Más de 2,6 millones de solicitudes de voto por correo han sido admitidas de cara a las elecciones del 23-J, una cifra que supera y por mucho el récord anterior. Las fechas elegidas por Pedro Sánchez para los comicios han hecho que muchos españoles opten por esta alternativa al encontrarse lejos de sus viviendas habituales por vacaciones. El problema es que esta masiva convocatoria de votantes por correo ha traído ciertos quebraderos de cabeza a algunos ciudadanos.
Es el caso de Alfredo (pseudónimo), un ciudadano del País Vasco que por vacaciones se trasladó a su segunda residencia, una pequeña pedanía al norte de Burgos. Este varón, que supera los 70 años, solicitó votar por correo desde su casa de verano: realizó sus papeles junto a su esposa el 8 de junio. Después, el 4 de julio, les constó por el INE que su información fue remitida por Correos.
En su caso, el pueblo burgalés donde disfruta de sus vacaciones no tiene oficina de Correos: tan solo hay un cartero con sede en Villadiego que se encarga de distribuir el Correo a los pequeños pueblos de alrededor. La queja de Alfredo es que Correos no solo dejó de reforzar su plantilla: el único cartero oficial estaba de vacaciones y la persona que se encargó de suplirle, tras ver el enorme trabajo que había, dimitió. Por tanto, los pueblos dependientes de esa oficina se quedaron sin cartero.
A tres días del cierre del voto por correo, el pasado 17 de julio, Alfredo seguía esperando su documentación para poder ir a votar, lo que provocó que este ciudadano se pusiera a indagar, con repetidas llamadas a Correos o al INE. Desde la central de Correos en Burgos le pidieron calma y seguir las indicaciones de la oficina de Villadiego, "responsables y garantes de su información". Por su parte, el INE confirmó que la documentación estaba en Correos desde el pasado 4 de julio y el número de seguimiento. Al acceder al envío, Alfredo se topó con que su voto estaba "en la oficina de Correos de referencia para su recogida", pero en Villadiego no tenían ningún tipo de documentación de Alfredo.
Al ver el mapa de la web de Correos, Alfredo descubrió que su documentación no estaba en Villadiego, la sede donde les correspondía, sino en Villarcayo, una localidad situada a 82 kilómetros de su pueblo. Al llamarles, les dijeron que no repartían en su zona, pero tras explicarles la situación, en la oficina buscaron su documentación, que efectivamente estaba en su poder. Finalmente, Alfredo y su mujer -ambos superan la setentena- tuvieron que ir hasta esta otra localidad para poder ejercer su derecho al voto.
Alfredo se queja de que en su caso, la web de Correos reflejaba que el 12 de julio se intentó entregar su voto", pero que no fue posible por estar ausentes, algo que es falso, ya que la sede de Correos de Villarcayo no reparte en la zona donde vive. "Nuestra información no salió de la oficina", relata a Vozpópuli, para después denunciar que en muchos casos señalan que "es culpa del usuario" por ausentarse cuando en realidad no es así. Porque además, en su buzón nadie depositó un recibo que acreditase el intento de entrega.
Este ciudadano cuenta a Vozpópuli que su problema no ha sido exclusivo suyo, ya que tras hablar con el encargado de Correos en Villadiego, este le transmitió que "se habían producido otros casos similares" al suyo. Pese a que comenta que los trabajadores de Correos fueron muy amables, considera que "no hay derecho" a que tenga que trasladarse hasta un pueblo lejano para poder ejercer su derecho. "Si hubiéramos esperado indicaciones de Correos como nos dijeron, nos hubiésemos quedado sin votar", relata a este diario.
Otra joven relata a este diario que en su caso tampoco recibió el aviso de que habían intentado entregar su voto, pero que no estaba en casa. En su caso, el voto sí estaba en la oficina de Correos que le correspondía, pero tuvo que acercarse a preguntar tras no recibir ninguna notificación. Según relata, en la oficina le contaron que su caso tampoco había sido el último.
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