Las crisis económicas suelen ir acompañadas siempre en España de un aumento del peso de la remuneración de los asalariados en el Producto Interior Bruto (PIB). Ocurrió en el año 2009, volvió a suceder en 2011 y se ha repetido en 2020 y 2021 como consecuencia de la propagación de la pandemia y sus efectos en la actividad económica.
Con los últimos datos recogidos en el Instituto Nacional de Estadística (INE), la remuneración de los asalariados representó el 48,44% del PIB a precios de mercado en el segundo trimestre del año. Este porcentaje es inferior al que se alcanzó puntualmente en el mismo periodo de 2020 cuando, por primera y única vez, en el pasado reciente se superó el 50%, y está en los niveles máximos que se alcanzaron de media en los años 2009 y 2011, dos ejercicios también muy marcados por la crisis económica.
Este aumento se ha visto acompañado de una reducción del peso de las rentas empresariales y de los trabajadores autónomos (excedente bruto de explotación), que ha perdido dos puntos porcentuales en relación al pasado año y a 2019, y se ha quedado en el 41,37%. El resto, hasta completar el 100% del PIB son, básicamente, impuestos a la producción, que representan algo más del 10%, aunque en otros ejercicios llegaron a superar el 12%.
Para el economista Javier Santacruz, “las políticas de sustitución de una parte de las rentas salariales que percibían los trabajadores por ayudas en los ERTEs, ceses de actividad, ampliación de los periodos de carencia de las hipotecas… han permitido que las que los ingresos de los asalariados hayan caído mucho menos que el PIB, mientras que en el caso de las empresas, las ayudas no han sido tan efectivas y los beneficios se han desplomado. Eso explica el trasvase del peso sobre el PIB de una parte a la otra”.
En el año 2020, la remuneración total de los asalariados españoles alcanzó los 543.856 millones de euros, lo que representa el 48,47% del PIB a precios de mercado, 1.21.948 millones. Un año antes, en 2019, con la economía manteniendo una velocidad normal de crucero, los salarios conjuntos de los españoles alcanzaron los 575.889 millones de euros. Sin embargo, su peso en el PIB fue inferior: el 46,28%. En 2018, los salarios fueron el 45,35% del PIB.
Todo lo contrario ha sucedido con el llamado excedente bruto de explotación, que según el INE ha bajado al 40,8% de media en la primera mitad de este año, cuando en 2020 se situó en el 42,46%; en 2019, en el 43,46% y en 2018, en el 44,8%. “La lógica viene a decir lo importante de mantener el equilibrio en el peso de ambas variables en el PIB, porque una reducción permanente de los excedentes empresariales, va en detrimento de la creación de empleo y también del mantenimiento del nivel de los salarios”, comenta Santacruz. Esa situación idílica se dio, por ejemplo, en 2016, cuando ambas variables estaban en el entorno del 45% del PIB.
Impacto del estado de alarma
Las razones que están detrás de estos cambios son las tradicionales en tiempos de vacas flacas. La remuneración global de los asalariados en 2020 fue un 5,5% inferior a la del año precedente, pero el PIB se desplomó casi el doble. Otra de las razones de que los salarios en su conjunto sumaran menos hay que buscarla en la pérdida de empleo que se produjo a partir de segundo trimestre de 2020, tras la paralización de, prácticamente, toda la actividad económica que no fuera considerada esencial como consecuencia de la declaración del Estado de Alarma.
Según el INE, en el segundo trimestre de este año, la remuneración de los asalariados ha crecido un 18%, 20,8 puntos más que en el trimestre anterior. La causa, sin embargo, es que un 16,3% corresponde al incremento del número de trabajadores que regresaron a su actividad cotidiana entre abril y junio de este año en relación con mismo periodo de 2020, que se llevó la peor parte del batacazo económico. El mismo INE asegura que sólo un 1,4% es debido al aumento de la retribución por asalariado, frente al 0,3% del trimestre anterior.
En los años 2009 y 2011 esta misma situación ya se había dado. En 2009, la economía española cayó un 3,8% en términos de PIB, pero no los salarios. La remuneración de los trabajadores totalizó en el ejercicio 530.339 millones de euros, una cifra apenas inferior en 13.000 millones a la percibida en 2020. El peso medio de los salarios en el PIB se situó en 49,5%.
Sin efecto inmediato en los salarios
Y es que las crisis económicas no tienen efectos inmediatos en las retribuciones. En 2009, por ejemplo, el Ministerio de Administraciones Públicas pactó con los sindicatos mayoritarios una subida general de los salarios del 2%, a la que había que sumar un incremento adicional del 1% con el fin de igualar las pagas extras. Ese año, el valor de mercado del PIB se redujo de 1,109 billones de euros en 2008 a 1,069 billones: más de 40.200 millones. Pero el incremento salarial ya estaba firmado.
Las remuneraciones salariales recogen no sólo las ganancias de los trabajadores privados, sino también las subidas de los funcionarios, la de los pensionistas, de los perceptores de las prestaciones por desempleo y los subsidios… “Cuando llegan las crisis económicas -dice Santacruz- estos mecanismos funcionan creando un colchón de rentas en los primeros momentos. El problema surge cuando las crisis son más duraderas en el tiempo y en la salida de las mismas. También en situaciones de desempleo prolongado o cuando se acercan los límites temporales para poder cobrar las prestaciones por desempleo y no queda más remedio que acudir a los subsidios, menos generosos en su cuantía”. Ahí empiezan los problemas.
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