Economía

Acabaron los tiempos de subidas en las pensiones: los perceptores perderán poder adquisitivo año tras año

Hasta aquí han llegado las grandes revalorizaciones de pensiones, muchas veces aprobadas por motivos electoralistas. Ayer se presentó el factor de sostenibilidad, que liga las apreciaciones a la esperanza de vida, al número de pensionistas y a los ingresos y gastos de la Seguridad Social. Es una manera técnica de decir que, a menos que aumenten los ingresos, los beneficiarios perderán poder adquisitivo.

Se acabaron las elevadas revalorizaciones de pensiones de los tiempos de bonanza, muchas veces aprobadas por motivos electoralistas. La fórmula de la sostenibilidad que presentaron ayer los expertos vinculará las apreciaciones a la esperanza de vida, el número de beneficiarios y los ingresos y gastos de la Seguridad Social. Es decir, se trata de una manera más amable y técnica de decir que las prestaciones perderán su capacidad adquisitiva año tras año, sí o sí, a menos que se aumenten los ingresos de la Seguridad Social.

Tal y como adelantó Vozpópuli, dicha fórmula de sostenibilidad se divide en dos: el Factor de Revalorización Anual o FRA, que fija la subida o bajada de las pensiones de acuerdo con las finanzas de la Seguridad Social, y el Factor de Equidad Intergeneracional o FEI, que actúa sobre el cálculo de la pensión inicial al tener en cuenta la mayor longevidad.

La revalorización anual se liga a los ingresos del sistema

En el mismo momento que se aplique el Factor de Revalorización Anual, entre 2014 y 2019 según las recomendaciones de los expertos, la actualización de las pensiones ya no se regirá nunca más por el IPC. En lugar de esto, se tendrá en cuenta una ponderación del número de beneficiarios, el efecto causado por las nuevas generaciones de pensionistas cuyas prestaciones son cada vez más altas, la tasa media de inflación y los ingresos y gastos de la Seguridad Social a lo largo de un periodo de tiempo. Y según la evolución de estos elementos, se revalorizará la prestación al alza o a la baja. Es decir, se ligarán al estado de las cuentas de la Seguridad Social y, por extensión, a la marcha de la economía.

Sólo que en este esquema los expertos recomiendan una salvedad: establecen para las pensiones vigentes una cláusula de garantía que impide que la cuantía de una prestación sea menor al año siguiente. Es decir, las pensiones actuales podrán perder capacidad adquisitiva con respecto a la cesta de la compra del IPC, pero nunca se les recortará la cantidad percibida. No obstante, esta cláusula no valdrá para las pensiones futuras, que una vez más sufrirán el ajuste porque tienen más margen para adaptarse.

Además, esta fórmula de la Revalorización Anual tiene truco, pues todos los factores incluidos en el cálculo presentan una proyección negativa. Al contar el número de pensionistas, éstos van en ascenso y por lo tanto restarán en el cálculo. En cuanto a las nuevas pensiones, éstas pertenecen a gente con salarios más altos, que ha cotizado más y por consiguiente restarán en el cálculo. Y en lo que respecta a los ingresos y gastos de la Seguridad Social, debido a la coyuntura y al escenario demográfico no se atisba en el medio plazo un aumento de los ingresos o un recorte de los gastos. Al final y en cualquier caso, todos los baremos conducen a una revalorización por debajo de la inflación y, por ende, una pérdida de poder adquisitivo.

Se recortan las nuevas pensiones con la esperanza de vida

La segunda fórmula determinada para apoyar la sostenibilidad del sistema es la del Factor de Equidad Intergeneracional. Éste recortará la cuantía inicial de las nuevas pensiones en función del aumento de la esperanza de vida, a razón de un 5 por ciento cada diez años (ver aquí detalle más exacto de la fórmula).

Pese a la aplicación de esta fórmula en el futuro, los expertos destacan que estas pensiones aún pueden acabar siendo mayores a la de la generación anterior por tener unas bases de cotización mayores. Como cobran más al jubilarse, se les recortará sobre una pensión mayor. Sin embargo, proporcionalmente la pensión siempre resultará menor respecto a lo que han cotizado. Por más dinero aportado, se embolsarán menos y, en conclusión, quienes sufrirán los mayores recortes del nuevo sistema serán los actuales trabajadores.

La razón de que se haya diseñado esta fórmula de sostenibilidad reside en que en la actualidad el jubilado se lleva de media un 80 por ciento del salario que tenía, una cantidad elevada que además mantiene su capacidad de compra al actualizarse conforme a lo que sube la cesta de la compra. Pero desde el momento en que se aplique el factor de sostenibilidad, se irá reduciendo paulatinamente la pensión media sobre el salario medio.

Esta trayectoria a la baja podría corregirse si la economía crece y así se aumentan los cotizantes. También si se incrementan los ingresos bien sea vía mayores cotizaciones, bien sea vía impuestos.

El elefante en el cuarto: los 'baby boomers'

Sin embargo, incluso si se produjeran estas mejoras, la jubilación de los nacidos en el ‘baby boom’ cambiará todo el escenario. Poco a poco, a partir de la próxima década la pirámide poblacional se irá invirtiendo hasta el punto en que el gasto en pensiones, de no hacerse nada, aumentará hacia 2050 hasta en un 70 por ciento para bastantes menos cotizantes. Así, el número de pensiones pasará de los nueve millones actuales a los 15 millones en 2052.

Tal y como recoge el documento, “las previsiones actuales apuntan a que la tasa de dependencia [número pensionistas sobre ocupados] aumentará de forma considerable en los próximos años, como consecuencia del ‘baby boom’, a no ser que se lleven a cabo reformas estructurales que den lugar a un aumento importante del número de cotizantes. De no ser ese el caso, la aplicación del Factor de Sostenibilidad (tanto por la aplicación del FEI como del FRA) dará lugar a una disminución significativa de la pensión media sobre el salario medio”.

Frente a este inmenso reto, el auténtico elefante en el cuarto sobre el que nadie habla, las soluciones que aportan los sabios consisten en bajar la prestación, elevar el número de cotizantes y/o engordar los ingresos públicos. Pero el diseño de un sistema que aguante eso es responsabilidad del Parlamento. La política tendrá que decidir sobre quién recae el esfuerzo de soportar el ‘baby boom’, concluye el grupo de técnicos. Otra vez habrá que confiar en los políticos para que traten el tema con responsabilidad, al margen de electoralismos. ¿Serán capaces de no postergarlo?, ¿o contarán más nueve millones de votos?

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