Los alimentos y bebidas no alcohólicas siguieron en junio un 10,3% más caros que hace un año y no bajaron de precio. Así lo refleja el Índice de Precios de Consumo (IPC). Los productos del supermercado registraron una subida del 0,2%, algo más moderada que la de mayo (0,4%) y abril (0,3%), pero en cualquier caso se encadenan ya más de veinte meses de subidas. La última bajada mensual se produjo en septiembre de 2021.
Además, si se observa sólo la categoría de alimentos (y se dejan fuera las bebidas no alcohólicas), el crecimiento mensual es del 0,4%, igual que en mayo. Es decir, que en general dentro de la alimentación no hay una ralentización de la subida y son las bebidas las que mejoran el dato, al registrar un abaratamiento del 0,8% respecto a mayo.
La tasa anual del 10,3% es más moderada que la del año pasado, más de un punto y medio por debajo de la del mes anterior (12%), por el 'efecto base': los alimentos ya registraron un fuerte encarecimiento el junio del año pasado y, por esa razón, la comparación no es tan grande. Pero eso no significa que los precios estén bajando, como refleja el gráfico.
"Los precios de las frutas, el pan y cereales y la carne han aumentado menos que en junio de 2022. También influye la estabilidad de la leche, queso y huevos, frente a la subida del año anterior, y la bajada de los precios de las legumbres y hortalizas, que aumentaron en junio del año pasado", explica el INE.
En todo caso, también señala, en sentido contrario, la subida de los precios del aceite y grasas, frente a la bajada de junio de 2022. En junio subieron un 2% respecto a mayo y son un 15,4% más caras que hace un año.
De hecho, las mayores subidas de precios del IPC respecto a junio del año pasado se concentran en la alimentación: el azúcar, un 44,9% más caro; el aceite de oliva (31%); las patatas (27,8%); el arroz (21,9%); y la fruta en conserva (21,7%).
La 'ilusión' de la inflación en junio
La inflación general el pasado mes dio un respiro en junio al bajar al 1,9%, siendo ésta la variación anual más baja registrada desde abril de 2021, según confirma este miércoles el Instituto Nacional de Estadística (INE). También mejoró en dos décimas la inflación subyacente (excluyendo la energía y los alimentos frescos), pero sigue en el 5,9%.
Con el dato de junio la inflación general cumple ya el objetivo del Banco Central Europeo (BCE) del 2%.
Sin embargo, la realidad es otra. La inflación ha descendido hasta el 1,9% fundamentalmente por un efecto estadístico de comparar los precios actuales con los de junio de 2022, cuando la energía se encareció hasta tocar máximos.
Los expertos alertan de que esta mejoría será fugaz y en julio o, a más tardar, agosto, la inflación volverá a repuntar para acabar el año cerca del 5%. ¿Por qué ocurrirá esto? En primer lugar, porque ese efecto estadístico que este mes ha jugado a favor, en lo que resta de año lo hará en contra.
Tras tocar techo en el verano de 2022, los precios de la energía iniciaron su descenso y ahora se mantienen relativamente estables en niveles más bajos, lo que hará que en los próximos meses esa diferencia en el componente energético no sea tan acusada y no reste tanto al IPC.
Pero, además, hay otro factor clave: los precios llevan desde enero sin registrar una sola bajada y en el primer semestre se han encarecido un 2,5% (un 3% si se excluyen los componentes más volátiles, como la energía y los alimentos frescos). Dicho de otra forma, los precios aún suben con más intensidad de lo habitual.
Además, el segundo semestre España tampoco saldrá 'favorecida' en la comparativa con la Unión Europea. Durante la primera parte del 2022 nuestro país sufrió una inflación más elevada que el conjunto de la UE, pero desde septiembre está en una mejor posición que la media europea gracias a su menor dependencia del gas ruso y la diversificación de proveedores energéticos.
Sin embargo, por esta razón España ahora volverá a ver crecer su inflación, mientras que la UE, con tasas de inflación más elevadas en el segundo semestre de 2022, se beneficiará de ese 'efecto base' y seguirá su senda de descenso. De esta forma, es posible que a finales de año ambas tasas confluyan, es decir, que España y la Unión Europea acaben teniendo una inflación similar.
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