Economía

Pablo Isla, Reynés y el futuro de La Caixa 'post Fainé'

Isidro Fainé sigue en el puesto de mando, divisando Barcelona, casi cada día, desde la perspectiva que otorgan las Torres Negras de La Caixa en la Diagonal. Su intención es

Isidro Fainé sigue en el puesto de mando, divisando Barcelona, casi cada día, desde la perspectiva que otorgan las Torres Negras de La Caixa en la Diagonal. Su intención es seguir haciéndolo durante los próximos cuatro años. Si las fuerzas se lo permiten, el histórico banquero, de 79 años, aguantará hasta 2026 al frente de la Fundación más poderosa de España. Con su renovación en el cargo, aprobada este martes, Fainé se da un plazo amplio para trabajar en el asunto más sensible de la casa: su propia sucesión.

Del futuro de La Caixa 'post Fainé' se habló ayer a última hora en los mentideros más VIP de Madrid y Barcelona. Por la extensión del mandato del banquero de Manresa. Y, sobre todo, por la inesperada incorporación de Pablo Isla al Patronato de la Fundación Bancaria La Caixa.

El nombre del todavía presidente ejecutivo de Inditex aparecía casi 'camuflado' en la nota de prensa oficial. En concreto, a Isla se le situaba en cuarta posición del titular, rezagado casualmente -o no- por orden alfabético, por detrás de los otros tres nuevos patronos: José María Álvarez Pallete, Isabel Gabarró y Joaquín Gay de Montellá. Hablamos de un trío de nivel, compuesto por el presidente de Telefónica, la exconsejera de La Caixa y Repsol, y el empresario y expresidente de Foment del Treball.

Pero la figura de Pablo Isla, ocupe el lugar que ocupe en la nota, emerge sobre todas las demás e invita a colarle en todas las quinielas de la futura sucesión de Fainé. Por varias razones.

La primera es su inigualable currículum: él es el artífice de la gran expansión de la multinacional gallega, tras coger el testigo de Amancio Ortega en 2010. Dejará la presidencia el próximo 1 de abril con el mérito de haber situado al grupo gallego como primera compañía del Ibex, elevando un 125% las ventas y triplicando el número de países donde tienen presencia Zara y el resto de marcas de Inditex.

La segunda es su inminente salida de Arteixo, sede de la multinacional. En poco más de un mes, dejará el puesto en manos de Marta Ortega. Con 58 años y unos méritos que hacen salivar a los cazatalentos más 'top' de la capital. Y a los accionistas de algunas grandes empresas que necesitan desde hace tiempo un cambio de aires en la dirección.

Faine ficha a Pablo Isla para la Fundación La Caixa
Pablo Isla, presidente de Inditex.

La sucesión de Fainé es espinosa por todo el poder que atesora. La Fundación Bancaria La Caixa controla Criteria Caixa, el holding del que cuelgan todas las participaciones del grupo más influyente de Cataluña (incluida Caixabank, el principal banco de España). Y el banquero preside las dos: renovó para cuatro años en Criteria en febrero de 2020, al inicio de la pandemia; y acaba de asegurarse su mandato para otros cuatro en la Fundación.

El debate sucesorio es más o menos tabú en la sede barcelonesa de la Diagonal. En Madrid, sin embargo, el asunto suele salir a flote entre 'los Ibex' cuando se habla, paradójicamente, del futuro de otro directivo: Francisco Reynés. El actual presidente de Naturgy -controlada por Criteria- siempre ha aparecido en un lugar preferente en las cábalas. Es un hombre de Fainé, el alumno más aventajado del 'universo Caixa', el que ha ejecutado con pulso firme todos los encargos. Conoce al dedillo por dentro la casa -fue director general del holding-, llevó en su día el timón de Abertis hasta la desinversión y relevó al propio Fainé al frente de Naturgy en 2018.

Reynés siempre ha sido, por motivos evidentes, un candidato firme a heredar el trono. La suya sería una sucesión natural, cocinada en casa. Como lo sería también la elección de Ángel Simón, manresano como Fainé y presidente de Agbar, cuyo perfil suele aparecer a veces en las apuestas. Sin embargo, la llegada de Isla invita a reflexionar sobre una 'tercera vía', habida cuenta de la demostrada capacidad del directivo y su excelente imagen como empresario.

Isla siempre ha mantenido la distancia justa con las fuerzas políticas. Una virtud indispensable en una organización tan viva y complicada como La Caixa

Sería un giro de guión sorpresivo, pero no imposible. Isla ni es catalán ni ha tenido nunca vínculo profesional alguno con La Caixa. Pero cuenta con una reputación intachable, óptima para un sector como el bancario, que no ha levantado cabeza desde la crisis de 2008 y que está inmerso en un proceso inacabado de reconversión (similar al que ha sufrido y está lidiando con éxito Inditex). Su perfil, de hecho, encajaría como un guante en el Santander de Ana Patricia Botín; o en el BBVA de Carlos Torres, que afronta un futuro cargado de nubarrones por el 'caso Villarejo'.

El ejecutivo madrileño, además, siempre ha mantenido la distancia justa con las fuerzas políticas. Una posición pragmática, profesional y equidistante, que le ha valido para ganarse el respeto de quienes mandan y de quienes intentan mandar. Una virtud indispensable en una organización tan viva y complicada como La Caixa, que ha tenido que lidiar con el separatismo en la calle y en sus propias filas, y en cuyas manos ha estado en el pasado -o sigue estando en el presente- la defensa de la 'españolidad' de compañías estratégicas como Repsol, Abertis, Naturgy o Telefónica.

Será el propio Isla quien desvele en los próximos meses hacia dónde reorienta su carrera. En cualquier caso, no habrá relevo efectivo en el puente de mando de las Torres Negras hasta dentro de cuatro años, salvo que sea el propio Fainé quien decida echarse a un lado. A juzgar por su reelección de ayer y por lo que afirman quienes le conocen -"sigue al pie del cañón"-, no lo parece.

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