Nunca había bajado tanto como ahora la recaudación de Hacienda sobre el gravamen especial de los premios de lotería y apuestas que el PP instauró a partir de 2013. Ni siquiera cuando, para ganar popularidad, Mariano Rajoy aprobó el aumento del límite exento de tributación a partir de julio de 2018, que pasó de 2.500 a 10.000 euros; o tras la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de incrementar esa exención hasta los 20.000 euros en 2019 y hasta los 40.000 euros actuales desde 2020.
Según los datos de la Intervención General del Estado hasta octubre pasado (última información disponible), la Agencia Tributaria ha conseguido unos ingresos de 303,9 millones por este gravamen (tanto de particulares como de empresas) frente a los 332,5 millones en el mismo periodo de 2021 o los 342,2 millones de 2020. Por tanto, en lo que llevamos de año se ha producido una caída de casi el 9% (unos 30 millones de euros) y 2022 se convierte en el ejercicio con menor recaudación en términos reales por este impuesto desde que se instauró hace nueve años -tras 201 de existencia (en 1812 se creó la Real Lotería Nacional de España)- sorteos sin gravamen fiscal alguno.
La causa de este descenso hay que buscarla en el agujero que la inflación está haciendo en los bolsillos de los ciudadanos, que tienen que priorizar unos gastos sobre otros para llegar a fin de mes, sobre todo cuando el IPC de los productos alimentarios supera tasas desconocidas del 15%. Es decir, los ciudadanos están jugando menos a la lotería (y también realizan menos apuestas) por la pérdida de poder adquisitivo.
Por tanto, se reparten menos premios y Hacienda recuda también menos por su tributación (se aplica una retención del 20% a partir de los 40.000 euros obtenidos). Esta caída de la participación ciudadana en los sorteos supone que los premios no llegan en su extensión a los ciudadanos (cada vez hay menos posibles beneficiados), sobre todo en el momento inflacionista actual y de bajo crecimiento económico y que no se trasladan al consumo ni a la actividad.
Los ingresos fiscales por la campaña de la lotería de Navidad de este año (lo mismo que en los demás ejercicios) no se computarán hasta 2023 ya que el cobro de los premios se traslada habitualmente a los dos primeros meses del siguiente ejercicio (los premios del sorteo de El Niño entran en el año en curso en su momento) porque el gravamen especial se devenga cuando se satisface el premio obtenido y es el organismo pagador quien realiza la retención fiscal. Pero, en esta ocasión, parece que también se resentirá la recaudación ya que la propia industria de la lotería ha reconocido que las ventas no han superado las de años anteriores.
En todo caso, la recaudación final de 2022 no se va a recuperar en los dos últimos meses que quedan por contabilizar ya que, por ejemplo, entre noviembre y diciembre de 2021 alcanzó los 29 millones mientras que en 2020 llegó a los 16 millones. Por tanto, se va a mantener a fin de año el descenso recaudatorio registrado hasta octubre.
Evolución de los ingresos
La evolución mensual de estos ingresos en 2022 ha sido muy atípica respecto a otros ejercicios. Así, en enero (que incluye la campaña de la Navidad de 2021 y el inicio de la del sorteo de El Niño) la recaudación alcanzó los 144,4 millones (en los años anteriores esos ingresos se computaron en febrero). Es decir, Hacienda ingresó en ese mes el 48% de la recaudación acumulada total hasta octubre y un 17% más (51,2 millones) obtuvo en febrero como consecuencia del cobro de los premios de ambos sorteos (los más importantes).
Sin embargo, durante el año, a medida que el poder adquisitivo se ha ido reduciendo como consecuencia del rebrote inflacionista, se ha venido produciendo un vaivén decreciente de los ingresos por este gravamen por ese menor reparto de premios y el descenso de la compra de boletos y de apuestas. Es a partir de los meses de verano, al superar la inflación la cota de los dos dígitos, cuando se ha acentuado el descenso de la recaudación en tasa anual. Por ejemplo, en agosto (coincidiendo a la vez con el mes típico de veraneo) se produjo una caída del 1,7%, y se duplicó en septiembre mientras que en octubre que ha alcanzado ese casi 9% acumulado.
Balance anual
Por tanto, estos ingresos de Hacienda no van a superar en 2022 los 365,5 millones correspondientes a todo 2021 que supusieron un incremento del 8,4% respecto a 2020. En aquel año, el de la pandemia y el de la confinación de la población, se produjo un hecho insólito: se redujo un 2% la recaudación por IRPF de los premios entre los particulares por los efectos de la elevación del límite exento de tributación (de 20.000 a 40.000) pero curiosamente aumentaron los ingresos por los premios obtenidos por las empresas en 77 millones (un 225% más). Se trata de una cifra que jamás se ha producido. Lo que da a entender que muchas empresas tenían reservado un cierto número de décimos, o no los pudieron repartir entre sus trabajadores, y se vieron agraciadas con los premios. En todo caso, la recaudación fiscal ha descendido cada vez que se ha aumentado el límite exento de tributación, pero en 2022 no se ha producido cambio alguno en la tributación.
Este gravamen especial es lo que técnicamente se denomina un impuesto silencioso. Es decir, el premiado recibe una cantidad neta sin darse cuenta de lo que ha tenido que pagar al fisco. La retención fiscal del 20% se realiza sobre la Base Imponible del premio una vez descontados esos 40.000 euros exentos de tributación en el IRPF en los particulares o en el Impuesto de Sociedades en caso de que recaiga en una empresa. Por ejemplo, en un hipotético premio de 100.000 euros, la retención del 20% se practica sobre 60.000 euros. Por tanto la retención (tributación) que practica el pagador del premio en este caso sería de 12.000 euros.
De esta forma, el premio neto alcanzaría los 88.000 euros por los que no hay que tributar más, salvo sus posibles rendimientos futuros. Por otra parte, lo que es evidente es que cuantos menos décimos se vendan, mayor posibilidad tiene el Estado de quedarse con los premios y de no repartir las cantidades estipuladas. En este caso, no es Hacienda quien se beneficia directamente sino que aumentan los beneficios y el dividendo de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado, que luego se revierten al Estado.
Cuantos menos décimos se vendan, mayor posibilidad tiene el Estado de quedarse con los premios y de no repartir las cantidades estipuladas
En cuanto al sorteo de Navidad, el más popular, los tres primeros premios son los que tributan realmente, ya que superan los 40.000 euros. Si se hubieran vendido la totalidad de décimos de estos tres primeros premios, Hacienda podría llegar a recaudar casi 170 millones. Pero no parece que sea el caso en esta ocasión. A efectos tributarios, no es de la lotería sólo de lo que se están quitando algunos bolsillos para paliar los efectos de la inflación. Aunque la recaudación global de Hacienda va como un tiro por la subida de los precios (sobre todo por el IVA y también porque el Gobierno no ha repercutido la inflación en la tarifa del IRPF) esta merma en el consumo de determinados productos con trascendencia fiscal se está trasladando también al tabaco.
Así, hasta octubre se ha producido una caída del 12,3% (unos 250 millones menos de recaudación) siguiendo la estela de años anteriores (en 2020, año de la pandemia el descenso fue del 17,4%). No ocurre todo esto, sin embargo, con el alcohol, cuyos ingresos fiscales han aumentado un 140% en 2022. Se debe a que una posible caída de su consumo se ve compensada con creces con el aumento de los precios (que beneficia a la recaudación Hacienda) mientras que el precio del tabaco y de la lotearía se han mantenido invariables
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