La reaparición de Aznar en la arena política para denunciar a finales de mayo de 2013 que los impuestos eran demasiado altos provocó un pequeño cataclismo en el PP y fue el acicate que obligó a Montoro a reaccionar dos semanas más tarde creando una Comisión de Expertos para la Reforma Fiscal, según sostienen fuentes del entorno de Hacienda.
Pese a las presiones procedentes del Ministerio, Aznar insistió en la publicación de una propuesta de reforma fiscal elaborada por FAES. Y todo ello al tiempo que el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, intentó mediar entre las partes y que el diario El Mundo se embarcaba en una cruzada para que se redujese la presión tributaria... Así no es de extrañar que el ministro de Hacienda se muestre ahora tan reacio a seguir en su totalidad las recomendaciones de los sabios.
A finales de mayo de 2013, José María Aznar concedió una entrevista en Antena 3 en la que afirmó que "España necesita una reforma fiscal profunda". "El castigo a las clases medias está siendo muy fuerte. Hay que bajar impuestos”, defendió un expresidente desafiante, en una suerte de enmienda a la política económica del PP a la vez que en los medios le aireaban que la trama de Correa financió los gastos de iluminación de la boda de su hija.
Bastó la palabra 'impuestos' para que algunas bases electorales del PP recordaran por qué le votaron, olvidando de un plumazo el estigma de Irak. “La intervención enardeció a un sector del partido que se encuentra muy a disgusto con las políticas económicas del actual Ejecutivo. Más preocupado por el déficit, Montoro apenas quería cambios. Pero el ataque de Aznar abrió el melón de los impuestos y le obligó a reaccionar”, explica una fuente conocedora de los entresijos del Gobierno.
La afirmación de bajar los impuestos pronunciada por los labios de Aznar causó al instante una marejada en el PP, un partido que después de haber aprobado medio centenar de alzas tributarias estaba perdiendo la credibilidad en el terreno que siempre le brindó más votos: la política fiscal. No en vano, estas fuentes apuntan que el mismo Aznar obtuvo la mayoría absoluta de la segunda legislatura tras una rebaja de impuestos.
Por si fuera poco, justo en esos meses de abril y mayo, el diario El Mundo lanza una campaña inmisericorde con el Gobierno en la que reclama que se recorten los impuestos. Según señalan algunas fuentes, la relación entre el matrimonio Aznar y Pedro J. Ramírez vive por esas fechas sus días de vino y rosas.
Tensiones por el 'fuego amigo'
Con la vista puesta en el ecuador del mandato de Rajoy, Aznar había dado orden en FAES de que se trabajase sobre dos áreas que a su entender resultaban esenciales para reactivar el crecimiento: la fiscal y la energética. Y conforme se acercaba la fecha del Campus FAES en el que se publicarían los informes, allá por la primera semana de julio de 2013, un Gobierno preso de los nervios intentó frenar ambos.
Aunque algunas fuentes aseguran que el retraso del plan energético de FAES se debió a que hacía falta actualizar los datos que lo sustentaban, otras insisten en que la presentación del documento sobre energía se pospuso a octubre de forma que no coincidiese con los decretos de reforma energética de julio. “Jugó un papel decisivo la buena relación del ministro Soria con Aznar”, comenta alguien cercano al Ministerio de Industria. Al final, la estrategia energética se publicó en noviembre, con la presencia destacada del secretario de Estado, Alberto Nadal.
Sin embargo, al mismo tiempo los movimientos para que Aznar aparque la propuesta de reforma fiscal no prosperan. El expresidente deja claro que este asunto se trata de un empeño personal, una iniciativa imprescindible para promover la recuperación. Según fuentes de la órbita de Hacienda, los directivos de FAES intentan, no obstante, tender la mano y mostrar desde el primer momento un ánimo conciliador, invitando a la presentación del documento a los representantes del Ministerio.
En ese contexto y de acuerdo con dichas fuentes, entre abril y mayo se suceden las conversaciones con el secretario de Estado de Hacienda como interlocutor. En una comida, Miguel Ferre se presta a una solución a medio camino y ve con buenos ojos que Montoro asista y así desactive cualquier intento de incitar la confrontación. La idea consiste básicamente en que el titular de Hacienda sólo tuviera que alabar la contribución al debate y afirmar que estudiaría el documento con atención.
Pero la mediación de Ferre no sirve. El ministro se niega en redondo a acudir a la cita. No está dispuesto a soportar una suerte de rapapolvo moralista sobre los impuestos cuando considera que ha hecho todo lo que está en su mano para salvar las cuentas públicas de la quiebra. "El ministro sabe que con tal de apuntalar la recaudación ha tenido que parchear una y otra vez el sistema fiscal. Sin embargo, no le gusta que le recuerden que así ha alimentado una especie de Frankenstein tributario", comentan.
Y surge la inspiración de los sabios
Coetáneo a esos hechos, el Ministerio de Empleo hace pública la reforma de las pensiones confeccionada por los expertos. Y surge la idea genial. Siempre denostado por su facilidad para calentarse la boca y meter la pata, Montoro da un golpe de sutil astucia política. En un momento en el que, por ridículo que parezca, se barrunta un cierto ruido de sables en el partido, el ministro interpreta que tan sólo necesita ganar tiempo. Es sólo una cuestión de meses el que la recuperación que otea en el horizonte le traiga un poco de dinero fresco con el que poder bajar impuestos sin hacer un agujero en la caja. Y a toda prisa copia el modelo de una comisión de sabios y la anuncia dos semanas después de que Aznar hable en Antena 3.
Gracias a la Comisión liderada por Manuel Lagares, Montoro obtiene una nueva prórroga. Una solución con la que, además de acallar cualquier crítica, mata varios pájaros de un tiro: se gana tiempo ante una Comisión Europea que exige más medidas en el ámbito fiscal, se abre un debate que durará meses y durante el cual el Gobierno podrá machacar el mensaje de que bajará impuestos, se logra que los expertos sirvan de cobertura para aplicar las medidas que luego se consideren más oportunas y se da una nueva patada hacia adelante al entuerto de la financiación autonómica y Cataluña.
“Fue una cortina de humo, y la prueba del nueve es cuánto aplica Montoro de todo lo que le recomiendan los expertos. El ministro ya se ha desmarcado de muchas de las medidas. Quizás la ironía reside en que las propuestas de FAES y de la Comisión Lagares coinciden en bastantes cosas”, explica una de las fuentes.
Dos puntos de vista distintos
Detrás de estas tensiones subyacen dos concepciones distintas de la política económica: “La reforma fiscal que proponen los expertos de Hacienda dejará todos los tipos impositivos efectivos por encima de donde los situó Aznar. La teoría habitual es que ahora mismo no se pueden bajar impuestos porque se cae la recaudación y en eso está Montoro cuando defiende que sólo se puede reducir la carga tributaria una vez llegue la recuperación. Pero Aznar piensa que el recorte de impuestos acompañado de la reducción del gasto es condición esencial para el despegue, aunque al principio se resientan los ingresos”, sostiene un allegado.
Otros en cambio no comparten esa visión: “Es cierto que Aznar tomó las medidas necesarias para que mucha gente consiguiera un trabajo más rápido, y que gran parte de los problemas que ocurrieron después también proceden de todas las reformas que estuvieron sobre la mesa durante la primera legislatura de Zapatero pero que siempre se pararon. Sin embargo, Aznar tuvo una ventaja imbatible con la que no podrá contar Montoro: todo el endeudamiento privado que permitió que el PIB se disparase”.
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