Los tipos de interés que actualmente ofrece la banca española por el dinero que familias y sociedades no financieras destinan a los depósitos a plazo siguen siendo poco o nada atractivos. Basta con analizar las estadísticas que mensualmente publica el Banco de España. Es verdad que hay más dinero depositado a plazo que hace unos meses, pero no el que teóricamente debería de haber, después de que el Banco Central Europeo haya subido en hasta diez ocasiones el precio oficial del dinero.
Hay un indicador menos conocido del gran público, al que están atentos los inversores y los bancos centrales. Es el tipo sintético de interés de las nuevas operaciones de las entidades de crédito, tanto de préstamos y créditos, como de depósitos. Nunca, en los últimos veinte años, la diferencia entre lo que cobran los bancos por la financiación que conceden a hogares y empresas y lo que pagan por el dinero que guardan en las entidades financieras había sido tan grande.
En el mes de julio pasado, la brecha superó los cinco puntos porcentuales, como resultado de un coste medio de los créditos del 5,48% y una retribución media del ahorro del 0,47%. En agosto, últimos datos publicados por el Banco de España, hogares y empresas soportaban un coste crediticio del 5,43% y recibían un 0,48% por el ahorro custodiado en cuentas a la vista y depósitos a plazo.
En 2020 y 2021, la diferencia entre los tipos del activo (créditos) y del pasivo (depósitos) se movió entre el 2% y el 2,3%. Habría que remontarse al año 2008 para encontrar una diferencia sobresaliente. Entonces, antes de la quiebra de Lehman Brothers, los tipos de los créditos se movían en torno al 6,5% y los de los depósitos, en el 3,2% El precio oficial del dinero estaba en el 4,25%, algo más barato que ahora.
El recurso a los tipos sintéticos tiene su razón de ser por el escaso interés que tienen los bancos en reverdecer las 'guerras del pasivo' que tanto esperan los ahorradores. No parece que ese vaya a ser el camino que sigan las entidades financieras españolas porque, básicamente, no necesitan dinero alguno de hogares y empresas y, por lo tanto, no están dispuestos a pagar más por sus ahorros.
Basta remitirse a los datos que acaba de publicar el Banco de España. En el mes de julio, con ocho subidas de los tipos oficiales de interés realizadas por el Banco central Europeo (desde el 0% hasta el 4% en esas fechas), el tipo de interés aplicado a los depósitos a plazo era del 2,332%; un mes después, en agosto, con una novena subida aprobada, la banca española paga el 2,309%. En las cuentas corrientes la remuneración es meramente testimonial: el 0,127%, aunque rozó el cero absoluto en enero de 2021.
No habrá de momento guerra por el pasivo. Las entidades financieras españolas no necesitan dinero alguno de hogares y empresas y, por lo tanto, no están dispuestos a pagar más por sus ahorros
Las familias españolas tenían atesorado en cuentas corrientes un total de 887.325 millones de euros a finales de agosto pasado, lo que supone una reducción de 46.072 millones (un 4,9%) en relación con el dato de julio del pasado año, cuando el BCE decidió dar un brusco cambio en su política monetaria con el objetivo de frenar una inflación descontrolada en la Eurozona.
Si la comparación se realiza sobre los datos de diciembre de 2022, cuando alcanzaron su nivel máximo, el descenso se sitúa en 54.475 millones de euros, equivalente a un 5,78%: 887.325 millones frente a 9421.800 millones de cierre de año.
Exceso de liquidez
Tras diez subidas del precio oficial del dinero (las últimas cifras del Banco de España no recogen los posibles efectos de la aprobada a mediados de septiembre) todo apuntaría a que buena parte del exceso de liquidez de las familias se hubiera trasladado a los depósitos a plazo, algo mejor remunerados: 0,127% frente al 2,309%.
Pero no ha sido así. El volumen de dinero guardado en depósitos a plazo ha pasado de 66.460 millones de euros en julio del pasado año a 97.908 millones a cierre de agosto, es decir, 31.448 millones de euros. Son 14.624 millones menos que el montante que ha salido de las cuentas a la vista. ¿Dónde está ese dinero? Lo más probable es que se haya destinado al consumo o a la inversión en activos que, aún asumiendo algo de riesgo, puedan suponer mayores rendimientos.
El hecho de que las nuevas operaciones en depósitos lleven dos meses disminuyendo después de tocar techo en junio pasado (de 12.900 a 8.500 millones), hace suponer que las familias han optado por el gasto, coincidiendo con los meses de vacaciones.