Los datos de empleo, paro, número de contratos firmados, afiliaciones a la Seguridad Social… han sido siempre un motivo de enfrentamiento entre el Gobierno de turno y la oposición. Da igual que haya récord de trabajadores ocupados o que el paro supere, como ya ocurrió en alguna ocasión, los seis millones de personas. Alguien encontrará razones más o menos justificadas para inundar de sospechas las estadísticas oficiales.
El presente año no podía ser una excepción. Como antes lo fueron los trabajos temporales o los convertidos en indefinidos, este año los fijos discontinuos, una figura de contratación con más de treinta años de antigüedad, han sido el centro de atención de los datos del Servicio Público de Empleo Estatal. Y es que, en los diez primeros meses de este año se han firmado cerca de 1,8 millones de estos contratos, cuando el pasado año apenas superaron los 172.000.
Este tipo de relación laboral se ha convertido, sin querer, en la nueva estrella de la reforma laboral del Gobierno. Un trabajador fijo discontinuo es un empleado que trabaja para la empresa que lo ha contratado de manera intermitente, en función de las necesidades de la misma. El empleado de un hotel de vacaciones, por ejemplo, es el prototipo de este tipo de contratación.
Cotiza a la Seguridad Social cuando está operativo y deja de hacerlos en los periodos de inactividad. No pueden figurar, y nunca lo han hecho, por tanto, como parados, y pueden trabajar en otras empresas siempre y cuando no hayan firmado un acuerdo de exclusividad o lo hagan con una compañía de la competencia.
Los datos estadísticos de los fijos discontinuos han ocultado otra realidad. En España, a cierre del tercer trimestre, había 501.400 personas con al menos dos empleos (un 25% más que en 2020) y más de 1,6 millones de ocupados que quieren trabajar más horas. Ni el primero de los casos es la cifra más alta de los últimos diez años en un tercer trimestre, ni el segundo la más baja del último decenio.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el subempleo como el fenómeno que se produce en el mercado laboral cuando los trabajadores deben trabajar menos horas, con una productividad menor, así como con "infracualificación" para evitar el desempleo.
El Instituto Nacional de Estadística cataloga a los subempleados como "el conjunto de ocupados, que desea trabajar más horas, que está disponible para hacerlo y cuyas horas efectivas de trabajo son inferiores a las horas semanales que habitualmente trabajan los ocupados a tiempo completo en la rama de actividad en la que el subempleado tiene su empleo principal".
Se dispara el pluriempleo
Los expertos creen que el incremento de los contratados bajo la figura de fijos discontinuos ha disparado el pluriempleo. Las razones parecen obvias: el salario es muy inferior al de un trabajador a tiempo completo. Buena prueba de ello es que por primera vez se ha superado la barrera del medio millón, cuando hace diez años, el número de ocupados con empleo secundario (así es la catalogación exacta que hace el INE de esta modalidad de trabajo) ascendía a 330.520, un 34,1% menos.
De los 501.400 pluriempleados que había en España al término del tercer trimestre, 402.200 eran trabajadores asalariados y 99.200, autónomos. El sector servicios es con diferencia el más proclive al pluriempleo. El 86,3% de los pluriempleados tienen su empleo principal en este sector y 442.600 (el 88,3%) también su empleo secundario. El otro sector más afectado es el agrícola, con 26.000 trabajadores con su primer empleo en esta actividad (apenas el 5,2%) y 30.100 (el 6%), el segundo trabajo.
La contrapartida de tener más de un empleo es que hay mucha gente que no puede trabajar el número de horas que ellos desearían. Según los últimos datos de las condiciones de trabajo de los españoles que publica el INE, un total de 1.617.500 personas son ocupados subempleados. Hace diez años, en septiembre, había 2,389 millones, un 47,7% más.
Subempleados en el sector servicios
El sector servicios es el que ocupa a mayor número de subempleados: cerca de 1,35 millones, el 85,6% del total, seguido por la industria (120.100), la construcción (73.800) y la agricultura (36.900). La mayor parte, el 92,4% de los que quieren trabajar más, son asalariados y cerca de 118.000 (7,6%), trabajadores autónomos.
Por edades, la mitad de los trabajadores subempleados tienen entre 35 y 54 años. Hay mayoría de mujeres, cerca de 980.000, el 60,58% del total, mientras los hombres representan el 39,42%. Uno de los datos que más sorprende en la estadística es que una tercera parte del total, 561.300 (el 34,7%) tienen estudios superiores. Es la categoría con mayor subempleo en términos absolutos, por encima, incluso, de los trabajadores cuyos estudios solo alcanzan la primera etapa de educación secundaria: 511.700 (31,6%).
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