"Por si acaso, voy a comprar una caja de cartón para recoger mis cosas". Horas antes de romperse el Govern catalán, Jaume Giró contestaba con sorna a quien le interrogaba sobre su futuro incierto. La procesión iba por dentro. Con los presupuestos autonómicos enfilados, con la vicepresidencia de la Generalitat en bandeja, con un escaparate envidiable para avanzar en la arena política, el conseller de Economía y Hacienda temía que lo peor podía pasar. Y pasó.
A última hora del viernes, la militancia de Junts per Catalunya aprobó el divorcio con ERC, que implicaba la salida de todos sus representantes en el Govern. Incluido el propio Giró. El directivo, protagonista de una carrera meteórica, dueño de tantos secretos del 'establishment' político, empresarial y financiero catalán, se quedaba en la cuneta. Un giro de guion imprevisto que obliga al también periodista a labrarse otra vida. O a darle otra oportunidad a la que emprendió en mayo del pasado año, cuando aceptó la invitación de Junts para incorporarse al Ejecutivo de Pere Aragonés.
Giró guarda silencio. Tras un fin de semana de reflexión, relativamente hermético ante la avalancha de mensajes recibidos, el ex conseller se afana en hacer una nueva composición de lugar. Seguirá en las filas de Junts, un partido destrozado por las pugnas internas. La decisión de los militantes -el 55,73% votó el viernes por abandonar el Ejecutivo- agranda la brecha entre la facción más radical de Junts, liderada por Carles Puigdemont y Laura Borrás, y el ala más moderada, de la que forma parte Giró.
El salto a la política, hace año y medio, del ex alto directivo de La Caixa sorprendió en algunos 'cenáculos' de la burguesía barcelonesa. La entidad financiera vivió el huracán del Procés desde el mismo epicentro, haciendo malabarismos para que su postura oficial no repercutiera a su estrategia ni a su reputación, dentro y fuera del territorio catalán. Jaume Giró era entonces mano derecha de Isidro Fainé, quien apuró al máximo para anunciar la decisión más dolorosa de la historia del banco: el 6 de octubre, cinco días después de que los independentistas sacaran las urnas ilegales, el consejo de administración aprobó llevarse la sede de CaixaBank a Valencia.
Giró aguantó dos años más en el grupo, como director general de la Fundación Bancaria La Caixa, uno de los puestos más codiciados de Barcelona, por el presupuesto administrado y, sobre todo, por la inmensa influencia que proporciona. Podría decirse que La Caixa es el segundo ente con más poder de Cataluña. El tercero sería el F.C. Barcelona y el primero, evidentemente, la Generalitat.
El desgaste acumulado y la pérdida mutua de confianza desembocó en el divorcio entre Fainé y Giró, quien dejó el cargo en diciembre de 2019. Tras un breve periplo empresarial -fundó una consultora de comunicación e impulsó un medio de comunicación ('The New Barcelona Post')-, el periodista probó suerte con el tercer 'centro de poder' catalán. Se incorporó a la candidatura de Joan Laporta para presidir el Barça. El suyo no era un fichaje más. Su experiencia como alto directivo en el Ibex (CaixaBank, Gas Natural y Repsol), y sus buenas conexiones con la alta burguesía y los medios de comunicación, eran armas envidiables para Laporta, quien asumía el reto de combatir la ruina económica del club.
Giró participó activamente en una candidatura que acabó resultando ganadora en las elecciones. Contra todo pronóstico, sin embargo, el ex directivo saltó del barco unos días después de que Laporta fuera coronado presidente del club blaugrana. Alegó una incompatibilidad personal y profesional (sus compromisos le impedían pasar en Barcelona el tiempo que requería el cargo). Pero, tras la ruptura de ese matrimonio sin consumar, se ocultaban las discrepancias de última hora sobre la nueva estructura de mandos del Barça. Giró deseaba más control de las finanzas y la comunicación del club, una aspiración que Laporta -personalista, más ambicioso aún- no se podía permitir.
El ex directivo apenas tardó dos meses en colgarse el 'dorsal' para otra carrera, la más empinada pero las más gloriosa si se gana: la del poder político en la Generalitat. Jaume Giró dio un paso al frente, asumiendo públicamente su deseo de trabajar por la independencia de Cataluña. Al aceptar el puesto de conseller de Economía con la camiseta de Junts, se adentraba en un terreno que nunca había transitado. Y el reto no era tanto de gestión -había sido un 'mandamás' en La Caixa-, como de supervivencia. Él era un 'neoconvergente' moderado en un partido con demasiados radicales.
En su corto mandato, Giró ha sido capaz de sacar adelante los Presupuestos. Todo un logro teniendo en cuenta los difíciles equilibrios que sostienen al Govern. Hace un mes, el propio conseller presentó las cuentas públicas, que incluyen el mayor techo de gasto desde la crisis de 2008 (33.000 millones, un 10% más). Unos Presupuestos de corte expansivo para contrarrestar el estancamiento económico que se avecina en 2023. Además, se 'atrevía' a proponer el incremento del mínimo exento del Impuesto de Patrimonio, de 500.000 a 700.000 euros. Un guiño de cara a la burguesía regional y un sapo que tragar para sus socios de ERC.
Giró guarda silencio. Tras un fin de semana de reflexión, relativamente hermético ante la avalancha de mensajes recibidos, el ex conseller se afana en hacer una nueva composición de lugar. Toca esperar y observar
Jaume Giró no podrá cerrar el círculo presupuestario. La misión, paradojas de la política, está ahora en manos de ERC, que tendrá que defenderlos en el Parlament. El propio Oriol Junqueras, a años luz en lo ideológico del ex director general de La Caixa, ha pedido este lunes a Junts que apruebe "los presupuestos de Giró". "Lo que era bueno hace unas horas, sigue siendo bueno", ha remarcado en TV3.
El problema es que Junts afronta una crisis sin precedentes. Está en el aire su futuro, su papel en la política catalana y su propia esencia. Se lo recordó a las bases y a los 'capos' de su formación el propio Giró este viernes, horas antes de la fatídica ruptura. "Lo que aquí está en juego es la misma esencia de Junts, ¿somos un partido o un movimiento? Yo estoy con los que creen que es un partido", aseguró, también en la televisión pública catalana. "Un partido es un instrumento institucional que intenta llegar al poder para ejercerlo y aplicar las políticas públicas en que cree".
Apartado ya de su cargo público, Giró espera y observa. El periodista al que más de un empresario influyente catalán situaba, a medio plazo, en la batalla por presidir la Generalitat, debe medir ahora cuán hondo es el agujero de Junts. Quienes aspiran a vivir varias vidas no pueden dar pasos en falso.
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