La vida de las familias se ha encarecido un 13% en dos años, si se compara el nivel actual del Índice de Precios de Consumo (IPC) con el que tenía en octubre de 2020, antes de la crisis inflacionista. El IPC mide la evolución de los precios de un conjunto de productos y servicios básicos que consumen las familias. Aquí entra la energía, pero también la compra en el supermercado, el alquiler, el transporte o los restaurantes.
Normalmente cuando medimos la inflación, una palabra que en sí misma ya implica subida de precios, nos referimos a la variación que ha sufrido el IPC en un año. En octubre, la subida respecto al mismo mes de 2021 fue del 7,3%, 1,6 puntos inferior a la de septiembre (8,9%). Sin embargo, hay que tener en cuenta el denominado 'efecto base': que en octubre del año pasado el encarecimiento de la energía ya había elevado el IPC un 5,4% respecto a octubre de 2020.
Por eso, para reflejar de manera más fiel la subida acumulada que sufren los hogares y 'limpiar' esos efectos base, habría que tomar un punto de referencia anterior, con precios más estables. Por ejemplo, octubre de 2020, fecha desde la que el conjunto de bienes y servicios que componen la cesta de la compra del INE se han encarecido un 13%, del que un 7,3% corresponde al último año. Si se compara con octubre de 2019, la subida ronda el 12%.
Javier Ibáñez de Aldecoa, economista del departamento de Economía Española de CaixaBank Research, considera "totalmente válido" mirar la variación de precios acumulada entre diferentes años siempre que se compare con el mismo mes, "para evitar que los efectos estacionales desvirtúen la interpretación del dato".
No obstante, el experto también destaca que "la inflación (la variación interanual) sigue siendo clave, a pesar de los efectos de base, porque es la métrica que marca la política económica, sobre todo la intervención del Banco Central Europeo (BCE). Al fin y al cabo, la estabilidad de precios está definida en términos de inflación (cercana pero por debajo del 2%), uno en términos de nivel de precios".
Los precios siguen subiendo
En definitiva, lo que está ocurriendo es que, al prolongarse durante meses o años el periodo inflacionista, vamos acumulando subidas en los precios. El IPC empezó a subir con más fuerza de lo normal en la primavera de 2021, por el encarecimiento de la electricidad, tras años de cierta estabilidad, y sigue haciéndolo a día de hoy.
Ahora la electricidad se está abaratando (en octubre los precios fueron un 22,5% y un 15,4% más bajos que en septiembre de este año y que en octubre de 2021, respectivamente), pero se compensa en el IPC con otros componentes que siguen subiendo contagiados por ese encarecimiento inicial de la energía. Los productores y distribuidores, también afectados por una energía más cara, trasladan el aumento de costes al precio final de sus productos y servicios.
La caída de los precios de electricidad en los últimos meses viene dada por el ajuste a la baja en el precio de referencia del gas de España. "Hay factores persistentes detrás de la moderación del precio del gas (el efecto del anuncio de la intervención del precio del gas por parte de la UE o la menor probabilidad de racionamiento de gas en invierno) y otros temporales (las elevadas temperaturas en Europa que están posponiendo la “puesta en marcha” de las calefacciones y, ligado esto último, el llenado de las reservas de gas en países clave como España, Alemania y Francia)", explican desde Caixabank.
En el otro extremo están los alimentos, los muebles o los hoteles y restaurantes, productos y servicios que siguen encareciéndose mes a mes. En término generales, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido un 15,4% respecto al año pasado. Como empezaron a encarecerse más tarde, si tomamos como base octubre de 2020 el resultado no es muy diferente (como sí ocurre en el IPC general): ahora la compra está un 17,4% más cara que entonces.
Lo mismo pasa con los muebles y artículos del hogar (un 8% y 9,3% más caros que en octubre de 2021 y de 2020, respectivamente), y con los restaurantes y hoteles (siguen un 7,9% más caros que hace un año y un 10,1% más que hace dos), según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
La inflación seguirá alta hasta 2024
Esto hace que la inflación subyacente (índice general sin incluir los alimentos frescos ni los productos energéticos) se mantenga en el 6,2%. Respecto a octubre de 2020 se sitúa un 7,6% por encima; y respecto a octubre de 2019; un 7,9% más alta.
Esta inflación subyacente es menos volátil que el IPC general al extraer la energía, lo que también lo convierte en más preocupante al reflejar el contagio a otros productos que no vuelven a bajar precios con tanta facilidad y, por tanto, traducirse en una inflación más persistente.
Todos los organismos económicos asumen que la inflación seguirá elevada durante una temporada. La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ya ha avanzado que se mantendrá en el 7% hasta final de año para recuperar la senda descendente en 2023. De hecho, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) espera un repunte de la tasa de inflación general en noviembre, hasta el 7,7%, para volver a descender en diciembre al 7,1%.
"De cara a 2023, esperamos que la inflación se mantenga elevada, en el 4,5%, debido a la persistencia de la inflación subyacente", comentan desde Caixabank Research. Una previsión similar tiene Funcas (4,7%), que plantea dos escenarios alternativos: si el precio del gas supera el descontado en los futuros en un 20%, el incremento interanual del IPC general se situaría en el 5,4%. En otro escenario en el que el precio del gas fuese un 15% inferior, dicha tasa sería del 4%.
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