Economía

Merkel impacienta al mercado: Alemania tiene margen fiscal pero no mueve ficha

En 2018 consiguió el mayor superávit fiscal desde la reunificación alemana

Después de que esta semana se haya conocido que la economía alemana entró en recesión técnica en el segundo trimestre al contraerse su Producto Interior Bruto (PIB) un 0,1% -después de un crecimiento del 0,4% en el primer trimestre-, el mercado está a la espera de que la canciller germana Angela Merkel aproveche el margen fiscal con el que cuenta el país para aprobar un paquete de estímulos que impulsen la economía. 

Si hay un país en Europa que pueda hacerlo ese es Alemania, ya que en febrero de este año se confirmó que el país había cerrado 2018 con un superávit fiscal récord, de 58.000 millones de euros, lo que supone un 1,7% del PIB. Una cifra que contrasta, por ejemplo, con el déficit del -2,5% del PIB que hay en España.

Eso significa que las cuentas germanas tienen el mayor saldo positivo desde la reunificación del país, después de que los ingresos fiscales ascendieran hasta 1,54 billones de euros y el país sólo gastara 1,48 billones de euros en el pasado ejercicio.

Merkel tiene margen (un colchón de 58.000 millones) para aplicar medidas, ya sean de gasto público o de bajada de impuestos, pero de momento no ha comunicado que haya tomado ninguna decisión. El índice principal de la bolsa alemana, el DAX, ha retrocedido en agosto pero todavía conserva un comportamiento positivo en el acumulado del año.

Demasiado pronto

Los analistas de Bank of America Merrill Lynch consideran que "están aumentando las expectativas de que Alemania lance un programa de estímulos fiscales" aunque creen que es demasiado pronto para que esto suceda.

La situación en el país les ha llevado a rebajar su previsión de crecimiento del PIB de la Eurozona hasta un 1,1% para este año y un 1,0% para el siguiente. "Las expectativas sobre la política fiscal están aumentando, pero es demasiado pronto para esperar un cambio real", añaden.

No será tan efectivo como en 2008

Por su parte, Carsten Brzeski, economista jefe del banco ING en Alemania, considera que el dato de PIB del segundo trimestre marca "el final de una época dorada", y señala que se ha producido debido a los conflictos comerciales, la incertidumbre global y la fuerte contracción del sector automovilístico.

A pesar de eso, el experto cree que no hay que entrar en pánico pero sí hay que actuar. "Mirando hacia delante, el futuro de la economía alemana depende mucho de acontecimientos externos y de la acción del Gobierno. Obviamente, cualquier alivio de los conflictos comerciales actuales beneficiarían a la economía alemana. Las compañías todavía pueden aprovecharse de las condiciones financieras favorables e invertir", apunta.

Prevé también que el Gobierno tenga alguna reacción en política fiscal, aunque advierte de que no será tan efectiva como lo fue en 2008-2009, porque ahora existen nuevos retos o problemas como "la digitalización, las infraestructuras o la industria automovilística". "Alemania necesita un paquete de estímulos de dos pilares: uno a corto plazo y aumentar su potencial de crecimiento a largo plazo".

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