La incertidumbre política y económica sigue pasando factura a las empresas españolas, y emite señales de enfriamiento. El sentir de quienes se juegan su dinero y el de sus accionistas choca con el desbordante optimismo del Gobierno. Lo demuestran datos como este: cuatro de cada diez empresarios confiesan que sus negocios son más débiles que hace sólo un año. Y esa "debilidad" llevará consigo una contracción de las inversiones.
El creciente pesimismo empresarial se refleja en la encuesta difundida por Intrum. La multinacional, especializada en gestión de crédito y activos, acaba de publicar su Informe Europeo de Pagos, en el que analiza la salud financiera empresarial en 25 países de la UE. Casi el 40% de las empresas españolas encuestadas aseguran que atraviesan una "situación vulnerable" y alertan sobre su debilidad "en términos de ingresos, eficiencia y resiliencia". Entre los factores que están dificultando el día a día de los empresarios están el aumento de los gastos de personal y las cargas financieras.
La consecuencia directa de este panorama es un aumento de la cautela, que se traduce en la congelación de inversiones. Según la encuesta, más de la mitad de las empresas españolas (un 53%) está priorizando el ahorro de costes y la eficiencia, en lugar de potenciar el crecimiento. El objetivo, a corto y medio plazo, es optimizar los recursos y reducir gastos "para enfrentar los desafíos actuales", explica el informe de la consultora, afincada en Estocolmo.
Junto a la incertidumbre económica, pesan sobremanera los elevados tipos de interés. El 48% de las empresas reconocen que el elevado coste de financiación aumentan sus reservas a la hora de invertir en el crecimiento del negocio. A este factor hay que sumar otro derivado, directamente, de las dificultades que atraviesan infinidad de empresas: los impagos. El 85% de los empresarios advierte que el retraso en el cobro de facturas está obstaculizando la inversión en iniciativas de crecimiento.
Que las empresas se estén apretando el cinturón es un problema para la economía y un motivo de preocupación para el gabinete de Pedro Sánchez. El pasado 16 de julio, el Consejo de Ministros revisó al alza las previsiones de crecimiento para recoger "la sólida evolución de la economía española en 2024, gracias al dinamismo de sus principales indicadores". En concreto, elevó cuatro décimas la estimación de crecimiento del PIB, hasta el 2,4%.
Las inversiones no remontan
Uno de los principales handicaps de la economía es la falta de ímpuetu de la inversión. Hay un dato indiscutible: aún está un 2% por debajo de la cota vigente antes de la pandemia. Ni siquiera la ingente partida de fondos europeos disponibles ha servido para reactivar el ánimo de los empresarios. Según la Intervención General de la Administración del Estado, a finales de junio los pagos realizados rondaban los 1.200 millones de euros, equivalentes sólo al 3,4% de los casi 36.000 millones de créditos habilitados para el conjunto del año.
"Los fondos europeos NextGeneration no parecen estar aún surtiendo los efectos de la magnitud pretendida ni en la inversión pública, ni en la privada", señalan los analistas de Equipo Económico en su informe de verano. "La incertidumbre está jugando en contra del desarrollo de la inversión, donde influyen también otros relevantes factores como el actual proceso de desapalancamiento del sector privado", añaden los economistas del think tank que lidera Ricardo Martínez Rico.
Según sus previsiones, a cierre de 2025 la inversión será el componente del PIB con un menor crecimiento acumulado desde 2019, "lo que lastrará el dinamismo de la productividad y el crecimiento potencial de la economía española".
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