El mito de que hace falta crecer al menos un 2 por ciento para generar empleo se ha deshecho como un azucarillo. El Gobierno está exultante porque un análisis en profundidad de los últimos datos del mercado laboral revela que la creación de puestos de trabajo marcha a ritmos incluso superiores al PIB. Aunque lamentablemente eso no signifique que se pueda arreglar en un horizonte cercano el problema del paro.
Durante el cuarto trimestre de 2013, el empleo a tasas desestacionalizadas y por lo tanto limpias del efecto calendario repuntó un 0,29 por ciento, por encima del incremento del 0,2 por ciento registrado en el PIB del mismo periodo. Y de acuerdo con los datos desestacionalizados de afiliación a la Seguridad Social de los tres primeros meses de 2014, el número de cotizantes avanzó alrededor de un 0,5 por ciento, una cota que bien puede estar otra vez por encima del crecimiento del PIB y que anualizado incluso proyecta una mejora de la actividad bastante superior al 1 por ciento previsto por el Ejecutivo.
Es decir, el mercado laboral acumula seis meses consecutivos, entre octubre de 2013 y marzo de 2014, en los que una vez se suprime el componente estacional se están generado puestos de trabajo a un ritmo igual o incluso superior al PIB. Adiós a la leyenda urbana de que hacía falta un crecimiento del PIB de un 2 por ciento para que haya empleo neto.
Algunos analistas prevén que se pueden crear unos 200.000 empleos en 2014. Sin embargo, el problema del paro seguirá enquistado para largo
Y en cuanto llegue la temporada alta y con ésta la contratación por turismo y otras actividades relacionadas con el buen tiempo, el empleo puede dispararse y tirar a su vez fuerte del PIB. O lo que es lo mismo, entre el segundo y el tercer trimestre del año el crecimiento podría arrojar sorpresas positivas, máxime cuando la tasa de ahorro no ha caído debido a la incertidumbre campante y, por consiguiente, bien se podría producir un boom del consumo tan pronto se consolide la reducción del desempleo y desaparezca el miedo a perder el trabajo.
De ahí que el Gabinete de Rajoy baraje internamente incluso tasas de crecimiento superiores al 1,5 por ciento. Únicamente el recorte del consumo público del 3,9 por ciento registrado en el último trimestre de 2013 hizo que se frenase el PIB hasta el 0,2 en lugar del 0,3 que apuntaban el Banco de España, el Ministerio de Economía y los propios datos de empleo, que como antes hemos señalado se situaban en el 0,29 por ciento.
La vez anterior que se creció al 0,2 por ciento, allá por el primer trimestre de 2011, se destruyó en cifras desestacionalizadas un 0,56 por ciento de la ocupación según la EPA. Y otro tanto sucedió en la última ocasión en la que se anotó un avance del empleo: para conseguir un aumento del 0,22 por ciento en el primer trimestre del 2008, el PIB trimestral se elevó bastante más, un 0,5 por ciento.
En definitiva, se ha conseguido un cambio de patrón en plena contracción del crédito y después de haya pinchado el sector de la construcción, altamente intensivo en mano de obra. Parece que la reforma laboral ha surtido efecto y ha neutralizado parte del miedo a contratar, sostienen miembros del Gobierno, de la CEOE y diversos analistas.
La patronal pronostica que en 2014 podrían generarse unos 150.000 ocupados. Sin embargo, otros analistas se muestran incluso más optimistas y sitúan la cifra en el ámbito de los 200.000 efectivos.
Aunque la ocupación mejore con fuerza en el segundo y tercer trimestre, el mayor reto del Gobierno es aumentar la empleabilidad de muchos con escasa formación
No obstante, esta mutación en el mercado laboral tiene varias notas importantes al pie de página que no resultan tan positivas. La primera y más evidente es la precarización, con salarios más bajos y un mayor recurso a los contratos temporales.
La segunda consiste en que se está ampliando el uso del tiempo parcial. Y ello por un lado supone a veces un tipo de subempleo, y por otro explica en parte que el PIB crezca menos aunque haya una mayor creación de empleo, ya que se trabajan menos horas.
La terceral estriba en que el ajuste del empleo público se ha detenido, tal y como se puede comprobar en la afiliación a la Seguridad Social en campos como la Educación o la Administración.
Y la cuarta y más importante radica en que estas tasas de generación de puestos de trabajo son a todas luces insuficientes para corregir en un horizonte cercano la tragedia del paro. Muchos desempleados pasarán a la jubilación; otros emigrarán, y un tercer grupo presenta serias dificultades para encontrar un trabajo debido a un perfil de formación baja. Al tiempo que la tasa de cobertura de las prestaciones de desempleo cae drásticamente al entorno del 60 por ciento, la mejora de la empleabilidad de este tercer grupo representa quizá el mayor reto de la política económica del Gabinete de Rajoy.