La banca española está totalmente atrapada en la burbuja de liquidez de los bancos centrales. Eso provoca que “cueste ver cómo este dinero inyectado y la reciente bonanza del mercado de bonos vaya a trasladarse hacia un modelo sostenible que impulse la creación de empleo”.
Lo dice Santiago López Díaz, analista jefe de BNP, en un demoledor informe contra la banca española titulado Spanish Banks: Don Quijote and the spanish approach que, sin embargo, refleja también cómo tanto los gobiernos como el sector financiero está totalmente cautivo de unas mega inyecciones sin precedentes implementadas por los bancos centrales.
El experto, fichado a Credit Suisse, donde operaba en Londres, hace alrededor de dos años, índica que “por primera vez en mi carrera, coloco a todo el sector bancario con recomendación de venta”. El último en caer ha sido BBVA.
López reconoce que la decisión ha sido difícil, entre otras cosas por las protestas de su sección de ventas, que ven cómo su analista jefe recomienda vender en bloque un sector tan importante como el bancario sobre el que, encima, no se pueden tomar posiciones cortas.
Dependencia total
El experto subraya que los bancos españoles sufren una dependencia total de sus márgenes al carry trade del Banco Central Europeo (BCE), mediante el que toman “la barata e infinita financiación” y la colocan en deuda pública, obteniendo un amplio diferencial.
Las recientes inyecciones de los órganos emisores han reabierto los mercados “por lo que los bancos están emitiendo de nuevo deuda a ¡cerca de 400 puntos básicos por encima del tipo swap, cuando el Euribor está en el 0,75%”.
De esta manera, “ninguno de los bancos españoles está en condiciones de obtener retorno sobre el coste de capital sin una dilución de los accionistas”.
Pero no sólo la banca sufre. El Gobierno también se lleva lo suyo. Además de la reforma financiera “que está lejos de estar completada”, indica que los dos grandes problemas de esta economía están lejos de haber sido abordados: “la economía sumergida y la gigantesca estructura del Estado, con 450.000 profesionales de la política (el doble que el siguiente país europeo, que es Italia) y 3,2 millones de empleados públicos”. Como dice el experto, no hay que ser un experto en matemáticas para ver divisar el problema.
Ahora mismo, el dinero de los bancos centrales lo guardan las entidades financieras en el propio depósito del BCE para afrontar futuros vencimientos y nuevas ratios de capital que aplican las sucesivas reformas financieras. Un círculo vicioso que sólo podrían romper reformas efectivas de un Gobierno que está confundiendo cambios estructurales con subidas de impuestos.
El propio BBVA reclamaba recientemente acción a Rajoy: “¡la ejecución es la clave!”, le exhortaban. La situación es crítica, ya que el efecto anestésico de los bancos centrales es perecedero si no se le dan a los mercados los hechos que desean. A no ser que el BCE haga lo mismo que la Fed y garantice tipos bajos de por vida e incesantes recompras de deuda. Pero eso sólo consigue bancos ‘zombies’.
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