Economía

Mauricio Casals y las sombras y tinieblas sobre el imperio de Planeta

La implicación de Mauricio Casals en el escándalo del Grupo Zed supone otro golpe para el Grupo Planeta, afectado desde hace varios años por la crisis del negocio editorial y por una sucesión inconclusa. Evidentemente, también ha vuelto a poner en el ojo del huracán al presidente de ‘La Razón’, un hombre poderoso que tradicionalmente se ha movido de forma discreta, sin aspavientos.

Ocurrió el pasado 12 de diciembre en un estudio de Onda Cero y lo atestigua el periodista John Müller.

El jefe de Prisa, Juan Luis Cebrián, había acudido a la radio de Atresmedia para hablar con Carlos Alsina del primer tomo de sus memorias. Cuarenta años de democracia, cuarenta años en El País. Cuarenta años lanzando obuses desde ese cañón Bertha que tantas toneladas de ideología ha vertido sobre la sociedad española. La conversación no fue cómoda para Cebrián, entre otras cosas, porque el locutor metió los pies en un terreno pantanoso y le preguntó por su relación con el millonario iraní Massoud Zandi. El mismo que saltó a la fama por reclutar a unos cuantos miembros del establishment español para su negocio, consistente en extraer petróleo en Chad y Sudán. África profunda. Pozos de ambición. 

Acabada la charla, y antes de abandonar el estudio, el jefe de Prisa, visiblemente molesto, y ya fuera de micrófono, pronunció la siguiente frase, según Müller: "Vamos a tener que investigar el patrimonio de la familia Lara y de Mauricio Casals a ver si os tranquilizáis". Pocos días después, el 23 de diciembre, El País publicó una noticia con el siguiente titular: 'El auditor acusa a Planeta de maquillar sus pérdidas'.

La refriega tiene un trasfondo poético. Casi epopéyico. A un lado, el nuevo gran imperio mediático, el de Atresmedia (Planeta). Con tropas bien entrenadas y tecnología punta para atacar a sus enemigos por tierra, mar y aire. Al otro, Prisa, una casa que amenaza con venirse abajo y cuyo cañón Bertha ha quedado obsoleto. El pabellón que sujetan sus soldados ya no sólo luce el escudo de armas de los Polanco. También el de Banco Santander, Caixabank, HSBC y el de algún pirata de los mercados.

En definitiva, la batalla radiofónica que se libró aquella mañana enfrentó a quienes fueron los amos de la prensa, la radio y la televisión y quienes lo son e intentan mantener ese privilegio pese a las varias dificultades que han surgido en su camino.

En el casco del barco del Grupo Planeta han surgido últimamente varias grietas por las que ha comenzado a entrar agua. La más amplia tiene que ver con la vinculación de Mauricio Casals con el 'caso Lezo' (el juez Eloy Velasco archivó su causa) y, más recientemente, con la operación Hanta. De momento, ningún tribunal le ha declarado culpable, pero ya se le puede considerar como una víctima más de la temida 'pena de telediario'. Cosa que llama la atención si se tiene en cuenta que La Sexta (Atresmedia) ha sido acusada por más de un político imputado de repartir condenas sin respetar la presunción de inocencia.

El rey del Hotel Palace

Lo cierto es que la relación de Casals con el caso Lezo debió ser un golpe duro para el ejecutivo, acostumbrado a moverse entre bambalinas, de forma discreta y sin aspavientos. Durante años, fue el hombre de confianza de José Manuel Lara Bosch en Madrid y quien se encargó de desbloquear los asuntos más espinosos que afectaban a la compañía. Buen intermediador, de exquisitas formas y agenda infinita, mantuvo un contacto fluido tanto con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como con el de Mariano Rajoy. En esa época, por cierto, el sector de la televisión se consolidó y Antena 3 compró La Sexta en una operación que necesitó el aval del Consejo de Ministros, donde Casals contaba entonces con grandes apoyos como Soraya Sáenz de Santamaría y Mariano Rajoy. De hecho, a este ejecutivo se le atribuye el mérito de que el Gobierno autorizara la fusión.

Mientras tejía su frondosa red de contactos y se ocupaba de los asuntos de Planeta y de Atresmedia –donde en los últimos años su opinión ha tenido un peso considerable-, presidía el diario La Razón, su gran proyecto editorial personal, con el que buscó que la influencia de los Lara aumentara en la capital de la Corte.

Desde 1998 ha dirigido las operaciones en el diario sin hacer más apariciones públicas que las estrictamente necesarias y delegando todo el protagonismo en su director. En 2013, no obstante, su nombre saltó a la primera plana después de que el diario El Mundo desvelara que mantuvo contactos con Luis Bárcenas cuando trascendió el escándalo de la ‘contabilidad en B’ del PP. Los instructores del caso aseguraron que Casals “intermedió” entre el partido y el extesorero. El aludido negó este supuesto, aunque reconoció los contactos con Bárcenas. Una prueba más de su buena relación con el poder político.

El pasado 20 de abril, volvió a ser apuntado por los focos después de que Eloy Velasco le citara a declarar dentro de la investigación del escándalo de corrupción del Canal de Isabel II. Según sospechaba el juez, Casals y Marhuenda pudieron haber orquestado una campaña mediática contra Cristina Cifuentes, quien supuestamente había amenazado con tirar de la manta y desvelar los trapicheos de la ‘trama Lezo’, que afectaba a Edmundo Rodríguez, consejero de La Razón hasta hace unas semanas.

Velasco dio carpetazo a la causa que afectaba a Casals y Marhuenda, aunque en las grabaciones telefónicas que los investigadores interceptaron al presidente de La Razón había un mensaje que dejaba clara la influencia que ha ejercido en el panorama mediático y político. Hacía referencia al “sándwich” al PSOE que se realiza desde La Sexta, una frase que algunos medios interpretaron como la prueba definitiva de que este canal contribuyó a proyectar a Podemos para hundir a los socialistas y beneficiar al PP.

En esos días, su sombra emergió de entre las ‘tinieblas’ en las que muchos le han situado –con revanchismo en algún caso- y su nombre se grabó en la mente de cientos de ciudadanos que nunca habían oído hablar de este influyente consultor. Apenas dos meses después, ha vuelto a aparecer en las portadas de los medios de comunicación a consecuencia de su relación con la operación Hanta.

En esta ocasión, está acusado de un presunto delito de tráfico de influencias, al haber “maniobrado” ante las altas esferas para que el Grupo Zed –participado al 25% por Planeta- consiguiera créditos blandos por un montante de 67 millones de euros. La mayor parte, procedieron de los ministerios de Industria y Economía, con Rodríguez Zapatero y Rajoy en Moncloa. La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía (UDEF) trata actualmente de determinar si La Razón recibió 2 millones de euros de esas ayudas de forma camuflada, a través de Zed.

Fuentes de Planeta aseguraban este jueves que han colaborado con la justicia en todo lo que les ha requerido en lo que respecta a este asunto. Es decir, reconocían que no se han puesto de perfil cuando los investigadores han solicitado información sobre el escándalo que se atribuye a Javier Pérez Dolset y compañía. Ahora bien, es evidente que el asunto inquieta en la compañía por las consecuencias que podría acarrear. Como tantos otros.

No se venden libros

Conviene tener en cuenta que en el horizonte de sus directivos figura desde hace tiempo una considerable preocupación derivada de la crisis del negocio editorial, que se ha contraído en España un 40% desde que en 2008 sobrevino la recesión económica. La edición en papel cada vez es menos rentable y eso lo han notado todos los negocios que utilizan este material como soporte. Prueba de ello es que, en España, mientras en 2007 las cuatro grandes cabeceras de prensa escrita difundían a diario 1,1 millones de ejemplares, actualmente 'lanzan' 420.000. Y, entre 2008 y 2015, cerraron el 45% de las librerías, según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL).

Desde el inicio de la crisis, Planeta Corporación ha cerrado todos los ejercicios con pérdidas y ha generado un déficit total de 155 millones de euros. En 2015, su agujero aumentó en 25,8 millones de euros después de que su cifra de negocio cayera un 57% con respecto al año anterior, según datos del Registro Mercantil. El auditor, además, le acusó de camuflar el deterioro de su inversión en Jaipur Investment S.L., una sociedad desde la que vehicula su participación en Banco de Sabadell.

Al frente de la compañía se encuentra desde principios de 2015 José Creuheras, un abogado barcelonés de perfil bajo y amplia mano izquierda que ha estado vinculado a Planeta durante décadas. Fue elegido tras la muerte de Lara Bosch para comandar los negocios del grupo ante la falta de confianza de una parte de la familia en que José Manuel Lara García estuviera preparado para pilotar esta enorme nave editorial y audiovisual.

De momento, el hijo mayor de José Manuel Lara Bosch no ha dicho en público “esta boca es mía”, pero no hay que olvidar que, cuando Creuheras tomó las riendas de este imperio, desde Planeta se le definió como el encargado de capitanear una transición tranquila, de lo que se puede deducir que, en el futuro, José Manuel deberá dar un paso al frente.

Bajo los focos

La cuestión más inmediata que se plantea con respecto a Planeta es si Mauricio Casals se mantendrá como uno de los más altos estandartes de este holding enraizado en Cataluña o si su figura se diluirá como consecuencia de los casos Lezo y Hanta. También cabe preguntarse si algunos de los contactos que hasta ahora mantenía en las más altas esferas le darán de lado como consecuencia de estos hechos. Porque ya se sabe que los lazos que se crean a través de los negocios y la política son fáciles de romper, dado que muchas veces se anudan a partir de intereses enfrentados.

Lo que parece claro es que, a partir de ahora, será más complicado que pase desapercibido mientras trabaja desde los ostentosos salones del Hotel Palace madrileño, donde vive varios días cada semana y donde recibe a una parte de las personas que intervienen en la toma de decisiones en este país. Porque son muchos ‘flashes’ los que se han disparado últimamente sobre su rostro.

Está claro que la discreción y la prudencia con las que se mueve han creado sobre Casals una leyenda negra que sus enemigos han contribuido a exagerar. En el entorno del ejecutivo destacan su accesibilidad, sus buenas formas, su sagacidad, su inteligencia, su educación y su talento para gestionar sus negocios, incluido La Razón, el único de los cuatro grandes periódicos madrileños que no ha realizado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) desde que se inició la decadencia del sector. Sus detractores le observan como un muñidor en la sombra y como un personaje que, para su propio beneficio, ha influido durante las últimas tres décadas en los grandes asuntos relacionados con la política y los medios de comunicación en España.

Como suele ocurrir, el personaje tendrá sus luces y sus sombras y en sus intereses y su circunstancia -y la de quien le pagan- se explicarán sus movimientos, más o menos acertados. Más o menos lícitos. Es condición humana.

Lo cierto es que un enorme y potente haz de luz apunta desde hace unas semanas hacia el ecosistema en el que reside. Y eso siempre es molesto para quien ha vivido tradicionalmente en un segundo plano. Para quien es apodado por sus enemigos como 'El Príncipe de las Tinieblas'. Habrá que ver hasta qué punto estos últimos acontecimientos coartan sus movimientos y, por ende, afectan a ese gigante herido llamado Planeta.

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