Economía

Gasolina para afrontar las generales: Rajoy se pasa de optimista con los Presupuestos 2016

El presidente del Gobierno hace gala de un ajuste inacabado para defender sus credenciales electorales. Sin embargo, estos Presupuestos de 2016 distan de ser lo que la economía española necesita.

El presidente del Gobierno presentó este viernes unos Presupuestos 2016 contagiados de optimismo para hacer frente a unas generales que pintan harto complicadas. Ciertamente, como apunta el propio Rajoy, la economía está poco a poco entrando en un círculo virtuoso que ayuda a tapar lo que todavía es un cuadro cargado de profundos desequilibrios y debilidades.

La economía aún arrastra unos volúmenes de desempleo, deuda y déficit público que hay que seguir corrigiendo. Lo cual requiere mantener la inflación baja y la competitividad alta, todo con tal de generar saldos positivos respecto al exterior que nos permitan generar ahorro y reducir deuda. Pero el problema de España es que ha demostrado ser muy procíclica. Y  varios factores pueden apuntalar ese rasgo tan típico de la economía española. De un lado, el Gobierno ya eleva el sueldo de los funcionarios cuando esta rúbrica de gasto sigue en las mismas cotas de 2007. De ordinario, el Ejecutivo argumenta que la ratio de empleados públicos se sitúa en los mismos niveles que sus pares europeos. Sin embargo, cuando dicen eso se les olvida comentar que los niveles de ingresos públicos se sitúan muy por debajo de los estándares europeos…

Por otra parte, el pacto salarial de sindicatos y patronal puede dar inicio a subidas de sueldo que no estén ligadas a la productividad cuando lo ideal sería que esos excedentes se destinasen a crear empleo. Y tercero, está por ver cómo encaja la economía española las inyecciones del BCE conforme éstas calen y el crédito retorne. En definitiva, existe el riesgo de comprar crecimiento por estas vías pero que en el proceso generemos inflación y perdamos competitividad, lo que haría que el crecimiento se tornase poco sostenible sin haber terminado de depurar el exceso de endeudamiento.

Otro inconveniente no menor: es bastante probable que las metas de déficit no se cumplan. De acuerdo con las previsiones de los Presupuestos de 2015, los ingresos por cotizaciones deberían avanzar a ritmos cercanos al 7 por ciento. Sin embargo, tan sólo están creciendo al 1,27 por ciento por una combinación de bajos salarios y tarifas planas. Y otro tanto ocurre con la recaudación de la Agencia Tributaria, que debería sumar un incremento del 5,4 por ciento según las estimaciones presupuestarias pero que, por el contrario, únicamente sube un 3,6 por ciento en lo que va de ejercicio. Si bien es cierto que las rúbricas de prestaciones por desempleo e intereses compensan una parte de estas desviaciones, las CCAA corren el riesgo de descontrolarse mucho y poner en peligro la consecución del objetivo de déficit, lo que a su vez haría que estos Presupuestos de 2016 se convirtiesen en papel mojado. De hecho, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) señala que el riesgo de incumplimiento de las metas presupuestarias es elevado tanto para este ejercicio como para el siguiente.

De cara al año que viene, por el lado de los ingresos Hacienda espera que en 2016 la recaudación por IRPF aumente un 3,4 por ciento. Sin embargo, la nueva rebaja fiscal tendrá un impacto negativo durante la primera mitad de año y puede complicar que se haga realidad esa estimación. Y por el lado del gasto, la Airef concluyó en su análisis difundido este viernes que las previsiones del Gobierno están sujetas a riesgos de ejecución de la política fiscal. O dicho de otro modo para que se entienda, que el Ejecutivo ha estado proyectando sistemáticamente una contención del gasto que luego no se ha dado en la misma medida, sobre todo en el ámbito de las Comunidades Autónomas. Y de ahí que los objetivos puedan ser difíciles de alcanzar.  

A juicio del organismo que preside José Luis Escrivá, esta menor moderación en los desembolsos contribuirá a elevar el PIB a corto aunque sea a costa de una menor sostenibilidad del crecimiento a medio y largo plazo.

Respecto al empleo, la Autoridad Fiscal considera que los vaticinios de creación de puestos de trabajo pecan de algo optimistas y recuerda que el consenso de analistas apuesta en 2016 por una tasa de paro todavía en el 20 por ciento frente al 19,7 por ciento augurado por el Ejecutivo en los Presupuestos.

Además, existe el riesgo añadido de un crecimiento ligeramente menos robusto de lo que indican las previsiones del Gobierno. Aunque el crecimiento seguiría en tasas cercanas al 3 por ciento el año que viene, BBVA Research ha avisado esta semana de que a partir de ahora se produciría una ligera desaceleración. Es decir, hemos tocado tope con los ritmos de crecimiento pese a que, como ya hemos subrayado, todavía hay mucho que reequilibrar.

La prueba del algodón de que estos Presupuestos no son suficientes se halla en el saldo exterior. En este punto la Autoridad Fiscal recuerda que el Gobierno cifra el superávit por cuenta corriente en el 1,2 por ciento del PIB, cinco décimas por encima del consenso del mercado. De darse finalmente la estimación media de los analistas y no la del Gobierno, entonces apenas estaríamos ganando ahorros respecto al exterior. La corrección de nuestros desequilibrios marcharía a un ritmo demasiado lento. De ahí que sea necesario que las Administraciones Públicas generen mayores ahorros ahora que el crecimiento se ha recuperado. No puede ser que se coman los ahorros que durante los últimos años está produciendo el sector privado a costa de sangre, sudor y lágrimas.

Desde luego, el presidente del Gobierno no se corta un pelo a la hora de asegurar que la economía ha entrado en una suerte de ciclo virtuoso de mayor competitividad, más crecimiento, más empleo, más ingresos y, al final, menos impuestos. Llegado ese punto, el jefe del Ejecutivo incluso saca a pasear el fantasma de Syriza en clara alusión a otros partidos: "Grecia estaba creciendo y creando empleo. Estaba a punto de salir del programa de rescate. Y fíjense lo que ha pasado".

Definitivamente, a Rajoy le gusta compararse con lo que viene para destacar que hay un riesgo inminente de que se pueda deshacer todo lo conquistado. Sus credenciales quizá sean mejores. Ahora bien, eso no significa que no se pueda hacer mejor…

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