De nuevo han arreciado las informaciones negativas sobre España, procedentes desde medios de comunicación estadounidenses y casas de análisis foráneas. El diario The New York Times señalaba a nuestro país con dedo acusador, aunque culpaba de la mala situación a la rigidez de la canciller alemana Angela Merkel, lo cual no deja de ser una novedad. Además, informes de casas como Natixis o BNP Paribas también han sido muy críticos con la economía doméstica. El resultado: el Ibex ha finalizado con un 3,58% de caída y la deuda de nuevo se ha puesto en cotas prácticamente de rescate. Italia también ha sufrido, aunque algo menos.
La semana ha sido demoledora para todas las plazas, incluidas las estadounidenses, que han sufrido la peor del año. La vuelta de las vacaciones ha acrecentado el débil sentimiento de mercado que ya se respiraba hace días, a pesar de que no haya cambiado sustancialmente nada de lo que ya se sabía: el objetivo de déficit es muy complicado, la banca está en situación delicada, etcétera.
El cierre de la semana se ha traducido en un incremento de la presión vendedora, que ha llevado al Ibex a cerrar cerca de los mínimos del día, con una caída semanal del 5%. Sin embargo, desde el pasado 19 de marzo, es decir, hace menos de un mes, el desplome es del 15%.
En deuda, las cosas no van mejor. El mercado se empeña en colocar la rentabilidad de referencia en el entorno del 6%, con la prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos, una cota que dificulta en gran medida las subastas del Tesoro, que deberían colocarse con unos tipos de interés más que preocupantes.
Bancos, constructoras y compañías industriales con presencia en el sector tecnológico fueron las más castigadas dentro del Ibex. Bankinter, Abengoa, Sacyr, FCC, OHL, Mapfre, Gas Natural, Técnicas Reunidas, Banco Popular, Sabadell, BBVA, ACS e incluso Telefónica se desplomaron más del 3%. Todo el Ibex acabó en números rojos.