La imagen ha vuelto a repetirse en el puente de Todos de los Santos: los españoles siguen llenando bares, terrazas, restaurantes y chiringuitos playeros. En un escenario europeo de guerra, con la inflación aún desmadrada, con previsiones creíbles de recesión, la economía sigue luciendo buena salud en las calles. Una contradicción aparente que lleva a los economistas -y a los ciudadanos- a preguntarse si el Banco de España o la AIReF son excesivamente agoreros al vaticinar un bache profundo e inminente.
La explicación hay que buscarla, de nuevo, en la monumental bolsa de ahorro que los hogares acumularon durante la pandemia. Es esa hucha la que está propiciando que millones de españoles mantengan sus costumbres de ocio pese a la inflación. Hasta ahí, la parte positiva. Esta tendencia, a la vez, contribuirá a la importante caída del consumo que pronostican muchos servicios de estudios. La demanda flaqueará según se agote la bolsa de ahorro, contribuyendo al retroceso del PIB esperado en el último trimestre de este año y el primero de 2023. Es entonces cuando la economía entrará en recesión técnica, y quedará demostrado que el Banco de España y la AIReF tenían motivos para ver la botella medio vacía, aunque los bares sigan llenos.
Vayamos a las cifras. El Instituto Nacional de Estadística (INE) tuvo que revisar al alza recientemente el ahorro atesorado durante la pandemia. Hasta el pasado septiembre, se estimaba que los hogares habían acumulado una bolsa extra de 60.000 millones en 2020 y de 34.000 millones en 2021. Hablamos de ahorro forzoso: dinero que se guarda ante las dificultades para gastarlo, por culpa de los confinamientos y las restricciones. Tras la revisión, el INE elevó esa ‘hucha’ hasta los 81.000 millones y 53.000 millones, respectivamente. La suma da un total de 134.000 millones de euros, todo un récord. "El colchón de que disponen los hogares para afrontar la pérdida de capacidad adquisitiva derivada del aumento de la inflación es mayor de lo que se creía", admitían los economistas de Funcas tras analizar los nuevos datos.
La tasa de ahorro de las familias alcanzó un pico del 33,5% de la renta disponible en el segundo trimestre de 2020, coincidiendo con la declaración del Estado de Alarma. Desde entonces se mantuvo en niveles extraordinariamente altos. En el segundo trimestre de 2021 ascendió al 21,2% y un año más tarde marcaba aún un 16,1%, muy por encima de los registros previos a la pandemia. "Pese al encarecimiento de la cesta de la compra, en la primera mitad de este año los hogares tomados en su conjunto han sido capaces de ahorrar un mayor porcentaje de su renta disponible que antes de la pandemia", recalcan desde Funcas.
Ahora bien, la estadística del INE refleja una tendencia descendente. La inflación, que ha registrado picos desorbitados (10,8% en julio) y que cerrará el año con un incremento medio cercano al 8,5%, ha ido erosionando la bolsa de ahorro. Se consume lo mismo, pero se paga más caro. Y eso también se nota en la estadística. Entre enero y junio, los hogares ahorraron 33.000 millones, casi la mitad que en el mismo periodo del año anterior. "Si eliminamos los efectos estacionales y de calendario, la tasa de ahorro del sector disminuye un punto y ocho décimas respecto al trimestre anterior y se sitúa en el 8,5%", precisan desde el INE.
La reducción progresiva del ‘colchón’ explica, por ejemplo, por qué las ventas de coches no acaban de remontar o por qué sigue disparada la demanda de vehículos de segunda mano (el triple que la de nuevos). En octubre, según Anfac, se matricularon casi 66.000 unidades, muy por debajo de las 90.000 habituales en los años previos a la pandemia. El sector, de hecho, sufrió dos años de caídas y viene experimentando una tímida recuperación desde el pasado agosto.
Los mismos españoles que han intentado mantener el nivel de vida asumen que las cosas empeorarán en los próximos meses. Ese sentimiento lo refleja con fidelidad el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El Índice de Confianza del Consumidor de octubre se sitúa en 54,7 puntos. Un año antes, ascendía a 97,3, casi el doble. El desplome (42,6 puntos) obedece al "retroceso de la valoración de la situación actual en el último año y a un descenso de en las expectativas de futuro", según el propio CIS.
La erosión de la bolsa de ahorro y las malas expectativas de los consumidores contribuirán a enfriar la economía en los próximos meses. Hasta el propio Gobierno pronostica un débil crecimiento del consumo (1,3%) en los Presupuestos Generales del Estado de 2023. De hecho, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, confía en que España esquivará la recesión gracias al tirón de la inversión empresarial, propulsada con los fondos europeos.
"Todo apunta a una agudización del debilitamiento que viene observándose en los últimos meses", señala el último informe de previsiones de Funcas. "El principal factor es la pérdida de poder adquisitivo de los hogares como consecuencia de la inflación, y su mayor incidencia en el consumo privado en relación a la primera parte del presente ejercicio".
Los economistas de Funcas rematan con una advertencia: "la tasa de ahorro de los hogares se ha reducido ya hasta niveles próximos a la media de los últimos años, lo que significa que muchas familias ya no disponen de un colchón de liquidez para compensar la pérdida de capacidad de compra de sus ingresos".
La bolsa de ahorro se agota y las revisiones salariales -con subidas del 2,6% pactadas por convenio- no servirán para alimentarla. Las rentas medias seguirán perdiendo, por tanto, alicientes para consumir. O para seguir llenando bares y restaurantes. Las rentas más bajas, directamente, llevan meses sin poder hacerlo. No ahorraron cuando otros podían y han afrontado la escalada de la inflación con la hucha totalmente vacía.
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