El Gobierno de España, en este asunto liderado por la ministra Teresa Ribera, y los dueños de las centrales nucleares acordaron en 2019 cerrar de forma escalonada los siete reactores activos en España. Un proceso que arranca en 2027 y que termina en 2035. El tiempo para parar este acuerdo termina este año y, aunque parece imposible que ambas partes cambien de opinión, existen algunos antecedentes que avisan que este plan no es bueno para la seguridad de suministro energético del país y, sobre todo, para alcanzar los objetivos climáticos.
Un ejemplo es la ‘mediática’ ciudad de Nueva York. La ciudad que nunca duerme decidió en 2021 apagar su central nuclear de Indian Point con una gran satisfacción de los grupos ecologistas de la zona entre los que se encontraban reconocidas figuras públicas como el actor Mark Ruffalo, el último ‘Increíble Hulk’ en el Universo cinematográfico de Marvel.
Tres años después de la victoria de ‘Hulk’ y los suyos, Nueva York no pasa por su mejor momento en el terreno de las emisiones de gases de efecto invernadero Desde el cierre de Indian Point, la ciudad ha llenado este vacío de generación eléctrica a través del gas natural, y no a través de producción fotovoltaica y eólica, que es lo que aventuraban los ecologistas.
Los datos que comparten desde el sector energético en España a Vozpópuli es que, desde que se cerró la central nuclear en 2021, han aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero en la ciudad de Nueva York un 47%. Un hecho que ha llevado a esta ciudad con más de 8,5 millones de habitantes a estar por debajo de las emisiones medias de Estados Unidos a superarla con creces.
“Desde el punto de vista del cambio climático, ha sido un verdadero paso atrás y ha dificultado más de lo que podría haber sido para la ciudad de Nueva York descarbonizar su suministro de electricidad”, explicaba el experto en políticas climáticas y energéticas de la Universidad de Cornell, Ben Furnas, en un artículo de la pasada semana en el diario británico The Guardian. “Esta ha sido una advertencia que ha dejado a Nueva York en una situación realmente desafiante”, añadía.
La central nuclear de Indian Point, ubicada en la localidad de Buchanan, a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad de Nueva York, entró en funcionamiento en 1962 y en sus casi 60 años de historia “ha sufrido diversos problemas operativos y de seguridad”, explicaba Andrew Cuomo, el entonces gobernador de Nueva York, en la decisión de su cierre. Un político que junto al conocido senador demócrata, Bernie Sanders, fueron clave en el cierre de Indian Point.
Un central nuclear 15 años más antigua
Indian Point cerró con 60 años de actividad, las centrales nucleares españolas de este plan de cierre se apagarán con cerca de 45 años de vida. Un argumento al que se agarran aquellos que todavía confían en que Endesa, Iberdrola y Naturgy, los grandes dueños, lleguen a un acuerdo con Teresa Ribera y Pedro Sánchez para que los siete reactores puedan ampliar su vida útil.
El factor medioambiental es determinante para este argumento porque, como se está viviendo en Nueva York, la sustitución natural que se espera desde el sector para dar estabilidad al sistema eléctrico en España es el gas.
Esta es una de las conclusiones que salen del estudio '¿Verde, competitiva y segura?' que ha realizado el think tank OIKOS en colaboración con la consultora AFRY. La investigación asegura que un cierre anticipado de las centrales nucleares, comparado con un escenario alternativo de cierre al término de su vida útil técnica similar al de otros países, provocaría en España tantos gases de efecto invernadero como genera nuestro país en tres años de emisiones medias.
El informe subraya que las centrales nucleares aportan robustez al sistema eléctrico español por ser una tecnología libre de emisiones de efecto invernadero, contribuir a reducir el coste del mercado eléctrico y garantizar una fuente de energía fiable e independiente de las condiciones meteorológicas.
Los expertos de este informe apuntan que el actual calendario de cierre de las centrales nucleares en España conlleva una dependencia de otras fuentes de energía y un encarecimiento de la producción eléctrica que podría alcanzar 22.600 millones de euros. Una cifra que llegaría por costes directos y que tendría que ser soportado inevitablemente por las empresas y consumidores españoles. Un ‘extra’ al efecto que ha provocado desde 2021 el apagón nuclear en Nueva York.
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