La Seguridad Social ha conseguido un nuevo récord de afiliados en julio (casi 19,6 millones), pero la letra pequeña señala que la cifra (en la que se incluye a los 350.000 trabajadores en ERTES) está hinchada por el empleo precario y estacional que se irá diluyendo en los próximos meses. Según los datos oficiales del Ministerio de Trabajo, en este mes se consiguió un nuevo récord de precariedad en la contratación.
Los empleos con peores condiciones laborales y económicas, es decir, las contrataciones de menos de siete días de duración y además con jornada a tiempo parcial (por unas horas) creció un 47% respecto al año anterior frente al 20% del alza del conjunto de la contratación en España. Es decir, en julio se contrataron a 145.844 ‘lumpen’ frente a los 99.448 en el mismo mes del año anterior, que representaron más de 8% de la contratación nacional (1,8 millones) y cuyo empleo se ha volatilizado a los pocos días o a las pocas horas de firmar el contrato o han entrado temporalmente en la rueda de encadenación propia de estos casos.
Por tanto, la economía está creciendo, beneficiada por el efecto rebote de la caída del año anterior, pero el alza del empleo es más estadístico que real. En todo caso, este aumento de la precariedad no se trata de un efecto directo de la pandemia ya que cifras similares se vienen produciendo desde los años precedentes cuando el PIB crecía por encima del 2,5% de media anual. Es un problema del modelo de crecimiento, basado en los servicios, que crea y destruye empleo permanentemente pero de muy baja calidad social y contributiva.
La situación es ahora más complicada ya que si a esos 146.000 ‘peores’ empleos (el 52% son mujeres) le sumamos los 250.165 (con un aumento del 31%) de las contrataciones también de menos de una semana de duración pero con jornada completa, sale que en este mes se formularon casi 400.000 contratos prácticamente entre un lunes y un viernes. Lo que representa el 22% de la contratación. Es decir, casi una cuarta parte del empleo es de una duración tan parca que apenas proporciona ingresos al sistema público de pensiones (cotizaciones) y a Hacienda (IRPF e IVA). Por sectores, gran parte de este incremento de la contratación y de la precariedad procede en su mayor parte de la restauración.
¿Quiénes son los trabajadores con un empleo inferior a siete días? De esos casi 400.000 contratos formulados en julio a jornada completa parcial), el 78% (unos 309.000) se hicieron en el sector de los servicios, con un repunte anual del 45% gracias a la vacunación y a la apertura masiva de la hostelería donde radica en mayor medida la contratación temporal y parcial.
Así, por grupos de ocupación se observa que un tercio de los trabajadores contratados durante menos de una semana se encuentra en los servicios de restauración (122.000 frente a los 72.000 de hace un año) mientras que otro 38% se encuentran en el colectivo de ocupaciones elementales (servicios básicos de limpieza o jardinería). Por actividad económica, el salto en la hostelería de estos contratos es de 106.000 frente a los 58.000 del año precedente así como en la industria manufacturera (73.000 frente a 62.000 hace un año) o, por ejemplo, las actividades administrativas (36.000 frente a los 28.000) o el transporte (46.000 frente a 42.000 en 2020).
Casi una cuarta parte del empleo es de una duración tan parca que apenas proporciona ingresos al sistema público de pensiones (cotizaciones) y a Hacienda (IRPF e IVA)
En términos relativos, esta contratación de más baja duración y calidad no discrimina en edad. Es decir, con quien más se ceba es con los mayores de 50 años. El 24% (unos 94.000), es decir, uno de cada cuatro trabajadores con un contrato inferior a siete días está en este tramo de edad cuando hace un año (incluso en 2019 antes de la pandemia) sólo representaban el 12% del total. Es decir, se ha producido una subida de 12 puntos de golpe. Por su parte, el alza entre los menores de 30 años es de cinco puntos mientras que en el colectivo de entre 30 y 39 años baja en dos puntos el número de contratados en estos términos y se mantiene entre la cohorte entre 40 y 49 años.
La formación académica sirve de poco a la hora de encontrarse con un contrato ‘lumpen’. Por ejemplo, hay 246.000 contrataciones de menos de siete días de personas con estudios secundarios mientras que con estudios primarios y sin estudios aparecen unas 99.000. Por su parte, hay 51.000 con estudios postsecundarios (la mitad son licenciados), es decir, a casi uno de cada cuatro contratados en julio con esta formación se les hizo un contrato de menos de siete días.
Contratos de menos de un mes
Estas cifras se quedan pequeñas si sumamos la precariedad de quienes tienen un contrato de menos de un mes de duración. Es decir, si a estos ‘peores’ contratos le añadimos los 28.914 formulados de entre siete y 15 días y los 67.628 de entre 15 y un mes a tiempo parcial (con un crecimiento en ambos casos del 27%), sale que en julio se hicieron 242.386 contratos por horas de menos de un mes de duración (13% del total de la contratación en España). Y si, además le añadimos los casi 150.000 a jornada completa y también los efectuados entre 15 y 30 días, resulta que en su conjunto (a jornada completa y parcial) se hicieron casi 642.000 de menos de un mes.
Es decir, el 35% del total de la contratación en España tiene un mes de caducidad. Este es el empleo que hay ahora y también el que se oferta desde hace años. Si el plazo de contratación lo ampliamos a tres meses, el resultado es que casi un millón de las contrataciones 570.000 a jornada completa y casi 400.000 a tiempo parcial) duran menos de 90 días, el 53% de todos los contratos nacionales.
Es un problema del modelo de crecimiento, basado en los servicios, que crea y destruye empleo permanentemente pero de muy baja calidad social y contributiva
La contratación a tiempo parcial total (en todos los estadios de duración) subió en julio un 27% hasta los 651.000 empleos frente a los 511.000 del año precedente mientras que los contratos a jornada completa crecieron un 16% hasta los casi 1,2 millones frente al millón en 2020. Entre los empleos parciales hay que destacar casi 40.000 contratos indefinidos (empleo fijo por horas), es decir, muchas empresas utilizan esta contratación fija por horas una vez que sus trabajadores temporales han agotado los plazos legales en lugar de contratarles a jornada completa.
Y existen también 173.100 contratos parciales de duración indeterminada. Se trata sobre todo de trabajadores contratados por obra o servicio o eventuales por circunstancias de la producción cuyo empleo se acaba cuando teóricamente se acabe la obra, el servicio o la producción.
Todas estas cifras se repiten en el acumulado de las contrataciones en lo que va de año. Hasta julio se han hecho 10,4 millones frente a los 8,8 millones en 2020. De ellas, siete millones tienen jornada completa (438.000 con menos de siete días de duración y a 1,4 millones se acerca la cifra de los contratos torales de menos de un mes) mientras que a jornada parcial se han realizados 3,3 millones de contrataciones (832.000 tienen una duración inferior a la semana y a casi 1,3 millones llega la cifra de los que son por unas horas). Es el empleo real que hay en España, a cuya estadística se aferra el Gobierno cuando crece artificialmente y del que no habla la oposición.
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