Solaria sigue viendo la luz al final del túnel, aunque ahora un poco más lejos. Las últimas cuentas de resultados presentadas por el fabricante de equipamientos solares fotovoltaicos y térmicos revelan una pérdida del 16% de su beneficio neto de enero a septiembre respecto al mismo período del año anterior, hasta los 4,78 millones de euros, y una caída del 21% de sus ventas netas, hasta casi los 16 millones de euros. Pero aun así mantiene un ebitda de casi 13 millones de euros, un 38% más, pese a la rebaja de más de un 40% de sus ventas internacionales.
La empresa, que salió a bolsa en junio de 2007, en pleno boom de las energías renovables y poco antes de la mayor crisis financiera global, se ha centrado en los últimos años en apostar por el negocio internacional ante el parón que significó para el sector la eliminación de las primas que había otorgado el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
La empresa salió a bolsa en junio de 2007, en pleno boom de las energías renovables y poco antes de la mayor crisis financiera global
Desde el año pasado sus cuentas habían ido sorprendiendo moderadamente a analistas e inversores, al ofrecer por primera vez noticias positivas de resultados, al cerrar 2014 con un beneficio de siete millones de euros y un ebitda de 13 millones de euros. Unas cifras que parece escasas pero que fueron una bocanada de aire fresco ante las pérdidas de 24 millones que se anotó el año anterior y el reajuste de sus cuentas de 2011 obligado por el auditor, que le llevó anotarse unas pérdidas netas de 41 millones de euros en lugar de los 6,5 millones de beneficio que había presentado.
Al comienzo de 2015 había mantenido este cambio de tendencia al lograr un beneficio neto de casi 2,65 millones de euros en el primer trimestre, seis veces más de lo que había logrado en el mismo período del año anterior, con un 52% de sus ventas procedentes fuera de España, lo que se interpretó como una fructificación de su proceso de expansión internacional.
Este cambio se produjo después de la travesía del desierto por el que la compañía fundada por la familia Díez Tejeiro en 2002 tuvo que pasar, una vez que redujo su negocio en España, con un recorte draconiano de su plantilla y un reajuste de su estrategia.
A pesar de este cambio de tendencia, la acción de Solaria está todavía muy lejos de recuperar los siete euros con que saltó al parqué, y muchísimo más de los 24 euros que llegó a valer en noviembre de 2007. Actualmente cotiza en menos de un euro y se ha convertido en el valor preferido de los inversores bajistas, que aprovechan la volatilidad del mercado para intentar ganar provecho de una compañía que parece candidata a eterno chicharro.
Es la otra cara de la moneda de una empresa que acudió a la bolsa para financiar sus ambiciosos planes de expansión y que intentó sumarse al furor por las energías renovables.
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