España siempre ha sido una gran productora de tomate; pero si las cosas no cambian, ni los españoles tomaremos nuestros propios tomates. Durante la reunión del Observatorio del Mercado de Tomate de la UE, celebrada hace unas semanas, la propia Comisión Europea presentó sus datos a medio plazo para el sector, y en ellos reflejaban que prevén una caída del 21,5% de la superficie dedicada al cultivo del tomate y del 22% de su producción sólo en España hasta 2035. Y caerá, entre otros motivos, mientras sube la producción e importación de tomate de Marruecos.
Así lo han denunciado desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) tras la reunión europea. Precisamente, el responsable de Frutas y Hortalizas del organismo, Andrés Góngora, participó en el encuentro de la UE y en conversaciones con Vozpópuli explica en profundidad esta situación del sector.
El impulso de la Unión Europea a la producción marroquí y de otros terceros países perjudicaría, de una o de otra manera, a todos los estados europeos, pero, sin duda, el más perjudicado sería España, ya que "pasaría a ser importador neto tomate en 2035, debido a la presión de los competidores de fuera de la UE, en lugar de uno de los principales actores del mercado europeo con sus envíos".
Los datos de comercio exterior de la UE demuestran cómo las importaciones de tomate marroquí al mercado europeo está 'matando' su propio campo. En total, se han incrementado en un 52% desde 2013 hasta 2022 (pasando de 365.695 toneladas a 557.225, casi 200.000 toneladas más). Por su parte, las procedentes de Turquía, el otro país que está apretando al campo europeo, casi se han cuadruplicado en un periodo similar (de las 50.850 toneladas en 2014 a las 185.718 en 2022).
El campo 'se ahoga' por la competencia desleal
Desde la COAG, conscientes de que las políticas europeas están provocando su propio suicidio, como contó el exministro de Trabajo, Manuel Pimentel, en este periódico, reclamas medidas urgentes a Europa para luchar contra la competencia desleal de las importaciones de terceros países, en este caso en el sector del tomate, "aunque se puede aplicar a cualquier sector del campo".
"Las condiciones de producción desiguales, por disponer de productos fitosanitarios que en la UE están prohibidos o por permitir condiciones laborales a veces abusivas y costes salariales muy inferiores, hacen que las producciones procedentes de estos compitan deslealmente a su entrada en los mercados europeos", cuentan desde la COAG.
Góngora demanda la puesta en marcha inmediata de actuaciones que reviertan la actual indefensión en frontera. Entre esas actuaciones destaca exigir que los terceros países también tengan que cumplir las normas europeas para poder participar del comercio; la revisión del sistema de precios de entrada, que actualmente es "completamente inútil por no considerar la diferenciación entre tomate redondo de las especialidades"; la reducción del contingente de tomate con beneficios arancelarios por la salida del Reino Unido de la UE; y la aplicación de medidas de salvaguardia en los momentos de perturbación grave de los mercados.
Marruecos subvenciona el tomate
Este mes de octubre, el gobierno de Marruecos comenzó a subvencionar la producción de tomate, junto a la de cebollas y patatas, con entre el 50 y el 70% de su valor. Según desarrollan desde COAG, la producción de tomates recibirá un apoyo de entre 3.600 y 6.300 euros por hectárea. Además, los productores recibirán otra subvención a los fertilizantes nitrogenados de 200 millones de euros y de la movilización de 600.000 toneladas de fertilizantes fosfatados.
Esto se suma al fuerte impulso del Gobierno marroquí a sus producciones hortofrutícolas a través del Plan Marruecos Verde y del Plan Generación Green. "Mientras aquí nos dedicamos a desregular la entrada de producto de terceros países, nuestros competidores refuerzan las ayudas a la agroexportación, con medidas que caerían en la ilegalidad, ahondando más en el dumping comercial frente a la producción europea de tomate", recalca Góngora.
"Lo más grave de todo es que la Comisión Europea es consciente de ello y no parece querer poner remedio. Todo lo contrario, abandona a las personas que producimos y facilita que las empresas de aquí se vayan a producir fuera para que luego inunden nuestros mercados con producciones que dañan nuestra rentabilidad. ¿Quiere la UE depender de Mohamed VI a la hora de elaborar sus ensaladas? A priori, resulta como mínimo inquietante", finaliza.
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