Las grandes empresas del sector de la alimentación a nivel mundial han frenado sus proyectos de inversión en Rusia mientras siguen monitorizando la situación del mercado.
Desde que estalló la guerra Rusia-Ucrania, son muchas las multinacionales que han adoptado medidas de distinta índole para evidenciar su profundo rechazo al ataque de Vladímir Putin sobre el país vecino.
El sector de la alimentación no ha sido ajeno y multinacionales como Danone, Mars o Nestlé han anunciado que congelan sus nuevos planes de inversión en Rusia como respuesta a la invasión.
Para garantizar las necesidades alimentarias de la población local
Asimismo, informaron que mantendrán la operativa en el país para garantizar la venta de alimentos a la población.
Es el caso de Danone, que anunció hace unos días que suspendía todos los proyectos de inversión en Rusia y mantendrá la distribución de productos lácteos frescos y nutrición infantil y hospitalaria en el país.
Según la compañía francesa, lo hace por responsabilidad y por garantizar las necesidades alimentarias esenciales de la población local.
Asimismo, informó de que seguirá monitorizando y evaluando la situación en tiempo real para ir aplicando las decisiones oportunas, en contacto permanente con las autoridades francesas.
Otra compañía que ha seguido este mismo camino es Nestlé, que anunció que congelaba inversiones y publicidad en el país para después informar de que suspendía todas las importaciones y exportaciones de sus productos desde y hacia Rusia, pero con la excepción de los alimentos para bebés, los cereales y la comida para animales.
A esta lista se suma Mars, que ha reenfocado su operativa para mantener el suministro en alimentación y mascotas. También ha suspendido nuevas inversiones y paralizado la actividad en redes y publicidad en Rusia y Bielorussia.
Ante la decisión de muchas compañías de tomar medidas contra la guerra de Putin, el gobierno ruso ha puesto la lupa sobre la actuación de estas multinacionales para intentar mitigarlo, llegando a plantear una represalia más extrema, como podía ser la nacionalización de sus activos.
Una amenaza que, desde el punto de vista empresarial, ha generado preocupación por la grave inseguridad jurídica y desprotección a la que muchas compañías y sus respectivas plantillas se pueden ver abocadas.
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