista han contribuido de forma decisiva a reducir al mínimo la incertiudmbre económica en la que estaban sumidas las centrales. "En los últimos meses, los precios de la electricidad han llegado a superar los 70 euros por megawatio/hora y después se han mantenido claramente por encima de 50 euros. Con estas cifras, la asfixia económica del sector nuclear se ha reducido casi en su totalidad", apunta Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, la patronal del sector.
Y la situación seguirá siendo estable mientras que los precios no bajen de los citados límites. Además, el acuerdo con el Gobierno supone prolongar la operación de las plantas más allá de los 40 años que contempla su vida útil.
No mucho más, pero suficiente para que engorde la contribución de las compañías al fondo de la pública Enresa, destinado al desmantelamiento de las centrales, y así también disminuya el peligroso déficit que arrastra como consecuencia, entre otros factores, de larga travesía de mínimos históricos que atraviesan los tipos de interés.
Cambios en la generación
No obstante, la industria nuclear seguirá librando la batalla contra la fiscalidad que padece, consciente de que el escenario de precios puede cambiar en cualquier momento y volver a provocar turbulencias en la cuenta de resultados de las operadoras. "Consideramos que pagar en impuestos un 42% de nuestros ingresos es algo brutal", apuntó Araluce en un encuentro de medios de comunicación.
El presidente de Foro Nuclear aventuró que el mercado de generación tendrá que ser reformado a medida que se vaya incrementando la penetración de las renovables en el mix debido a que el coste variable de esta tecnología es tendente a cero. "De este modo, con el precio ocurrirá algo similar y el sistema será insostenible".
Con el nuevo escenario, la historia operativa de las centrales se acabará en 2035, cuando está programado el fin de la actividad de la última planta. Pero el sector no descarta que el futuro dibuje un escenario diferente. "El acuerdo con el Gobierno es inamovible… hasta que deje de serlo", apuntó irónicamente Araluce para después exponer que, llegado el año 2027, el fijado para el cierre de Almaraz, el Ejecutivo tendrá que analizar la situación que se dé en ese momento.
"Si para entonces la potencia instalada con renovables es suficiente para asegurar el suministro, nada cambiará; pero si no es así, el Gobierno podrá hacer dos cosas: o seguir con lo acordado y que haya apagones o revisar los acuerdos", lo que daría una vida extra a las plantas nucleares.
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