Los datos provisionales de la Contabilidad Nacional del tercer trimestre están plagados de sorpresas. El inesperado rebote del consumo y la inversión han vuelto a activar el principal motor de la economía española (la demanda interna) mientras que el sector exterior empieza a sufrir el deterioro de nuestras exportaciones, afectadas por la guerra comercial y la ralentización de los principales mercados internacionales. De esta forma, el PIB repitió tasa de crecimiento, tanto trimestral (0,4%) como interanual (2%). Este resultado da a entender que el proceso de desaceleración de la economía es más lento de lo que parecía; que las empresas, a pesar de la crisis política con un Gobierno en funciones, siguen invirtiendo (es la mejor noticia); y que el consumidor, a pesar del aumento del ahorro ante la incertidumbre, todavía no ha replegado sus decisiones de compra como se preveía.
En todo caso, los datos de este trimestre, que suele ser el mejor del año, confirman una vez más el frenazo del empleo. Ha cambiado la tendencia desde que la economía empezó a crecer en 2014 y la creación de puestos sube pero a un menor ritmo. Es decir, la ocupación equivalente a tiempo completo creció un exiguo 0,1% (frente al 0,3% del segundo trimestre y del 0,5% en el tercer trimestre de 2018) mientras que el PIB subió ese 0,4%. En tasa anual, el ritmo de crecimiento de los puestos de trabajo es del 1,8% (cuatro décimas menos que hace tres meses y dos décimas menos que hace un año) frente a ese 2% de alza de la economía. Por tanto, el crecimiento de la economía ya no se destina a crear trabajo.
Que hay menos empleo lo confirma otro dato interesante: por primera vez desde 2013, aún en la segunda recesión, las horas trabajadas respecto al trimestre anterior caen hasta tasas negativas (-0,1%) y crecen un exiguo 0,8% en tasa anual (el ritmo más bajo desde 2014), medio punto menos que hace tres meses y casi dos puntos menos que hace un año. Además, también se sitúa en rojo el número de puestos de trabajo: baja un -0,03% trimestral cuando entre abril y junio subía en tres décimas y en medio punto hace 12 meses. Así, en el último año se han creado 332.000 puestos cuando hace un trimestre el ritmo anual era de 459.000 y de 510.000 en el primer trimestre. Todo ello lleva, por ejemplo, a que, como consecuencia de que hay menos empleo, pero la economía sigue creciendo por encima, la productividad interanual sea de nuevo positiva (0,1% frente al -0,5% en el anterior trimestre).
Incremento de la demanda interna
Hace tres meses la demanda interna trimestral sólo crecía a un ritmo del 0,1% y un 1% la anual. Ahora, según el INE, lo hace al 1,8% (1,7 décimas más) y al 1,2% (dos décimas más) respectivamente. Se debe al rebote del consumo final que crece al 1,7% anual (siete décimas más que hace tres meses) y al 1% intertrimestral (casi un punto más que entre abril y junio). Es como consecuencia del alza del consumo de las familias (1,1% sobre el trimestre anterior) y, sobre todo, del sector público ya que los sueldos de los empleados de las Administraciones han subido en el entorno del 2,75% y, por ejemplo, en julio se produjo la subida adicional prevista del 0,25%. A ello ha contribuido la falta de control del gasto público en este año ‘plurielectoral’ a pesar de las advertencias de Bruselas de que España no va a cumplir este año el objetivo previsto de déficit. En concreto, el gasto final de las Administraciones Públicas ha subido un 0,9% en este trimestre, medio punto más que hace tres meses y llega al 2,5% en tasa anual (hace un año el alza era del 1,1%), muy por encima del crecimiento del gasto en consumo de las familias. Estas cifras no se producían desde 2009, es decir, antes de que Bruselas amenazara a España con la intervención de la economía. Zapatero inició el ajuste en 2010.
El dato más positivo de la Contabilidad Nacional, también inesperado, es el rebote de la inversión privada. Ningún experto había vaticinado, por ejemplo, que la formación bruta de capital en activos fijos creciera de golpe un punto en tasa anual (del 1% en el segundo trimestre al 2% en el tercero) y que la subida trimestral pasara del -0,2% entre abril y junio al 1,3% entre julio y septiembre. No se debe a la construcción (que vuelve a tasas negativas) sino al alza del 7,1% respecto al trimestre anterior de la inversión en maquinaria y bienes de equipo, es decir, bienes de reposición que crean actividad y se supone que empleo. Esta es una de las causas del también sorprendente repunte del sector industrial, en especial de la industria manufacturera. La tasa anual deja de ser negativa y crece de golpe en 1,5 puntos y la trimestral sube 1,2 puntos. Todo ello sucede a pesar de la caída de las exportaciones. En todo caso, parte del incremento total de la inversión se debe al rebote de la compra de vehículos por parte de las empresas. Así, si entre abril y junio la inversión en activos en material de transporte se situaba en el -2,7%, entre julio y septiembre ha subido al 21% (casi 24 puntos de incremento de golpe). De esta forma, su crecimiento anual llega al 14,9% cuando hace tres meses era del -8,2%.
En cuanto a la demanda externa, su contribución anual al PIB se ha reducido en ocho décimas respecto al trimestre anterior y queda en sólo dos décimas. En tasa trimestral las exportaciones se sitúan en el -0,8% frente al crecimiento del 1,7% hace tres meses y en tasa anual crecen aún un 2,3%. En cuanto a las importaciones, repuntan levemente en tres décimas (hasta el 1,2% intertrimestral) y al 2% interanual frente al -0,7% del trimestre anterior. Este aumento se debe al alza de la demanda interna, es decir, el consumo y la inversión siguen abasteciéndose del exterior.
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