OHL afronta la ampliación de capital por valor de 1.000 millones en el peor momento posible para la compañía y para los mercados. Con la percepción de los inversores sobre China dando todavía coletazos, con la inminente decisión de la Reserva Federal norteamericana sobre el comienzo de la subida de tipos de interés y unas nuevas elecciones generales en Grecia a la vuelta de la esquina. Y, además, las elecciones autonómicas catalanas elevarán, aunque sea temporalmente, la presión sobre la prima de riesgo. Un horizonte poco propicio para operaciones corporativas.
La compañía de construcción y servicios tiene sus propios quebraderos de cabeza. La supuesta trama de corrupción que pesa sobre su filial en México le ha pasado factura en el país azteca y las previsiones sobre su volumen de deuda neta apuntan a un crecimiento del 4,5% para este año, hasta llegar a los 5.870 millones de euros. Precisamente la ampliación pretende rebajar este volumen en 650 millones y financiar la nueva orientación de sus negocios internacionales para recuperar a medio plazo la calificación de grado de inversión, una nota que disminuiría sus costes de financiación en los mercados de capitales.
Pero las dudas que pesaban sobre la compañía se han recrudecido con la aprobación en la junta de accionistas de la ampliación de capital, con una caída del 5% de su cotización al cierre de la bolsa este lunes, hasta situarse en 12,06 euros, más de un 30% por debajo de los 18,71 euros con que comenzó el año. ¿Por qué? Porque la operación diluirá aún más los títulos de la empresa presidida por Juan Miguel Villar Mir, con un descuento que podría superar el 80% de la acción, hasta bajar de los diez euros por acción. Pese a que los inversores ya anticiparon esta rebaja cuando se anunció la ampliación antes del verano, ahora con la aprobación se ha vuelto a dejar notar con intensidad.
La supuesta trama de corrupción que pesa sobre su filial en México le ha pasado factura en el país azteca.
Y con este derrumbe de la acción, la propia ampliación de capital por 1.000 millones significa que se pretende captar un volumen equivalente al 80% de la capitalización bursátil del grupo. Los propios responsables de la constructora son conscientes de la situación y reconocen que el precio de las nuevas acciones será ciertamente muy bajo, como señaló el propio Villar Mir. Aunque todavía no está fijado el precio al que serán emitidas las nuevas acciones, las estimaciones de los analistas apuntan que podrían multiplicarse 16 veces. De ahí que numerosos inversores opten por abandonar el barco ahora.
El accionista mayoritario, el Grupo Villar Mir, que ostenta el 59,6% de los títulos de la compañía, pretende mantener la hegemonía tras la operación, aunque con un peso menor, y superar esta fase incierta del grupo de construcción y concesiones. Será la segunda ampliación de capital que realice en su larga trayectoria, ya que en 2009 afrontó una operación similar por valor de 200 millones de euros.
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