Si hay una frase que repitió una y otra vez el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el miércoles durante el debate presupuestario de 2017 es aquella de que el Gobierno ha decido sacrificar la inversión pública para priorizar el gasto social. Otro guiño del Ejecutivo a la socialdemocracia para intentar ganar apoyos ante el nuevo arco parlamentario que se ha dibujado en el Congreso de los Diputados.
"Hemos decidido hacer política social y renunciar a otras políticas", dijo una y otra vez el titular de la cartera de Hacienda en la tribuna del Congreso, tanto en su intervención inicial como en las respuestas a los portavoces de otras formaciones durante el debate. Lo cierto es que Montoro cada vez nos tiene más acostumbrados a este tipo de frases, puesto que los apoyos se han convertido en algo esencial para el Gobierno.
Eso sí, la situación contrasta y mucho con la de la pasada legislatura, cuando el mismo equipo fue capaz de sacar adelante sin problemas ni concesiones los Presupuestos durante cuatro años. Y es que la mayoría absoluta de la que disfrutó Mariano Rajoy entre 2011 y 2015 permitió a Montoro ignorar no solo las críticas, sino también las enmiendas totales y parciales al Presupuesto.
El empate basta... de momento
Pero las cosas han cambiado y mucho. Hoy los apoyos son vitales y las votaciones van a ser muy ajustadas. De momento, el ministro se ha asegurado el primer trámite del Presupuesto con el acuerdo firmado con el PNV sobre el Cupo, pero eso solo le garantiza el empate en la votación de este jueves, suficiente para tumbar las 7 enmiendas a la totalidad de la oposición, pero muy ajustado.
Y eso no significa que esté todo ganado. Habrá muchas votaciones en el trámite en Comisión y muchas de ellas pondrán de nuevo en jaque a las cuentas porque podrían suponer la devolución del Presupuesto. El empate volverá a ser suficiente en estas votaciones, pero cualquier error o cualquier ausencia puede dar un buen disgusto al Gobierno.
El Gobierno necesitará al final del trámite parlamentario un voto más a favor de su proyecto presupuestario
En el último trámite la situación se complicará un poco. Al Gobierno ya no le bastará el empate y necesitará el apoyo de otro diputado -el canario que en su día fue socio del Partido Socialista-. En ese momento se votarán las cuentas en sí y el reglamento exige que haya más votos a favor que en contra. Las negociaciones avanzan y el equipo de Montoro sigue confiando en sacar adelante el Presupuesto, pero cualquier cambio de última hora puede dar la vuelta a la situación.
Y ahí está la explicación al discurso socialdemócrata del Gobierno. De hecho, Montoro pidió directamente al PSOE en varias ocasiones durante el debate que rectifique y apoye las cuentas para asegurar el Presupuesto con holgura. "En un momento en el que se necesita estabilidad no hay que dar alas a la demagogia", llegó a advertir Montoro en un intento de convencer al Partido Socialista.
El apoyo del PSOE
También le recordó que ya apoyó los objetivos de déficit y el techo de gasto, el primer paso para hacer el Presupuesto, así que no tiene mucho sentido que ahora se oponga a unas cuentas que mejoran la situación de los españoles, también de los que viven en las comunidades en las que ellos gobiernan. "Tendrá que explicar a sus votantes que tiene la cabeza en otras cosas", dijo en una clara alusión a la situación interna del partido.
Pero el PSOE no parece que esté muy por la labor. Al menos de momento. El portavoz socialista, Antonio Hernando, hizo ayer un discurso agresivo y bronco, criticando duramente la corrupción del Partido Popular, las políticas del Gobierno y el hecho de que presuma de un gasto social y unas cuentas que, a sus ojos, dejan de lado a la mayor parte de los españoles.
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