La crisis del lobo ha vuelto a acaparar la agenda pública. Ya sea porque es agosto y hay oportunidad de hablar de aquello que durante el curso no tiene hueco, ya sea porque la amenaza es cada vez mayor, lo cierto es que las manadas de lobos son un quebradero de cabeza cada vez mayor para ganaderos y vecinos de zonas rurales.
Esta alerta, que ha llevado a los perjudicados incluso a tomar las calles de Madrid, traspasa la línea del sector agrario y supone un choque, sutil pero evidente, entre el ministerio de Agricultura, liderado por Luis Planas, y el ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera, generando una brecha interna en el Gobierno. Los representantes del sector primario, principales perdedores de la protección del lobo y que llevan reclamando años una mayor defensa de sus terrenos, tienen claro el papel que están jugando las administraciones: "Se tiran la pelota unos a otros sin tomar medidas para resolver este problema".
Planas, en gran parte presionado por los sindicatos y las asociaciones agrarias, ha dejado entrever en múltiples ocasiones su defensa de reducir la protección del lobo. "Como ministro de Agricultura, yo estoy del lado de los ganaderos, y están preocupados", ha declarado en multitud de ocasiones el ministro, cuando se le ha forzado a responder qué opina de la inclusión del lobo ibérico en el Listado de Especies de Protección Especial, una decisión impulsada por Ribera en 2021. Pero más allá de las palabras, "no ha hecho nada en firme para defender a quién tiene que defender".
Mientras tanto, desde hace tiempo, en Transición Ecológica abogan por ponerse del lado de los lobos, en pro del medio ambiente, y defender un sistema de protección que impida su caza, pese a que eso pudiera repercutir directamente a los ganaderos, por los ataques de las manadas realizan sobre sus rebaños. Un choque interno evidente, pese a que estas últimas semanas ambos organismos hayan mantenido un discreto segundo plano.
Los datos están sobre la mesa. Desde la entrada en vigor de la "ley Ribera", se ha producido un incremento del 20% en los ataques. En 2022 de hecho se produjeron 35 ataques de lobos a ganado al día, según los datos que manejan desde COAG. En 2022, el primer año en el que el lobo estaba incluido en ese listado, se registraron 2.338 ataques más que el mismo periodo del año anterior, al pasar de 10.560 a 12.898.
Pero los datos de los sindicatos agrarios, que trabajan mano a mano con Agricultura, parece que no convencen a Ribera, que se mantiene en su defensa del lobo sobre todas las cosas, también en el Parlamento Europeo.
El campo se revuelve contra el lobo
Mientras Planas y Ribera, a través de sus respectivas carteras, abren una brecha de Gobierno, el campo se revuelve estos días para pedir que se escuche su petición de que el lobo deje de estar tan protegido.
Este martes, una cincuentena de ganaderos de Unión de Uniones se concentraron en Madrid delante del edificio de la Representación de la UE, sede en España de la Comisión y el Parlamento Europeos, para abogar por una gestión racional del lobo y por medidas de protección de la ganadería en las zonas en las que su exceso de población representa un grave problema que coloca a los ganaderos y a sus explotaciones en una posición de total vulnerabilidad. "Es una situación insostenible, con los lobos rondando ya las puertas de nuestras casas y con ataques que son cada vez más frecuentes y cruentos", han expresado representantes de Unión de Uniones.
Frente a esta situación la organización denuncia la inoperancia de todas las administraciones: "La Unión Europea se pierde en debates que nunca llevan a ninguna parte y el Ministerio de Agricultura, el de Transición Ecológica y las Comunidades Autónomas, se tiran la pelota unos a otros sin tomar medidas para resolver este problema, que está haciendo que se cierren granjas por las pérdidas que los ataques de lobo acumulan", señalan.
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