La tortuosa venta del Grupo Zeta, la guerra de las televisiones con la CNMC y la sempiterna provisionalidad de Rosa María Mateo al frente de RTVE han sido algunos de los principales acontecimientos que han marcado el último año en el sector de los medios de comunicación, en el que también se han destruido más de un centenar de empleos con los recortes de PlayGround, Mía, La Voz de Galicia y el cierre de BuzzFeed España, entre otros medios afectados.
La venta de Zeta, adquirido por Prensa Ibérica por unos 30 millones de euros, ha dado el pistoletazo de salida a la cacareada consolidación del sector. Desde este año, El Periódico de Catalunya, diario más importante de Cataluña junto a La Vanguardia, ha pasado a manos del aragonés Javier Moll y ha concentrado el mercado de diarios regionales, 'core business' de Prensa Ibérica.
Moll logró imponerse en la venta tras una disputa que desde el principio tuvo un fuerte cariz político y que fue mirada con interés por el Gobierno, especialmente cuando Jaume Roures sacó un talonario lleno de ceros para hacer una oferta. El empresario dueño de Mediapro tiene buena sintonía con la órbita independentista y eso no gustaba nada en Moncloa.
Vocento también llegó a estudiar la operación y, de hecho, algunos consejeros apuntaron a que era una oportunidad de oro para reposicionarse en el mercado. Finalmente, la cúpula votó de forma unánime en contra de hacer una oferta formal. Los dueños de ABC, al igual que Moll, contaban con el visto bueno de la banca acreedora, que fue la que desde el principio tuvo la sartén por el mango.
Tras un proceso que se dilató durante más de un año, Moll, Asensio y la banca sellaron un acuerdo para la venta del grupo. Los más afectados, los trabajadores: en los últimos años, la plantilla ha sufrido varios Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que se han cerrado con la salida de más de un centenar de profesionales.
Caso aparte es el de RTVE. La radiotelevisión pública vive instalada en una etapa de interinidad desde hace diecisiete meses (y sumando). Lo que en principio se 'vendió' como una etapa de transición de pocos meses se ha enquistado hasta el punto de que el comité de expertos RTVE tuvo que levantar la voz hace unos días para reclamar la culminación del concurso.
Durante este periodo de interinidad, los 'fuegos' en la casa se han multiplicado. El medio centenar de ceses nada más tomar posesión, la mudanza a Torrespaña y unas diferencias con los sindicatos que parecen irreconciliables dificultan el día a día de la corporación. De hecho, la última polémica a cuenta de la jornada laboral estuvo a punto de llevarse por delante la emisión del sorteo de Navidad y de las Campanadas. Un fundido a negro que sin duda se habría dejado sentir en la ya mermada audiencia de la casa.
Atresmedia y Mediaset vs. CNMC
Dejando a RTVE a un lado, sus vecinas las televisiones privadas también andan a la gresca. Atresmedia y Mediaset han empleado el año en enfrentarse, por ahora sin éxito, a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Hace unas semanas, el regulador concluyó el expediente que investigaba a ambas compañías por prácticas restrictivas del mercado publicitario con un multazo de 77 millones de euros: 38,9 millones para Mediaset y 38,2 millones para Atresmedia.
La instrucción, que se ha alargado durante más de un año, ha estado marcada por la manifiesta animadversión de José María Marín Quemada, presidente de la CNMC, contra el dominio de ambos grupos. En más de una ocasión, el presidente de la entidad ha dicho públicamente que ambas compañías constituyen un duopolio de facto, algo que no le gusta.
No obstante, aunque ambas cadenas compartan trinchera e este caso, la publicación del caso Carlota ha abierto una nueva guerra entre ambas. En un comunicado difundido hace menos de un mes, Mediaset acusó a Atresmedia de muñir una campaña contra la compañía: "Las acciones de desprestigio están siendo avivadas de manera desleal desde los espacios y programas informativos de Antena 3, LaSexta, Onda Cero y algunos de sus portales verticales", señaló la cadena.
El próximo año, la televisiones cambiarán el campo de batalla y saltarán a los tribunales, donde se espera una guerra de recursos que empezará en la Audiencia Nacional y terminará con toda seguridad en el Tribunal Supremo, por lo el desenlace de esta historia todavía no está escrito.
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