Internet es muchas cosas. Entre ellas un gran quiosco de prensa. El más grande de todos, sin duda. Sólo hay que tener una conexión a Internet para seguir la actualidad.
Muchos de esos periódicos digitales son calcados a sus versiones en papel. Las mismas letras, titulares e informaciones trasladadas a la pantalla del teléfono. Del tablet. Del ordenador. Hay casi tantos diarios como dispositivos.
Se da por hecho que cuando alguien acude al quiosco va a pagar por un producto. Algo impensable en Internet. ¿El motivo? Es algo que siempre ha sido así. Se da por hecho que es un producto gratuito. Cebrián intentó en su día hacer de pago la edición digital de El País, pero tuvo que recular. Todos sus competidores eran gratuitos y la cosa no cuajó. Quizá por eso sus cifras de tráfico en Internet no son hoy correlativas al papel. Aún siguen estornudando por aquel constipado.
Un Netflix de medios podría ofrecer contenidos diferenciales, creados a partir de la colaboración de periodistas de diferentes publicaciones
El cine y la música sufrieron de un mal parecido hace unos años, pero encontraron una vacuna. Frente al pirateo de canciones y películas se planteó un escenario distinto. Se apostó por innovar en el servicio y ofrecer tarifas planas de contenidos. El éxito de Spotify, Netflix, HBO o Youtube Music es un hecho. Como lo es también que son productos con un coste contenido, por debajo de los 10 euros mensuales.
Una estrategia que ha cambiado la cultura de los más jóvenes, reacios hace años a pagar por una película o un disco en digital. Napster, eMule, The Pirate Bay... ¿Les suenan? Hoy en día no hay melómano sin Spotify, ni cinéfilo sin Netflix o HBO.
La información es para muchos un bien de primera necesidad por lo que supone para la salud de la democracia y el desarrollo del pensamiento ciudadano. No obstante, el punto de partida para crear un Netflix de los medios, no obstante es más complicado. Los servicios antes mencionados siempre fueron de pago. El problema estaba en el pirateo, que, por cierto, se ha reducido desde la llegada de Netflix y Spotify.
Sin embargo la prensa en Internet siempre ha sido gratuita; he aquí el problema. Hace años era impensable pagar por algo que no se tenía en propiedad. La cultura era poseer la obra en DVD o CD. Ahora se paga por algo que nunca será nuestro. La clave de este cambio cultural está, como ya hemos dicho, en las posibilidades del servicio: escuchar música a la carta, crear listas de reproducción, descargar películas para verlas sin conexión a Internet...
El punto de partida de la prensa digital, que nunca ha sido de pago, es más complejo que el de la música y los libros, que siempre han tenido un coste
Sin duda crear un producto que aglutinara a los medios de comunicación de Internet sería interesante para el ciudadano si se hiciera con cabeza. Se podrían ofrecer contenidos diferenciales, creados a partir de la colaboración de periodistas de diferentes publicaciones. También existiría la posibilidad de generar informaciones en formatos más innovadores y completos: realidad aumentada, realidad virtual, etcétera.
La plataforma podría mostrar noticias a medida del usuario, en función de sus gustos, quien también podría reclamar o pedir la elaboración de determinadas informaciones entre varios medios y profesionales.
El problema es poner de acuerdo a tanto gallo para remar en el mismo sentido y al mismo tiempo. Y, sobre todo, en desarrollar una plataforma innovadora, atractiva para el usuario por la que esté dispuesto a pagar.
Pasen el domingo sin pensar en el lunes, no me sean agonías. Serán mucho más felices.
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