Las bolsas están repuntando en lo que va de año y los diferenciales se estrechan, aunque todo está montado sobre la liquidez a espuertas de los bancos centrales, especialmente del Banco de Japón y la Reserva Federal. Una droga dura que los inversores necesitan con la angustia del toxicómano más enganchado. Todo ello, sin embargo, no sirve para que lleguen síntomas claros de recuperación en las economías. Ha bastado un índice manufacturero PMI chino por debajo de 50 puntos y que Ben Bernanke haya dejado caer tímidamente que los planes de compra de bonos podrían suavizarse para que Tokio se hundiera un 7%, sembrando de números rojos las plazas europeas y estadounidenses. En deuda, las cosas tampoco fueron bien.
El desplome del Nikkei ha sido de los que hacen época, superior al 7%. Vozpópuli ya informó que la Bolsa japonesa estaba ofreciendo altos retornos a los inversores, pero que su tirón alcista provocaba enorme vértigo. La principal economía asiática realizó una espectacular inyección de liquidez sin precedentes, como vía de estímulo a una economía que debe ofrecer señales rápidas.
La caída del PMI de hasta 49,6 puntos ha sido un toque de atención. Este indicador de actividad indica expansión económica cuando se sitúa por encima de 50 y contracción cuando queda por debajo. “No debería haber significado tanto, ya que llevaba seis meses ligeramente por encima de 50, pero si a eso se le une que la Reserva Federal cierra el grifo, el pánico está justificado. Los mercados suben gracia a la liquidez de los bancos centrales”, decían desde una entidad española.
Bernanke dijo, en una comparecencia ayer martes en el Congreso, que la Reserva Federal podría ir reduciendo sus compras de deuda “en las próximas reuniones”, siempre que puedan tener la certeza de que la economía está mejorando. A pesar de que matizó que esto no ocurrirá de inmediato ya que “una prematura suspensión de los estímulos podría perjudicar a la economía”, casi nadie quedó tranquilo. El hachazo llegó después.
El FOMC sembró el pánico
Tal como destacan desde Finagentes Gestión, “horas más tarde de la comparecencia, la publicación de las actas de la última reunión del FOMC (Comité de Mercado Abierto de la Fed), venían a poner sobre la mesa que su opinión no era compartida por todos y que la división en el grupo era evidente al haber un grupo partidario de reducir las medidas de estímulo a partir de junio”.
Algo que sembró el terror. La posibilidad de que desaparezca el caudal incesante de dinero a los mercados provocó la estampida. El soporte de los bancos centrales se reclama como un toxicómano pide su dosis diaria.
En poco más de un año, el Banco Central Europeo (BCE) ha inyectado más de un billón (español) de euros por vía extraordinaria a través del Long Term Refinancing Operation (LTRO), además de anunciar un plan de rescate a través de recompra de bonos; el Outright Monetary Transaction (OMT). El Banco de Japón ha anunciado alrededor de medio billón de euros de liquidez y la Fed tiene un plan sostenido de recompra de bonos.
Eso ha permitido que bajen las primas de riesgo, con mención especial para España, algo que ha dado auténtico oxígeno al Gobierno, en forma de menores costes de financiación y fácil cobertura de las subastas de deuda. Pero la realidad es que los mercados están asistidos. Sin ir más lejos, después del susto japonés, al Tesoro le ha costado más la colocación de deuda.
En definitiva, continúa existiendo una dolorosa en evidencia de la desaceleración de la economía mundial. Las inyecciones de dinero “no han hecho más que acrecentar la distancia entre economía real y financiera sin solucionar los graves y evidentes problemas de la primera”, dicen en Finagentes.
Espiral viciosa
El mundo vive ahora en una espiral en la que los bancos centrales inyectan dinero, los bancos lo toman y lo colocan en deuda pública para financiar los déficit de los estados o en renta variable. A su vez, los estados deben emitir más deuda para refinanciar, lo que provoca que los bancos emisores vuelvan a inyectar... así, ad infinitum, solo que las ratios deuda/PIB de los países crece mucho más allá de niveles alarmantes. Lo malo es que si se retira la liquidez, todo se hunde. ¿Cómo se sale de esto?
Con semejante panorama, que el Ibex cediera un 1,40% al cierre, que la deuda haya repuntado hasta el 4,30% o que incluso la cotización Bankia cerrara por debajo del euro, después de hundirse más del 50%, son casi anécdotas. El problema sigue de fondo y se llama dependencia de la ‘heroína’ de los bancos centrales.
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