María Fernández sabe muy bien lo que son las turbulencias económicas. Formó parte del Ministerio de Economía y de la oficina económica de Moncloa durante la 'gran recesión', cuando tronaban las advertencias sobre un posible rescate a España; y, de ahí, saltó a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) cuando hubo que abordar cambios tan drásticos como el relativo a la digitalización y a las formas de negocio derivadas de la 'economía colaborativa'.
Después de algo más de un año en un despacho de abogados, última la puesta en marcha de su propia consultora. En esta conversación, se refiere a la incertidumbre política y económica de España; y abunda en aspectos en los que es especialista, como el de la crisis energética.
Pregunta: Uber… Usted participó en la liberalización del taxi. Un proceso complejo, ¿no?
Respuesta: Muy complejo. El taxi está mal regulado desde los años 70 y eso hay que tenerlo en cuenta antes de realizar cualquier movimiento. Se trata de legislar conociendo la realidad, no de espaldas a ella. No puedes abordar un sector pensando que estás en el juego del Sim City, como si tuvieras un plano en blanco y regularas sobre tu mundo ideal. ¿Qué ocurre aquí? Que teóricamente las licencias deberían haberse dado con un sistema de concesión sin permitir la reventa. Eso fomentó un mercado secundario entre los taxistas.
P: Una evolución que tuvo sus consecuencias…
R: Hay que pensar que las licencias de taxi llegaron a valer más de 130.000 euros. Es decir, son ‘la jubilación’ de muchos taxistas, eso hay que tenerlo en cuenta. Cuando se regula no hay que hacerlo sobre elementos irreales, sino sobre todo aquello que caracteriza una actividad. Habría que pensar muy bien cómo se puede hacer esa transición hacia el ‘nuevo orden’ del sector. Mi impresión es que hemos perdido más de una década en buscar un modelo de ‘economía colaborativa’ que sea equilibrado y no deje víctimas.
P: ¿Pecamos de inocentes con la llamada ‘economía colaborativa’?
R: Pues, en parte, sí. Está bien adelantarse a problemas que pueden llegar en el futuro, pero, a partir de ahí, no se puede inventar realidades, ni mucho menos definir algunas plataformas como ‘economía colaborativa’, cuando no lo son. Tampoco se puede pensar que sólo traen ventajas y ningún inconveniente. Esta ponderación es lo que reclamamos siempre en aquel informe de la CNMC, que, por cierto, nunca se aprobó. Vamos a ver, ¿queremos liberalizar todo o tener una buena regulación? Yo creo firmemente en lo segundo. Y, ojo, regular es un arte, muy complicado de hacer bien.
P: El mundo ha cambiado. Ahora hay cientos de vehículos negros en la ciudad, patinetes, bicicletas y motos de riders… ¿Cree que ese proceso ha tenido cierto orden o ha sido un poco caótico?
R: Todo está un poco por organizar todavía y, repito, hemos perdido muchos años en iniciar un debate profundo sobre estas formas de negocio. Lo primero es realizar un diagnóstico de la situación y hacerlo con todos los agentes del mercado y las administraciones. Y, a partir de ahí, con el análisis en la mano y los pros y los contras, tomar decisiones. Aquí se ha aplazado el debate y se ha pasado de mano en mano el problema.
P: Varios medios han difundido días atrás datos sobre el fuerte lobby de Uber y prácticas que parecen cuestionables…
R: Pero yo creo que en España ningún estamento aceptó las premisas de Uber. Dicho esto, hacer lobby no es ilegal. En este punto, no hay nada irregular. Una de las funciones de un regulador es escuchar a las empresas y a los agentes económicos. A partir de ahí, esos mensajes deben ponerse en el contexto del interés general antes de tomar cualquier decisión.
P: Usted perteneció a la Oficina Económica de Moncloa en un momento en el que, tras la crisis de 2008, el mundo parecía que se iba a hundir. ¿Observa similitudes ahora con lo que ocurrió entonces?
R: Son circunstancias distintas…
P: Analicemos… El fin de la compra de deuda por parte del BCE y el incremento de los tipos de interés generarán un impacto en la economía que, seguramente, nos haga ver la realidad de que, en los últimos años, nos hemos vuelto más pobres…
R: Es relevante aclarar que la inflación tiene múltiples orígenes, no sólo la Guerra de Ucrania, como algunos se empeñan en decir. También se debe a la crisis de la covid-19, al shock de oferta que existe, a la reducción de los derechos de emisión en enero de 2021… Fue ahí cuando empezaron a subir los precios.
P: Anuncian un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de la banca y las empresas energéticas…
R: Ninguna de esas medidas ayudará a reducir la inflación. Ninguna… La inflación suele corregirse por la vía de la política monetaria, que le corresponde al Banco Central Europeo. Esto es un tema más político que económico.
P: ¿Y qué es un beneficio extraordinario?
R: Ésa es la clave. ¿Qué es eso de 'extraordinario'? ¿Una buena gestión empresarial? ¿Las buenas decisiones de inversión? ¿Quién determinará qué nivel de beneficios es extraordinario y cuál es el adecuado?
P: El Estado también recauda más con la inflación…
R: ¿También consideramos eso como un beneficio extraordinario? En fin…, en estos casos hay que tomar medidas sensatas, reflexionadas y que generan resultados profundos. Si sólo aplicas recetas simplistas, al final acabas girando sobre ti mismo, sin resolver ningún problema o dejándolo peor.
P: Entre medias, los fondos europeos, con el efecto que generan las ayudas públicas en los mercados…
R: Bueno…, pero los 67.000 millones están tan desagregados y está costando tanto gestionarlos que, al final, la sensación es que los efectos multiplicadores de esas medidas van a ser escasos. No veo cómo, con el sistema de reparto elegido, se puede llegar a impulsar la economía.
P: Energía, uno de los temas en los que más ha trabajado en su carrera. ¿Existe un oligopolio energético que es perjudicial para el mercado español?
R: Vamos a ver, en el sector energético operan múltiples empresas con intereses distintos y existen muchas actividades. En la generación y en la comercialización sólo existen las empresas tradicionales. Las empresas eólicas y solares, por ejemplo, y las comercializadoras independientes han crecido de forma considerable en los últimos años. Lo que hay son monopolios regulados en el transporte y la distribución.
P: Reitero, ¿hay un oligopolio?
R: ¿Es una palabra maldita ‘oligopolio’? Pues depende de lo bien o lo mal que lo regules. Si en algunas partes de la cadena de valor se detecta y es un fallo de mercado lo tratas como tal. No conozco un sector más regulado que el energético.
P: Hay partidos que denuncian la existencia de un oligopolio que perjudica a los consumidores. ¿Se equivocan?
R: El sector energético es muy complejo, pero lo que uno no puede pensar, sin conocerlo, es que todo el mundo está ganando dinero por todos los sitios. Regular el sector no es sencillo, dado que se tienen en cuenta las distintas actividades del mercado, los costes de las empresas, las características de la red… Es un rompecabezas difícil de montar. La gente no suele ser consciente de ello. Sólo se preocupa de lo que en realidad se tiene que preocupar, que es de pulsar el interruptor y que se encienda la luz, sin cortes ni sobrecargas y del precio. Ya si falla se empieza a hacer preguntas…
P: Ese egoísmo del consumidor…
R: Hombre, egoísmo no creo que sea. Simplemente, te acuerdas de todo esto cuando va mal. ¿Recuerdas la pandemia? Estábamos todos metidos en nuestras casas y no hubo ningún problema con el suministro... y con el precio más bajo de la historia. Todo funcionó bien, en un momento muy difícil de gestionar porque se sabía cómo iba a reaccionar la demanda. Lo mismo ocurrió con las redes de internet y telefonía. Estamos hablando de que en otros países de Europa hubo que gestionar el tráfico de la red para permitir el teletrabajo... Aquí eso no pasó, pero parece que el mensaje de muchos es sólo el de demonizar a las empresas.
P: ¿Populismo?
R: Cada vez que enciendes el interruptor de casa se certifica el éxito de un sistema eléctrico que es complejísimo. Creo que hay que valorar bien eso y las buenas decisiones que se toman en el mercado y en la regulación. No todo es perfecto, pero tampoco todo el mundo es malvado.
P: ¿Se puede vivir en España sin el gas ruso?
R: En España, hemos vivido sin el gas ruso, nuestra dependencia es pequeña. Mira, hay un real decreto que establece la limitación al 60% de la importación del suministro de gas de un único país proveedor. Otra cosa es que, por algún motivo que está fuera de mis capacidades de comprensión, se haya tomado ahora esa decisión con Argelia.
P: ¿Y qué motivos puede haber tras esta decisión?
R: No lo sé, no puedo ni debo especular. Lo único que te puedo decir es que tenemos menos dependencia que varios países de Europa del gas ruso porque tenemos, entre otras cosas, regasificadoras. Nosotros podríamos estar dando gas a Europa en una gran cantidad, pero no tenemos suficiente tubo para garantizar ese suministro.
Tenemos menos dependencia que varios países de Europa del gas ruso porque tenemos, entre otras cosas, regasificadoras. Nosotros podríamos estar dando gas a Europa en una gran cantidad, pero no tenemos suficiente tubo para garantizar ese suministro.
P: Sería una buena solución para Europa…
R: Reduciría incertidumbre. La gente no suele tener presente que el mercado del gas está muy globalizado y que los barcos metaneros a veces se dirigen a un destino, pero lo cambian a última hora porque han recibido una oferta mejor. Pueden poner rumbo a Europa y terminar en un puerto de Asia. Hay una competencia muy fuerte en ese mercado.
P: ¿Tendremos problemas de suministro?
R: De suministro, no creo, pero de precio, sí. El gas que importamos ahora es más caro y hay que desembarcarlo, regasificarlo…
P: ¿Se ha pecado un poco de sectarismo ideológico al no mejorar la interconexión con Francia?
R: El problema es que aquí hablamos mucho de interconexiones, pero se han favorecido en la Península Ibérica. Cuando se planteó la interconexión de gas con Francia, se dijo que tendríamos que pagarlo los consumidores españoles porque la mayor parte del tubo pasaría por España y Francia no necesitaba más gas natural. No se supo ver bien el componente geoestratégico del asunto. Si tú miras el mapa de interconexiones de redes en la UE… están todas en el Este. En el Sur, casi no hay. Es difícil crear un mercado interior único tan sólo ajustando el precio sin ajustar las cantidades, la verdad.
P: ¿En qué cambiaría el sistema si se construyeran mini-centrales nucleares?
R: Yo no sé si estamos en disposición de eso o de abrir un debate –que no se puede aplazar- sobre si es conveniente alargar el ciclo de vida de las centrales actuales, que deben cerrar entre 2027 y 2030. Habría que analizar de forma seria si conviene ajustar esas fechas y tomar decisiones más o menos rápidas, dado que un alargamiento de la vida de estas instalaciones requeriría realizar inversiones. Ahora mismo, la nuclear está dando el 20% de la energía de base. ¿Qué hacemos? ¿La sustituimos toda por gas? Siempre hay que hacer el análisis coste-beneficio…
P: Todas las energías tienen sus pros y sus contras…
R: Y hay que debatirlos. Eso no implica renunciar a los objetivos de 2050, pero quizás haya que realizar algún ajuste en el camino en el que transitamos hacia ellos. Debería debatirse teniendo en cuenta los tres problemas que existen: cambio climático, seguridad de suministro y competitividad. Todo eso hay que mirarlo de forma simultánea, sin dejarse llevar por las pasiones de la ideología.
P: ¿Nos precipitamos al cerrar las centrales de carbón?
R: Yo creo que no. Esa pregunta es complicada para mí, como asturiana, pero realmente no creo que sea el debate a plantear en España, las centrales cerraron como consecuencia del precio.
P: Dígame, ¿cambiaría mucho el panorama si a los ciudadanos se les explicara mejor la economía?
R: Siempre es bueno comunicar y explicar mejor lo que ocurre y qué consecuencias tiene. Pero tampoco podemos pretender que todo el mundo sea experto en economía o en el sistema energético. Yo creo que la gente sabe de economía, no olvidemos que también gestionan sus presupuestos. Lo que nunca procede es opinar sin conocimiento de temas complejos. Eso va más allá del tema económico (ríe).
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