Más de 1,3 millones de trabajadores tienen un empleo indefinido (con contrato sin fecha de finalización), pero sólo es a tiempo parcial, es decir, no se les ha contratado para realizar una jornada completa sino sólo por unas horas diarias. Es lo que más abunda ahora en el mercado laboral, junto al empleo temporal que el Gobierno pretende reducir en la reforma que negocia con sindicatos y patronal, para inflar una estadística llena de agujeros a la hora de calibrar la calidad del empleo. Esta cifra representa el 10,6% de los 12,5 millones de trabajadores indefinidos existente en España, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre.
Por tanto, uno de cada diez trabajadores tiene en España un empleo indefinido pero sólo es para desarrollar una jornada diaria de dos, tres o cuatro horas. La temporalidad, que los agentes sociales y el Ejecutivo pretenden reducir volviendo a legislar sobre su causalidad, no parece ser el único problema del mercado ya que en la actualidad hay más empleados indefinidos con un contrato por unas horas (esos 1,3 millones) que trabajadores eventuales también con jornada parcial (algo menos de 1,1 millones). Es decir, hay casi 250.000 asalariados fijos con empleo por horas más que trabajadores temporales a tiempo parcial. De esta forma, sale que el 55% de todos los empleados con este tipo de jornada reducida (más de 2,4 millones de asalariados) tiene un contrato indefinido.
Este porcentaje alcanzó el récord del 63% en el segundo trimestre de 2020 como consecuencia de la caída de todo tipo de contrataciones durante la pandemia. El empleo indefinido con jornada completa es la pretensión mayoritaria de cualquier trabajador (según todas las encuestas, incluso las del CIS) porque le puede suponer una relativa estabilidad mientras que el Estado y la Seguridad Social consiguen ingresos también estables.
¿A qué se debe este aumento del empleo fijo por horas? Esta fórmula de contratación tuvo cabida en el ordenamiento laboral en los años noventa. Hace 20 años sólo había 478.000 empleados en estas condiciones de fijeza. Con el ‘boom’ inmobiliario llegó por primera vez al millón, y el récord se alcanzó a principios de 2019 con casi 1,5 millones de trabajadores. Su crecimiento, dependiendo de los vaivenes del mercado y de la economía, se debe a la concentración en determinadas época de stocks de empleados temporales a quienes les vence su plazo máximo legal acumulado de contratación.
Los más habituales son los contratos por obra o servicios que a partir de 2010 no pueden durar más de tres años, aunque por convenio colectivo se pueden prorrogar hasta 12 meses más. Por norma general (modificada en 2013), un trabajador temporal se convierte en indefinido cuando en 30 meses ha estado empleado durante 24 meses en la misma empresa con dos o más contratos temporales.
Su crecimiento se debe a la concentración en determinadas época de stocks de empleados temporales a quienes les vence su plazo máximo legal acumulado de contratación
Lo que ha pasado en determinadas épocas, y ahora también, es que las empresas, transcurridos esos plazos, tienen que optar por despedir al trabajador o convertirlo en indefinido. En muchos casos, se trata de un trabajador formado. Sin embargo, en lugar de contratarlo a jornada completa se recurre al empleo fijo pero por horas, que, además, de ahorrar costes salariales, permite pagar una menor remuneración y sobre todo bajas cotizaciones. Además, en caso de despido la indemnización sale aún más barata. Por tanto, muchos trabajadores temporales con jornada completa acaban en la misma empresa como fijos pero sólo durante unas horas. Es una forma de interpretar por parte empresarial sus muchas dudas sobre la situación económica, sanitaria y política.
Según fuentes de la Inspección de Trabajo, se ha intentado muchas veces incluir en los planes de actuación la comprobación de si las jornadas se realizan efectivamente en los términos horarios establecidos. Esta fue una de las pretensiones del control horario de las entradas de los centros de trabajo (mediante tarjetas). La pandemia evitó su cumplimiento. Según estas fuentes, “cuando íbamos a las empresas, daba la casualidad de que los trabajadores a tiempo parcial estaban cumpliendo precisamente en ese instante las dos o tres horas de la jornada estipulada”.
“Nuestra sospecha es que en muchas actividades, tanto los indefinidos fijos como los temporales parciales, realizan la jornada completa o incluso más”, señalan. La mayor parte de este colectivo que no consigue enganchar un empleo temporal con uno fijo son mujeres. En concreto, son mujeres el 80% de los 1,3 millones de empleos indefinidos a tiempo parcial existentes (casi 1,1 millones).
Y que este efecto continúa aumentando se confirma con los datos de la contratación de noviembre que acaba de facilitar el ministerio de Trabajo. Por ejemplo, casi el 40% de los casi 283.000 contratos indefinidos en este mes fueron a tiempo parcial (108.000) frente al 34% de las contrataciones temporales. Es decir, se hacen aún más contrataciones fijas parciales que temporales con jornada reducida. Se trata de un porcentaje récord. También se observa que la mayor parte proceden de conversiones de contratos temporales y que la contratación de indefinidos iniciales es cada vez menos representativa. Es posible que esta situación también esté provocada por la incertidumbre empresarial de cómo quedará la reforma de la reforma laboral que siguen negociando las fuerzas sociales y la ministra de Trabajo.
Más empleo parcial
Lo que es evidente es que el reparto del trabajo existente, que es lo que significa el empleo parcial generalizado, está cobrando cada vez más protagonismo. En el conjunto de ocupados, incluidos los autónomos, había en el tercer trimestre casi 2,7 millones de personas con empleo por unas horas. Esta cifra representaba el 14% de la población laboral). En el caso del sector privado superaba el 15% (más de 2,5 de personas tienen este empleo) mientras que en el público (186.000 personas de algunas entidades empresariales ya que esta modalidad no es aplicable por norma en las administraciones generales de las distintas Administraciones Públicas) sólo alcanza el 5%.
Por motivos para tener una jornada parcial, el 63% señala que acepta este tipo de trabajo por no haber podido encontrar empleo a jornada completa mientras que sólo un 8% manifiesta que prefiere esta fórmula porque no quiere trabajar una jornada completa. El resto de estos trabajadores aduce el cuidado de enfermos, niños o adultos así como otras obligaciones familiares o seguir cursos de formación o enseñanza. Por sectores, el 90% del empleo parcial se da en los servicios mientras que, por ejemplo, sólo un 3% sucede en la construcción. Por edades, la parcialidad se ceba entre los más jóvenes (el 27% tiene menos de 29 años), pero es llamativo que entre 30 y 39 años, los mejores años para pretender una estabilidad laboral, casi un 14% esté en esta situación.
Por ramas, las actividades en los hogares (54%), artísticas (29%), hostelería (25%) y actividades administrativas (23%) es dónde más empleo parcial existe. Por ocupación, el 29% de los que se encuentran con esta jornada tienen una ocupación elemental y un 20% trabajan en la restauración o el comercio.
El empleo a tiempo parcial es una práctica habitual es muchos países de la UE. En países como Holanda (la mitad del empleo total), o incluso Alemania (27%), tiene una importante presencia. La diferencia es que en estos países existe un alto grado de voluntariedad hacia estos empleos, ya que muchos de ellos son demandados en busca de un complemento salarial para los hogares o la unidad familiar mientras que en España se están convirtiendo en el principal ingreso de las familias y muchos empleados tienen que procurarse otro u otros trabajos en estas condiciones para alcanzar un nivel salarial más o menos digno.
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