En un extremo se encuentra Telefónica. En el otro, el low cost con Digi Mobil al frente. Son la cara y la cruz de un sector, el de las telecomunicaciones, marcado por una altísima competencia desde hace años. Telefónica representa el operador tradicional, centrado en el cliente de alto valor, y Digi Mobil es el máximo exponente de los Operadores Móviles Virtuales (OMV), aquellos que dan servicio alquilando la red de telecomunicaciones a los grandes a precios establecidos por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Sus tarifas se ofrecen a precios populares.
El margen de ingresos medios por usuario es distinto en cada caso. El concepto técnicamente llamado ARPU (acrónimo de Average Revenue Per User) es para Telefónica de 91,5 euros, una cantidad que se desploma hasta los 9,5 euros si hablamos de Digi Mobil. Es una diferencia abismal, de 82,5 euros.
La venta de datos y llamadas en paquetes en los que se incluye el fútbol y las series es el negocio principal de Telefónica. El estancamiento de este negocio la ha empujado en los últimos años -a ella y a otros operadores- a diversificar el negocio a otros ámbitos, como la venta de seguros médicos o alarmas para el hogar, además de a ofrecer productos de ciberseguridad, soluciones de Big Data, Internet de las Cosas (IoT), etcétera
Telefónica crece un 0,9%, la low cost Digi un 30,9%
En los últimos resultados semestrales presentados por el operador dirigido por José María Álvarez-Pallete -de enero a junio de 2023- el crecimiento en facturación de la empresa española fue de un tímido 0,9%, hasta los 20.178 millones de euros.
Por su parte la filial española de la corporación rumana registró unos ingresos totales de 299,7 millones de euros en los seis primeros meses del presente año, lo que supone un incremento del 30,9% respecto al mismo periodo del año anterior.
El peso de España en las cuentas de Digi Mobil es muy grande. En concreto, el 37% de los ingresos del grupo proceden de su negocio en nuestro país.
¿Por qué tanta diferencia en el crecimiento?
Los denominados operadores incumbentes, aquellos que poseen grandes infraestructuras de telecomunicaciones, han tocado ya prácticamente techo en lo que a su mercado potencial se refiere, y tienen una serie de costes añadidos que disparan sus gastos. Por un lado, deben destinar grandes cantidades de dinero a mantener las redes. Y no solo eso. También emplean partidas de miles de millones de euros a cambiar las infraestructuras actuales por las que se necesitarán en el futuro. Sin ir más lejos, ahora mismo se vive un salto tecnológico del 4G al 5G con la correspondiente renovación de equipamento que esto implica.
Telefónica tiene sí o sí que invertir en este nuevo estándar de telecomunicaciones, pero a su vez está obligada también a alquilársela, como decíamos anteriormente, a los Operadores Móviles Virtuales a un precio establecido. Sin embargo, los OMV no colaboran en las inversiones en red.
Desde 1998 el gasto dedicado por los grandes operadores a las infraestructuras asciende a 137.500 millones de euros, según el informe publicado por el Grupo Orange 'Impacto de la transformación digital en España: 1998-2023'.
Este escenario hace que el sector no encuentre la manera de hacer crecer los ingresos. Los operadores le echan la culpa a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por las condiciones de alquiler de red que establece.
Además, las grandes telecos tienen otros gastos añadidos, como las tiendas físicas que Telefónica, Orange y Vodafone despliegan en la piel de toro para dar servicio a usuarios menos familiarizados con las gestiones por internet. Por no hablar de los miles de millones que cuestan los derechos del fútbol. Es la pescadilla que se muerde la cola. Fuentes del sector aseguran que el abono de esta factura no genera los ingresos que debería, pero los operadores son conscientes de que si optan por no ofrecer el fútbol en sus paquetes la fuga de clientes sería en extremo severa, algo que ya ha sucedido en el pasado cuando Vodafone decidió dejar de ofrecer el deporte rey.
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