La inflación sigue creciendo. El Índice de Precios de Consumo (IPC) alcanzó en febrero una tasa del 7,4% en términos interanuales, la más alta de la crisis energética que vive España desde el pasado año y 1,3 puntos por encima de la tasa de enero (6,1%). De esta forma, los precios siguen en niveles récord de hace tres décadas, no subían tanto respecto al mismo mes del año anterior desde julio de 1989, según los datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) este lunes.
Esta evolución se debe, según el INE, a "subidas generalizadas en la mayoría de los componentes" del IPC. Entre ellos destaca las de los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas y las de los carburantes y combustibles, así como el comportamiento de los precios de la electricidad, que este mes disminuyeron pero menos que en febrero de 2021. Aunque el INE no hace referencia a este asunto, en febrero la inflación también estuvo avivada por el estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha disparado los precios del gas y la electricidad.
Además, también ha tenido su influencia el 'efecto base' al que hacen referencia los economistas. En enero la inflación continuó en tasas anuales no vistas desde hace tres décadas, pero se redujo ligeramente (cuatro décimas) respecto a diciembre (cuando la tasa anual alcanzó el 6,5%) gracias al 'efecto escalón' a la baja en la electricidad, consecuencia de un fuerte encarecimiento en enero del año pasado con Filomena, mientras que en enero de este año sufrió un descenso. En febrero ocurrió lo contrario: en el mismo mes de 2021 los precios descendieron, por lo que la comparativa es más acusada.
La inflación subyacente alcanza el 3%
Por su parte, la tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumenta seis décimas, hasta el 3,0%. Sin contar el impacto de la guerra de Ucrania, los expertos de Funcas ya apuntaban hace unas semanas que la subyacente cerraría el año con una media del 2,3%, un nivel que no se alcanzaba desde 2008.
La evolución de este indicador sin productos energéticos ni alimentos no elaborados es el que más preocupa a los economistas y expertos, pues elimina los precios más volátiles y, por tanto, representa de manera más fiel la situación estructural de la economía del país. En este sentido, su escalada permanente como consecuencia de los efectos de segunda ronda (con subidas de salarios para evitar que los ciudadanos pierdan poder adquisitivo) puede reflejar una consolidación de los precios en el medio plazo.
España entró en los 2000 con una inflación subyacente muy elevada y se aproximó al 4% en aquellos primeros años de la década por el encarecimiento de las materias primas energéticas y la depreciación del euro frente al dólar. Sin embargo, con la crisis financiera, la variación en los precios de consumo comenzó a moderarse, con tasas anuales medias por debajo del 1% desde 2014.
Sin embargo, con el avance registrado en febrero, el Instituto Nacional de Estadística confirma el ‘contagio’ progresivo de la inflación, que amenaza con enquistarse en España y que, según los cálculos de Caixabank Research, superará en el promedio del año a Alemania, Italia o Francia, lo que podría restar competitividad a nuestro país.
Además, Funcas ya ha advertido que la guerra en Ucrania puede elevar hasta dos puntos la inflación media en España este año, pasando del 4,6% estimado hasta ahora al 6,5%, por el efecto del incremento de los precios energéticos que se está registrando en los mercados como consecuencia del conflicto. Esto erosionaría la capacidad de compra de los hogares, restando fuelle a la recuperación del consumo privado y con una importante incidencia en el crecimiento económico.
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