Las primeras medidas que adoptaron el Banco Central Europeo y los gobiernos de los 27 países de la UE este año tuvieron como principal objetivo proveer de la suficiente liquidez a las entidades financieras para incentivar la concesión de créditos a las empresas, con el fin de que disfrutaran de un dinero que se reducía a cero a medida que se cerraba la actividad económica en las primeras semanas de la pandemia.
Entre los meses de marzo y junio, los bancos han concedido 165.262 millones de euros de financiación a las empresas, un 42,5% más que en los mismos meses de 2019. Alcanzado el objetivo propuesto con suficiencia, las sociedades se encuentran con un dilema: invertir o atesorar el dinero por si lo peor de la crisis sanitaria está aún por llegar. Y parece claro el camino que han elegido: guardar el exceso de liquidez obtenido y colocarlo en depósitos bancarios, aunque tengan que pagarle a la entidad financiera correspondiente un 0,21% por el servicio de custodia, antes que arriesgarlo en una nueva aventura empresarial, en tiempos de tanta incertidumbre como los actuales.
Si decimos que el crédito se ha disparado, se hace difícil elegir el calificativo a emplear con las operaciones nuevas de depósito realizadas en estos últimos meses, especialmente por las pequeñas y medianas empresas. Sólo entre marzo y junio, el mismo periodo que para el crédito, las empresas han confiado a los bancos 48.823 millones de euros en nuevos depósitos, un 66% más que en igual periodo del año pasado. Si los datos se circunscriben exclusivamente a los tres últimos meses de los que hay estadística (mayo, junio y julio), el montante se reduce a 34.634 millones, pero el crecimiento más que duplica el de los mismos meses de 2019: un 116%. Únicamente en los meses de mayo y junio han entrado en las arcas de los bancos cerca de 24.000 millones en nuevos depósitos, además de otros 17.785 millones en cuentas corrientes.
Las empresas, poco optimistas
¿Cómo se interpretan estos datos? Las empresas han salvado el primer match ball de la pandemia, pero no están nada convencidas de que sea el momento de apostar por el futuro. La falta de una política económica clara, la ausencia de las líneas maestras de los Presupuestos Generales del Estado que deberían entrar en el Congreso el día 1 de octubre como obliga la Constitución y los continuos enfrentamientos entre los partidos que sustentan a Pedro Sánchez en La Moncloa y los gobiernos de las principales autonomías hacen muy difícil, por no decir imposible, aventurarse en encontrar el momento y el sitio adecuados para destinar el exceso de liquidez.
Lo más sorprendente del incremento de las nuevas operaciones es que se realizan cuando los tipos de interés se encuentran en negativo desde hace casi dos años. Desde enero de 2019, las empresas tienen que acarrear con un coste si quieren mantener su dinero en una entidad financiera. En el año 2015, por ejemplo, las entidades financieras abonaban un interés del 0,31%. En la actualidad, el tipo medio ponderado es del -0,21%, lo que equivale a decir que la empresa que guarda durante un año un millón de euros tiene que satisfacer al banco 2.100 euros, cuando en 2018 recibía 3.800.
Castigo a la prudencia de los bancos
La razón hay que buscarla en la política que sigue en los últimos años el Banco Central Europeo. Desde junio de 2014, el BCE, entonces con Mario Draghi al frente, empezó a cobrar un interés por el dinero que los bancos dejaban aparcado en Fráncfort sin prestarlo a la economía productiva. Era una forma de castigar la prudencia de los bancos en unos momentos en los que la economía europea volvía a despegar tras años de crisis. Esta fórmula se ha trasladado a los diferentes países, aunque en España, de momento, solo afecta a las empresas y no a los depósitos de las familias.
Según los últimos datos del Banco de España, las sociedades no financieras mantenían un saldo vivo en depósitos en las entidades financieras de 27.879 millones de euros, la mayoría a un plazo de un año, algo más de la cuarta parte que en 2011, cuando el montante ascendía a 93.174 millones. El pasado año, entraron en el sistema 66.602 millones de euros a través de nuevas operaciones, una cantidad que se superará con relativa facilidad este año, ya que en los siete primeros meses han entrado 61.978 millones. Desde 2013, la cantidad se ha ido reduciendo año tras año, especialmente desde 2016, cuando el BCE situó el precio del dinero en el 0% en el que se mantiene hoy, cuatro años y medio después.
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