El Department for Business, Innovation & Skills (BIS) británico acaba de hacer público un informe titulado “The future of computer trading in financial markets” en el que refleja cómo se ha incrementado la contratación bursátil realizada por computadores frente a la hecha por brokers tradicionales, es decir, personas. Conforme afirma el BIS (organismo público encargado de fomentar el crecimiento económico, el mercado y la innovación en Reino Unido), la contratación por computadores supone ya el 30% de la operativa en Londres y puede superar ya el 60% en EE UU. Con tendencia al alza, por supuesto.
Esto aporta algunos avances positivos, como el abaratamiento del coste de transacciones o la mejor liquidez y eficiencia del mercado. Pero también plantea un escenario más que complejo y en cierta medida destructivo, similar al de la serie de películas Terminator, en la que las computadoras comenzaron a pensar por los humanos, decidiendo finalmente exterminarlos y suplantarlos.
¿Quién supervisa las decisiones?
En los mercados financieros, las decisiones son tomadas por máquinas cada vez en mayor medida, mediante algoritmos y cálculos predeterminados. La supervisión de esos baremos de cálculo y la ejecución de órdenes es una cuestión clave, por tanto.
Una de las cuestiones que el BIS pone de manifiesto es la necesidad de adaptar las regulaciones del futuro, controlando, por ejemplo, a las empresas de software. En Terminator, esta circunstancia se ponía de manifiesto, ya que los ciborg que decidieron acabar con la humanidad fueron desarrollados por una compañía de tecnología puntera, que investigaba y elaboraba sus avances informáticos sin el menor control. La entidad (Ciber Dyne) diseñó sin trabas la tecnología que finalmente acabó devorando a la especie humana, a través de la mega red informática Skynet.
Daño en la vida real
En este caso, ni mucho menos la situación es tan truculenta, aunque las máquinas inversoras pueden hacer mucho daño en la vida real. En primer lugar, liquidarán los puestos de trabajo de muchos miembros de la especie financiera. Así lo destaca el BIS, poniendo de manifiesto que los brokers están literalmente en peligro de extinción: “Las máquinas cada vez podrán suplantar más puestos de trabajo, con menos errores y mucha más velocidad”. De hecho “el número de brokers que efectúan operaciones al contado ha descendido enormemente en años recientes y seguirá haciéndolo en el futuro”. De momento, “el mix bursátil humano-robot coexistirá durante algún tiempo”, básicamente el que permita la regulación. La duda es saber cuántas decisiones están ya en manos realmente de máquinas, sin control humano y cuántas no.
Sin pretender desmenuzar más el informe, a partir de aquí surgen muchas consideraciones, de orden incluso ético: ¿Conviene dejar los mercados financieros en manos de ordenadores, es decir, de máquinas? Eso tiene una enorme implicación en la vida de la ciudadanía. Hay casos evidentes de decisiones que pueden tener una gran repercusión en la vida real, como por ejemplo, las rebajas de rating de un país.
Si la deuda de una nación desciende por debajo de un determinado rango establecido, las máquinas comenzarán liquidar esos activos en cartera sin titubear lo más mínimo, con las consiguientes repercusiones en la economía real y los ciudadanos.
Liquidar países
En ese caso, será vital que esté establecido el control sobre operaciones de ese tipo. Si en Europa, por ejemplo, desapareciera la Triple A, o alguien tiene capacidad de modificar los parámetros de los programas al nuevo escenario, antes de actuar de manera matemática, o se recrudecerían situaciones como las recientes, en las que ha estado en jaque la sostenibilidad del euro. No es preciso recordar en lo que le ocurre a un país sin acceso a la financiación internacional.
Lo mismo valdría, por ejemplo, con los precios de las materias primas o las divisas. Si se desatan automáticamente oleadas de compras o ventas sobre cuestiones tan importantes para ciertas economías como son su moneda o alguna materia prima clave, la influencia en la economía podróa ser devastadora. En el pasado reciente algunos hedge funds han logrado manipulando los precios de las materias primas con lo que ello significa para la economía real. Sin ir más lejos, los productores de leche españoles están estrangulados por los costes de la soja o el maíz, que han incrementado los precios del pienso y el forraje para las vacas.
Impaciencia con las máquinas
Por el contrario, conviene recordar que la historia ha demostrado la dificultad de dejar las carteras en manos de programas informáticos sin más, de los que si no se obtienen resultados inmediatos, se ponen en solfa. A largo plazo, casi todas las aplicaciones han demostrado su capacidad para batir al ser humano, aunque es casi imposible que los gestores se pongan exclusivamente en manos de programas. (Algunos de ellos, realizados por empresas españolas, por cierto). Cuando se gana dinero mediante el software, se deja hacer a la máquina, pero cuando se pierde, se sustituye el sistema por la gestión humana con rapidez.
Los expertos señalan que el programa muestra su efectividad si se le deja operar en todas las condiciones, pero “desenchufarlo cuando no bate al mercado es la garantía de que se anula toda su eficacia a la hora de tener los riesgos controlados”, comentan desde una gestora.
El mercado va camino de enfrentar a unos cuantos fondos de inversión artesanales; totalmente ‘de autor’, frente a unas carteras indexadas, ejecutadas por máquinas. Todo ello, en un entorno de mercados financieros cada vez más complejos. Habrá que ver quién se impone y cómo afecta a los mercados de capitales, cuya finalidad es, conviene no olvidarlo, financiar a la economía eral.
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