Juan Rosell, presidente de Fomento del Trabajo entre los años 1995 y 2011, y presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) de 2011 a 2018, nunca terminó de creerse del todo las cifras de paro que mensualmente publica el Ministerio de Trabajo y, trimestralmente, el Instituto Nacional de Estadística, a través de la Encuesta de Población Activa.
Decía Rosell allá por los años 2012 y 2013, cuando se dieron los peores datos de empleo del pasado reciente, que había alrededor de un millón de “parados” que estaban inscritos en el Servicio Estatal de Empleo Público (SEPE) exclusivamente con el fin de obtener beneficios sociales vinculados a la gratuidad de los transportes públicos en su ciudad de residencia, descuentos en museos, teatros y cines o como paso previo y obligado para solicitar algún tipo de subsidio estatal, autonómico o provincial.
Entre las dos formas de medir el desempleo en España hay notorias diferencias. La primera, que para estar en el SEPE hay que registrarse; para estar incluido en la EPA basta con la contestación que se dé en la encuesta trimestral.
El SEPE define el” paro registrado” como las demandas de empleo pendientes de satisfacer el último día de cada mes, sin tener en cuenta los trabajadores ocupados que buscan otro empleo, personas sin disponibilidad inmediata, mayores de 65 años, pensionistas, personas que piden empleos con características muy específicas... Para el INE, “parados” son aquellas personas de 16 y más años de edad que están sin trabajo, disponibles para trabajar y buscando activamente empleo.
En marzo de 2013, cuando Juan Rosell hacía sus manifestaciones, el número de parados registrados en el SEPE ascendía a 5.035.000, y el de la Encuesta de Población Activa, a 6.202.700, máximos históricos en ambos casos. En junio de este año, últimos datos que se pueden comparar de forma homogénea, el paro registrado en el SEPE era de 2.688.842 y en la EPA, de 2.762.500.
Dudas de los empresarios
Las dudas que suscitan las declaraciones de Juan Rosell tienen su origen en el estudio pormenorizado de algunos datos del informe mensual del Servicio Estatal de Empleo Público que llaman la atención de los curiosos y suscitan dudas acerca del fin último que se persigue. En España, a cierre del pasado mes de septiembre, había 250.432 parados registrados que buscaban su primer empleo, de los que las dos terceras partes eran mujeres. Suponen el 9,2% del total de desempleados (2,722 millones).
Es el porcentaje más alto en un mes de septiembre de los últimos cinco años, incluidos 2020 y 2021, ejercicios, ambos, muy afectados por la irrupción de la pandemia. Incluso en febrero de 2021, con algo más de 4 millones de desempleados, el porcentaje de parados que buscaba su primer puesto de trabajo sobre el total fue del 8,78%.
El número de desempleados que busca su primer empleo no ha conseguido bajar de 241.000 en los últimos 57 meses, a pesar de que la economía española ha marcado récord del número de ocupados y afiliados a la Seguridad Social. El presente ejercicio está resultando especialmente perjudicial para los que buscan trabajar por primera vez. Desde el mes de marzo, el porcentaje de este grupo está por encima del 9% del total de desempleados.
Entre septiembre del presente año y el mismo mes de 2022, el número total de parados se ha reducido en 219.451, un 7,46%, mientras el número de desempleados que busca su primer trabajo ha aumentado en 4.340, un 1,76%. Las cifras dan a entender que a partir de una determinada cifra de paro, baja, las posibilidades de encontrar un primer empleo se reducen.
Resulta sorprendente también que haya más parados en busca de su primer empleo que en la industria (214.867), la construcción (210.378) y la agricultura (99.843). El 71,5% del paro se concentraba en septiembre pasado en el sector servicios.
Cifras sorprendentes
Otra de las cifras que más impactan es la situación de búsqueda del primer empleo en las distintas regiones. Mientras la media española de parados que buscan su debut en el mercado laboral en relación con el total de desempleados es del 9,2%, en el País Vasco es del 12,38% y en Navarra, del 11,25%. Con datos de la EPA del segundo trimestre (los últimos publicados por el INE), la tasa de paro del País Vasco es del 8,75% y la de Navarra, del 8,76%, entre las tres más bajas de España. No parece el objetivo de los que están registrados en estas comunidades a la búsqueda de su primer empleo sea realmente trabajar.
Pero hay un dato que llamaría poderosamente la atención de Joan Rosell y de aquellos que quieran interpretar las particularidades del mercado laboral español: de los 250.432 parados que buscan su primer empleo, 82.005, el 32,74%, tiene más de 44 años y todavía no sabe lo que es trabajar. Hay comunidades como Galicia donde el porcentaje sube hasta el 41,26% y provincias como Pontevedra y Tenerife en las que se supera el 43%.
Si los datos se circunscriben exclusivamente al ámbito de las mujeres, en España, cuatro de cada diez mujeres que buscan su primer trabajo tienen más de 44 años. En Canarias supera el 51%, lo mismo que en provincias como Tenerife, Cádiz y Pontevedra.
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