La deuda portuguesa está en cotas previas al rescate. Ayer fijó nuevos mínimos, situándose al cierre por debajo del 9%. Unas valoraciones muy elevadas, seguramente insostenibles todavía, pero lejos ya de esos tipos de interés de dos dígitos (hace apenas dos meses superaba el 12%), que señalaban, simplemente, a un país intervenido en situación económica catastrófica. El efecto ‘BCE’, iniciado a finales de julio y corroborado este mismo lunes por Mario Draghi está teniendo su efecto. Como noticia negativa, el Fondo de Rescate volvió a colocar dinero a tipos negativos, algo inevitable ante la reducción de primas de riesgo en general y que confirma que todavía hay mucho miedo en el mercado.
“La deuda portuguesa es la mejor de Europa en lo que va de año”, indica Félix López, de ATL Capital. “Es cierto que el país no está para tirar cohetes, pero en los meses recientes se ha hablado poco de él y eso es bueno. Sus cifras macro no han ido a peor y se está recuperando su balanza comercial. Podría decirse que ha pasado de estar en alerta roja a una situación de vigilancia sobre esa misma alerta”. Un escalón menos de riesgo, en definitiva.
En este sentido, destaca, además, que “el corporate está yendo francamente bien. Sin ir más lejos, el bono del Espirito Santo es el más rentable de toda la banca de la Eurozona, con más de un 30% de apreciación de nominal en lo que va de ejercicio”.
El rally de ayer, de todas formas, “llegó de la mano de las palabras de Mario Draghi, cuando aseguró que podía comprar deuda hasta a 3 años sin salirse de su mandato”. El 10 años portugués finalizó ayer en el 8,92%, después de recortar 25 puntos básicos su rentabilidad. Fue el bono más favorecido, junto al español, que rebajó su tipo hasta el 6,61%. Pero donde hubo un tirón impresionando fue en los plazos a 2 y 3 años. El español, concretamente, “ha bajado del 3%, después de mejorar 40 puntos básicos. Hace nada, se subastaba al 5%”.
Esta es la mejor cota de la deuda portuguesa desde el mes de abril del año anterior, justo el mes en que país vecino solicitó el rescate. La situación portuguesa es similar a la de España. En estos meses, ha tenido lugar un cambio de Gobierno, un importante plan de ajustes y un claro voluntarismo por parte de los políticos en el poder de entrar por la senda de la austeridad y el rigor.
Euforia, no
Todavía es pronto para analizar resultados y menos para desatar cualquier euforia, porque los objetivos de déficit para el ejercicio están claramente superados a estas alturas del ejercicio. El primer ministro, Pedro Passos Coelho, reconoció la semana pasada que el 4,5% previsto para este año no se alcanzará (ya van por el 6,9%), pese a toda la batería de medidas de recorte implementadas.
Eso sí, el político luso aseguró que su país “ejecutará hasta el final el plan de la troika”, que incluye fuertes recortes en gasto público, educación, sanidad, así como una subida de impuestos. Cuestiones todas estas que suenan muy de cerca a la ciudadanía española.
El desempleo ha repuntado hasta alcanzar un máximo histórico del 15% y la economía descendió un 3,3% en el segundo trimestre del año. Una situación que se antoja demoledora, aunque un operador español valoraba que “los intentos por contener el déficit van en la buena dirección y la sociedad los está aceptando razonablemente bien, el problema es que si las grandes economías se desinflan, por mucho ajuste que hagan, no les luce”.
Los hombres de negro de la Troika están examinando los avances pero lo cierto es que Portugal ya tiene una curva de tipos casi razonable (el 10 años, al 8,92%; el 5 años al 7,0% y el 3 años al 4,9%) y con pendiente, que indica un descuento del mercado por la mejoría de la situación a medio plazo. Conviene recordar que hace pocas semanas, Portugal colocó Letras a tipos mejores que los españoles.
Pero, al final, “los mercados han tachado ya a Grecia, pero continúan apostando por que Portugal será la siguiente Irlanda”, afirmaba otro operador, país que, después de ser rescatado, tiene ya tipos de interés aceptables, inferiores a los de España.
Malas noticias del EFSF
Sin embargo, el fondo de rescate (EFSF) continúa emitiendo a tipos negativos. Conforme informaba ayer el Bundesbank y recogían varios medios internacionales, el EFSF colocó 1.997 millones de euros en letras a 3 meses, a un tipo del -0,045%.
Una situación que roza el despropósito: los inversores prefieren colocar su dinero a corto plazo en activos que sólo le harán perder ese tipo. Ya es la segunda vez que ocurre esto, ya que el pasado 7 de agosto adjudicó 1.431 millones del mismo activo al -0,0217%.
¿Qué significa esto? Según Félix López, “que todavía hay muchos inversores que quieren proteger su patrimonio del riesgo de ruptura del euro”. Con estos plazos tan cortos y una mínima pérdida, se preserva el capital, que está ahí mucho más seguro que en deuda soberana de países en riesgo, en entidades financieras o, por supuesto, en otros activos de riesgo. “Ocurre lo mismo con la deuda alemana, danesa, suiza…”. Mientras continúen resolviéndose subastas con tipos negativos, podrá afirmarse que hay inversores cubriéndose del riesgo de desintegración de la moneda única.