Economía

La banca española gasta en un mes el 40% de los recursos del LTRO

Draghi deberá salir de nuevo con la manguera. Los expertos contemplan incluso una nueva acción concertada de bancos centrales. 

La banca española ha consumido en abril 35.338 millones de euros de los 88.000 que tenía colocados en la facilidad de depósito del Banco Central Europeo (BCE). De los 1,02 billones que suministró el BCE en dos subastas especiales del LTRO (Long Term Refinancing Operation), España se hizo con el 27%, unos 275.000 millones. De ese importe, los 88.000 citados se dejaron a buen en la cuenta del banco central, para asegurarse vencimientos futuros al mejor interés y aguardar tiempos mejores con la máxima seguridad posible.

Se dijo entonces que con la inyección extra del BCE los bancos nacionales aseguraron sus propias refinanciaciones para los próximos dos años; se dotaron de suficiente liquidez para su operativa diaria y, por supuesto, pudieron ir a las subastas del Tesoro a realizar un arbitraje o carry trade que sacaba lustre a sus decadentes cuentas de resultados, tomando dinero al 1% en el banco central e invirtiéndolo al 3%-4% en Letras y bonos. Pero la disponibilidad en la cuenta del BCE se está consumiendo más rápido de lo previsto.

Se ha gastado 40% sólo en un mes, como confirman los expertos de Ahorro Corporación. Una cifra espectacular, teniendo en cuenta que apenas hace dos meses que finalizó el LTRO. De momento, siguen quedando 52.662 millones, aunque, tal como indican los citados expertos, “habrá que ver si esta cifra sigue bajando en mayo”, algo que haría que se volvieran a dirigir las miradas de manera inquisitiva al BCE, en demanda de más dinero. Seguramente, ahora mismo ya hay bastante menos que esos 52.662 millones. 

Lo que sí ha hecho ya este bajón es abrir numerosos interrogantes. Para empezar, habrá que ver si se siguen cubriendo con buena demanda las subastas del Tesoro, que hasta la fecha se han solventado sin excesivos problemas, debido sobre todo a que dominan las emisiones a corto plazo con tipos atractivos.

Esa bajada de dinero depositado en la seguridad del BCE, unida a la reciente reforma financiera aprobada por el Gobierno, que obliga a las entidades a provisionar con más fuerza y rapidez, genera incertidumbres, que “podrían limitar la demanda de deuda soberana española”. ¿Habrá problemas de financiación para el Gobierno, en un año en el que ya ha cubierto el 44% de sus necesidades?

Conviene recordar que desde que se implementó el LTRO, la banca local doméstica ha sido la principal compradora de deuda española. A su vez, las propias entidades financieras tomaban la deuda como colateral para pedir prestado el dinero en el BCE, lo que supone encerrar al sistema bancario en un círculo vicioso en el que los bancos financian al estado comprando la deuda y con esos bonos toman dinero en el banco central para, a su vez, volver a financiar al estado en las posteriores subastas. ¿Dónde y cómo termina eso?

Semejante situación hace prácticamente inevitable que el BCE tenga que implementar nuevas soluciones de liquidez, que permitan tomar aire a los bancos y los Gobiernos, tal como le han solicitado insistentemente desde el Gobierno y este mismo lunes Barack Obama.

¿Acción concertada?

En este sentido, entidades como Banif aseguran que “no podemos descartar que a lo largo de los próximos días se celebre una acción concertada a nivel global (Reserva Federal, BCE, Banco de Inglaterra y Banco de Japón) para abrir líneas de liquidez en dólares, al igual que ocurrió en noviembre de 2011”, acción que fue el paso previo al LTRO.

A este lado del Atlántico, los expertos no descartan tampoco que se acelere la puesta en marcha de los eurobonos “o un paso intermedio, como las euroletras”, siempre y cuando Alemania observe avances en materia de consolidación fiscal. Sin olvidar la reanudación del Programa Sostenido de Ayudas (SMP) del BCE, que permita mantener los tipos de la deuda a la baja. Incluso hay presiones para que la entidad que preside Mario Draghi baje el precio del dinero. Medidas todas encaminadas a dotar de oxígeno financiero a los estados y cortar también la excesiva dependencia (casi total) de unos bancos que, a su vez, tienen graves problemas de capitalización. 

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