Economía

Las once horas nefastas que amargaron la Nochebuena a los Calviño

El escándalo del fichaje fallido del marido de Nadia Calviño volverá como un boomerang en 2023, año electoral y última oportunidad de la vicepresidenta para arreglar el desastre de los fondos europeos

La Nochebuena de los Calviño comenzó a torcerse a las nueve en punto de la mañana del viernes 23. El Instituto Nacional de Estadística (INE) tenía programada, justo a esa hora, la difusión del último balance de Contabilidad Nacional. El informe que colgó en su web arrancaba con una mala noticia: la revisión a la baja del crecimiento del PIB en el tercer trimestre. No sería la última para la vicepresidenta económica. Al acabar la jornada, Patrimonio Nacional confirmó que su marido renunciaba a incorporarse como directivo.

Ignacio Manrique de Lara se fue a la cama con comprensible pesadumbre, provocada por la pérdida de un cargo goloso con un sueldo privilegiado (más de 84.000 euros anuales). Tampoco tenía mucho que celebrar Nadia Calviño, consciente de que la bochornosa operación de enchufe la perseguirá mientras ostente el cargo de vicepresidenta primera del Gobierno.

A la ministra que parecía recta se le ha torcido el currículum, por culpa de una concepción equivocada del poder y una falta sorprendente de prudencia. En Bruselas la recuerdan como una alta funcionaria todoterreno, incansable, exigente, perfeccionista, metódica y correcta. Por eso choca tanto entre quienes la han tratado que la ministra no tuviera reparos en aceptar lo éticamente inaceptable: que su marido fichara por una empresa pública presidida por la ex número dos del Ministerio de Economía, Ana de la Cueva, colocada en el cargo, a su vez, por el Consejo de Ministros que preside Pedro Sánchez.

La fatídica jornada del 23 dejó claras dos cosas. La primera es el arriesgado giro que ha dado Calviño a su trayectoria; y la segunda, el nerviosismo creciente que se respira en su Ministerio.

Por un lado, Calviño ha virado desde la corrección de su pasado funcionarial a la interiorización de los peores vicios de los malos políticos. Mientras que duró el culebrón del fichaje, Calviño se defendió atizando a quien la interpelaba, calificando como "ataques personales" las críticas de la oposición parlamentaria; o informaciones intachables como las que ha publicado Vozpópuli. Dos ejemplos: Mercedes Serraller contó en este medio que la cúpula de Patrimonio Nacional llegó a detallar al consejo la contratación de vigilantes, pero ocultó el polémico fichaje de Manrique de Lara. O que la ex número dos de Economía le hizo un traje a medida al marido de su ex jefa.

Cuando la vicepresidenta asumió que el 'dedazo' era imperdonable, decidió darle carpetazo de la forma menos ejemplar. Con absoluta nocturnidad, a última hora de la tarde del día 23, su esposo comunicó a Patrimonio Nacional que tiraba la toalla. La empresa pública, a sabiendas de que la noticia quemaba, redactó un corto comunicado 'oficioso' para confirmarlo. Poco antes de las 20 horas, la renuncia saltó a la luz pública (El Mundo fue el primero en avanzarlo). El objetivo de los Calviño era hacer una voladura controlada de la información, en vísperas de la Nochebuena, con dos festivos más por delante, para reducir su impacto y enfriar las posibles reacciones.

Mal que le pese a la vicepresidenta, el escándalo volverá como un boomerang en los próximos meses. O sea, en el peor momento posible, con dos campañas electorales por delante (primavera y otoño) y con su Ministerio en el punto de mira de sus antiguos compañeros de Bruselas. El próximo domingo sonará el pistoletazo de salida de un año más que decisivo. Será su última oportunidad para acometer la misión más importante de la legislatura y en la que ha fracasado hasta el momento: la ejecución de los fondos europeos.

A la ministra que parecía recta se le ha torcido el currículum, por culpa de una concepción equivocada del poder y una falta sorprendente de prudencia

Aunque el Plan de Recuperación es transversal y abarca a la mayoría de los ministerios, es el de Economía el que siempre ha actuado de motor centralizador, en cooperación constante con la oficina económica de Moncloa. Calviño, al igual que Sánchez, sacó pecho al presentar, antes que ningún otro país de la UE, la batería de proyectos y reformas merecedoras del dinero comunitario: 160.000 millones, la mitad aproximada en subvenciones y la otra en préstamos.

A día de hoy, el grado de ejecución real es penoso. Un reciente estudio del Instituto de Estudios Económicos (IEE) calcula que sólo ha llegado a las empresas el 10% de las ayudas. La incapacidad para aterrizar los fondos, para hacerlos llegar a quienes realmente pueden generar actividad, es la causante del choque de placas tectónicas en Economía, cuya onda expansiva ha alcanzado a otros Ministerios, desde Hacienda a Industria.

El estrés generado por el atasco de los fondos está detrás de la huida de altos cargos y personal de confianza. Sin ir más lejos, a la propia vicepresidenta se le han marchado tres directores de comunicación y dos jefas de gabinete. La renuncia de la última, Judith Arnal, se conoció este mismo viernes, al mediodía, marcando otra hora olvidable en la jornada negra de la vicepresidenta.

La tensión que genera la cuenta atrás para gastar los fondos también fue determinante en la salida de Rocío Frutos, ex directora general del Plan de Recuperación. Y, por supuesto, en la última destitución conocida. También este viernes, para desgracia de Calviño, se confirmó que Raül Blanco y Galo Gutiérrez dejarán de liderar el PERTE del Vehículo Eléctrico Conectado. El primero era secretario general y el segundo director general del Ministerio de Industria. Ambos estaban a las órdenes de Reyes Maroto, para llevar a buen puerto el primer gran proyecto industrial financiado con fondos europeos.

El fiasco del PERTE, que ha estado a punto de provocar la espantada de Volkswagen, ha generado otro seísmo en el aparato económico del Gobierno de Sánchez. Hasta el punto de que la propia Calviño ha decidido reforzar, a partir de ahora, sus responsabilidades en la estrategia de los fondos. Lo hará a partir del 1 de enero, tras finiquitar un 2022 con sabor amargo y un incendio -el del fichaje- sin apagar.

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