España debe recuperar sus minas. Los cambios de estrategia nacional, fundamentalmente por exigencias medioambientales, ha provocado que las 4.114 explotaciones mineras que había en España en 2008 se redujeron a 2.629 en el último dato de 2020. Una tendencia que cambiará desde ya, porque Europa lo exige.
La Comisión Europea obliga a España y el resto de países miembros a trasladar de inmediato su plan de reservas de las denominadas 'tierras raras' en su territorio y planes de exploración, según explican fuentes oficiales de la Unión Europea a Vozpópuli. El objetivo, como anunciaron en diciembre en su presentación del Critical Raw Materials Act (Ley de Materias Primas Críticas), es poder entrar de inmediato en la batalla de materiales críticos con China, apoyándose en la fuerza del mercado único.
Desde las instituciones europeas colocan a 36 elementos ‘raros’ la etiqueta de estratégicos. Entre ellos destaca el litio, cobalto o magnesio. Unos materiales que son indispensables en el desarrollo de las baterías o aerogeneradores. Y, como recuerdan las mismas fuentes comunitarias, España es uno de los países miembros que cuentan con estos materiales bajo su suelo.
Y Europa le pide un plan para extraer esta riqueza. Porque las tierras raras para España amenaza con convertirse en problema similar al que ha vivido con el gas natural. Su gran red de ciclos combinados y plantas de regasificación necesitan el suministro de gas de terceros porque la extracción de hidrocarburos en su territorio es inexistente. Un modelo que se extiende por toda Europa y que ha entregado el control energético a socios de poca fiabilidad como Rusia.
En las ‘tierras raras’ que Europa necesita para ser la región más descarbonizada del mundo en 2030, todo depende de China. "Para cumplir los objetivos del REPowerEU y aumentar la cantidad de energías renovables generadas, la UE deberá desplegar 480 gigavatios de capacidad eólica para 2030. Pero todas estas turbinas eólicas dependen de imanes hechos de materiales que China controla en gran medida”, comentaba en un encuentro con Vozpópuli y más medios Kerstin Jorna, directora general de Mercado Interior, Industria, Emprendimiento y Pymes de la Comisión Europea.
El gigante asiático, según la Agencia Internacional de la Energía, produce un 13% de litio mundial, frente al 52% de Australia, y un 8% del cobre. El problema de este monopolio chino reside en el procesamiento, donde cuenta con un 40% en cobre, un 35% del níquel, un 65% del cobalto y un 58% del litio. Por ese motivo, Europa cuenta con Estados Unidos como gran aliado en esta carrera.
Su idea es recoger los planes de los países miembros de la Unión Europea y centralizar la estrategia. La ejecución del plan llegará de la mano de la Junta Europea de Materias Primas Críticas. Un organismo que presidirá la Comisión, estará integrado por representantes de países miembros y con miembros del Parlamento como observadores.
El objetivo es, en 2030, que Europa produzca internamente al menos el 10% de estos materiales estratégicos necesarios cada año y procesar al menos el 40%. La Junta también se encargará de cerrar acuerdos con terceros países con este tipo de materias primas para garantizar la llegada a sus países miembros.
Tierras raras localizadas
El problema es que todos los avances para explorar este tipo de materiales en suelo español han encontrado grandes dificultades medioambientales y sociales para el avance de sus minas. Aunque la presión europea parece ir calando y desde el sector minero apuntan a este medio que gran parte del trabajo ya está hecho, solo se necesita acuerdo político y social para integrarse en este plan de Europa.
Un ejemplo es el yacimiento de Valdeflores en Cáceres contiene una de las mayores reservas de litio de toda Europa. Sólo en Extremadura hay 147 minas con permisos de investigación vigentes o en trámite con una amplia variedad de minerales explorados.
Andalucía, por su parte, tiene varios proyectos en distintas etapas de la exploración, como el proyecto de zinc en Aznalcóllar (Sevilla), el cobre de Las Cruces, en Riotinto con el cobalto en las tres minas de Tharsis, La Zarza y San Telmo. También aparece la mina de wolframio de Barruecopardo (Salamanca) por parte de la empresa Saloro debería seguir la nueva explotación del mismo mineral en Valtreixal (Zamora), después del cierre por agotamiento de reservas de la mina de Los Santos, junto a mina de magnesita de La Borobia (Soria).
En Galicia, la empresa Valoriza controla la concesión de la mina de San Finx, en La Coruña, con estaño y wolframio. La Xunta también ya ha dado luz verde a otorgar el pase a concesión para explotar la mina de Penouta, ubicada en el municipio de Viana do Bolo (Ourense). Se trata de la única de coltán que hay en Europa.
Un problema ecológico y social
“La nueva minería tiene los mismos problemas que las renovables, pero multiplicado por 10”, explican fuentes conocedoras del desarrollo minero en España. “Lo primero, nadie quiere que le abran una mina en su pueblo, por mucha riqueza y empleos que genere existan. Por otro lado, y a diferencia de lo que sucede en las explotaciones de China, África o Latinoamérica, Europa tiene una legislación medioambiental que cualquier borrón en el proyecto puede acabar con el alcalde, el representante autonómico o el responsable de la empresa con un delito penal. Los proyectos se terminan demorando en el tiempo y se hacen impracticables, en España y en muchas partes de Europa”, amplían.
Un hecho que sucede en el Proyecto Matamulas de Ciudad Real para la explotación de tierras raras (monacita) está paralizado una vez se ha pronunciado sobre el asunto el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha, si bien la empresa ha anunciado que reformulará el proyecto para cumplir con las exigencias.
Algo similar se vivió con la denegación del permiso por parte del Consejo de Seguridad Nuclear, así como la aprobación de la nueva Ley de Cambio Climático que prohíbe explícitamente la minería de minerales radiactivos, ha puesto fin al proyecto de apertura de la Mina de Uranio del Retortillo (Salamanca), de la empresa Berkeley.
Este es un asunto que busca centralizar Europa. El Critical Raw Materials Act pretende recopilar las quejas de las empresas en la obtención de permisos para construir nuevas minas y plantas de procesamiento. Si así lo considera, las instituciones europeas podrían nombrar ciertos proyectos como estratégicos que les permitiría obtener los permisos dentro de los 24 meses y las instalaciones de procesamiento los obtendrían en un máximo de 12 meses. El otro asunto es la oposición social con los que cuentan estos proyectos y que la Comisión se encontrará con grandes problemas para abordarlo.
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